jueves, 20 de enero de 2011

TRÁFICO DE ÓRGANOS EN KOSOVO: UN INFORME ABRUMADOR

Tráfico de órganos en Kosovo: un informe abrumador
Por Jean-Arnault Dérens





El informe presentado el 16 de diciembre ante el Consejo de Europa por el diputado suizo Dick Marty sobre el tráfico de órganos del que habrían sido víctimas los prisioneros del Ejército de Liberación de Kosovo (UÇK por sus siglas en albanés) ha tenido el efecto de una bomba (1). Sin embargo, las alegaciones que contiene este informe no son nuevas: ya se menciona este tráfico en las memorias publicadas en 2008 por la ex fiscal general del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY), Carla Del Ponte (2) y, en Kosovo, la hipótesis de dicho tráfico es un "rumor" que circula desde hace mucho tiempo. Asimismo, la investigación publicada en 2009 por los periodistas Altin Raxhimi, Michael Montgomery y Vladimir Karaj confirmó la existencia de un verdadero "archipiélago" de centros secretos de detención del UÇK en Albania (3).







No obstante, el informe de D. Marty aporta algunos datos nuevos, que permiten entender mejor los mecanismos de este tráfico. Varios centenares de prisioneros capturados por el UÇK -principalmente serbios de Kosovo, pero también probablemente romaníes y albaneses acusados de "colaboración"- habrían sido deportados a Albania, en 1998 y 1999. Encarcelados en diversos pequeños centros de detención -entre ellos la famosa "casa amarilla" del municipio de Rripë, cerca de Burrel, visitada por los inspectores del TPIY-, algunos de ellos habrían alimentado una red de tráfico de órganos. Los prisioneros eran trasladados a una pequeña clínica situada en Fushë Kruja, a unos quince kilómetros del aeropuerto internacional de Tirana, cuando los clientes manifestaban su intención de recibir los órganos. Entonces eran ejecutados de un disparo en la cabeza antes de extraerles los órganos, principalmente los riñones. Este tráfico estaba dirigido por el "grupo de Drenica", un pequeño núcleo de guerrilleros del UÇK formado alrededor de dos figuras clave: Hashim Thaçi, actual primer ministro de Kosovo, y Shaip Muja, entonces responsable de la brigada médica del UÇK y en la actualidad asesor de sanidad del mismo Thaçi.


El informe de D. Marty deja muchas cuestiones sin respuesta, particularmente el número exacto de prisioneros que fueron víctimas de este tráfico. La justicia serbia, por su parte, habla de 500 personas deportadas a Albania. Se ignora asimismo quiénes eran los cómplices extranjeros de este tráfico, y sobre todo quiénes eran sus beneficiarios. El informe señala, sin embargo, que 60 pacientes del Hospital Universitario de Jerusalén se habrían beneficiado de un transplante renal en 2001, cifra excepcionalmente elevada.


Es importante asignar al supuesto crimen su justo valor. Si se demuestra el tráfico, se trata de un crimen contra la humanidad, que se sitúa, en orden de horror, al "mismo nivel" que la masacre genocida de Srebrenica. Otro punto esencial es que este tráfico habría proseguido al menos hasta 2001, es decir, dos años después de la entrada de las tropas de la OTAN en Kosovo y de la instauración del protectorado de Naciones Unidas en el territorio. Por otra parte, el informe señala que a partir de junio de 1999, la frontera entre Albania y Kosovo no ha estado sometida a ningún control real.


El informe ha suscitado un gran número de protestas y desmentidos. Hay quien ha querido descalificar el informe desacreditando al autor, presentándolo como un "adversario de la independencia de Kosovo", incluso como un "enemigo del pueblo albanés". El primer ministro de Albania, Sali Berisha, lo ha calificado abiertamente de "racista". Para probar estas aserciones, se cita a menudo una entrevista concedida por Marty en marzo de 2008 a la Red Voltaire, en la que critica, desde el punto de vista de la legalidad internacional, la proclamación de la independencia de Kosovo (4). Esta postura no traduce en absoluto una "aversión" hacia el pueblo albanés ni kosovar, y el informe de Marty no tendría mayor fundamento si su autor hubiese aprobado, desde el mismo punto de vista jurídico, la proclamación de independencia. Por último, cabe recordar que la prensa albanesa reprocha de forma explícita a Marty su "antiamericanismo", ya que éste ya desveló en 2006 el escándalo de las cárceles secretas de la CIA en Europa. Durante las últimas semanas, ciertas declaraciones oficiales de Tirana asocian el supuesto "antiamericanismo" del diputado a sus prejuicios "antialbaneses". Dick Marty pertenece sin embargo al Partido Radical, una formación política que se sitúa a la derecha del espectro político en Suiza y que nunca ha sido conocida por su antiimperialismo exaltado.


Algunos también acusan a Marty de tener "prejuicios políticos", ya que publicó su informe algunos días después de las elecciones parlamentarias celebradas en Kosovo el 12 de diciembre, y que han estado salpicadas por fraudes masivos, principalmente cometidos, según parece, por el Partido Democrático de Kosovo (PDK) de Thaçi. Este argumento es fácilmente descartable, puesto que la concomitancia de fechas no se debe, obviamente, más que a una casualidad del calendario. Las elecciones del 12 de diciembre fueron un escrutinio anticipado, cuya fecha no se había fijado hasta principios de noviembre. ¿Qué habrían llegado a decir si Marty hubiese publicado el informe en vísperas de estas elecciones?


Por su parte, Thaçi, acusado directamente, ha sacado la artillería pesada para responder a Marty. En una entrevista publicada el 30 de diciembre en el Tages Anzeiger de Zúrich, reitera las acusaciones de racismo y llega incluso a comparar el informe con la "propaganda de Goebbels" (5). Por otra parte, el asunto también se ha sobreexplotado en el contexto político suizo, varias semanas después de la aprobación por referéndum de una ley que prevé la expulsión de los "extranjeros delincuentes". La Presidente de la Confederación, Micheline Calmy-Rey, prefirió "aplazar" la recepción del "premio de la diáspora" que le debería haber entregado a finales de diciembre la embajada de Kosovo en Berna. Los albaneses, además de alimentar las cifras de la delincuencia en Suiza, serían también "traficantes de órganos". Es comprensible que algunos quieran oponer su rechazo conjunto a esta criminalización colectiva.


Numerosos comentaristas consideran que sería "imposible" atribuir un crimen de estas proporciones a los albaneses, y tratan de "relativizar" la trascendencia del informe recordando la magnitud de los crímenes cometidos por los serbios, en Kosovo y en otras zonas de los Balcanes. Es sorprendente constatar el repentino cambio de opinión de muchos que presentaban a Del Ponte como una heroína de la justicia internacional cuando perseguía a los criminales de guerra serbios, y ahora que ha denunciado este tráfico ponen en duda su salud mental. Florence Hartman, antigua portavoz de Del Ponte, también ha fustigado en numerosas entrevistas la "irresponsabilidad" de la ex fiscal, que presentaba "como hechos demostrados simples hipótesis", resaltando que las investigaciones realizadas por el TPIY no habían aportado pruebas concluyentes. Ahora bien, estas investigaciones, especialmente en la famosa "casa amarilla" de Rripë, nunca se han podido llevar a cabo, en parte debido a la negativa de colaboración por parte de las autoridades albanesas (6).


A la espera de que se realice una investigación seria y sistemática que pueda esclarecer o no la realidad del tráfico de órganos, y de que finalmente un tribunal competente dicte las acusaciones, se pueden dar por ciertos varios hechos. En primer lugar, los cuerpos de varios centenares de serbios y de otros prisioneros del UÇK no se han encontrado nunca y es muy poco probable que esto ocurra en el pequeño territorio de Kosovo, donde todos los posibles emplazamientos de osarios y de fosas comunes han sido identificados y excavados. De la misma manera, es cierto que un importante número de estos prisioneros fueron deportados a Albania, donde el UÇK disponía de una red de centros de detención. Y asimismo se debe admitir que, más de una década después de los hechos, es muy probable que actualmente estos prisioneros estén en su mayoría muertos. Sus cuerpos tampoco han sido encontrados en Albania (7).


Por otra parte, también hay constancia de la existencia de un tráfico de órganos en Kosovo, alimentado por "voluntarios" que llegan para vender sus riñones. Hay pacientes, principalmente israelíes, que acuden a la clínica Medicus de Pristina para recibir órganos sanos. Este tráfico implica a un personaje muy inquietante, un cirujano turco llamado Yusuf Erçin Sönmez, alias "el Doctor Buitre", actualmente fugitivo de la justicia. El asunto de la clínica Medicus, cuyo proceso se acaba de abrir en Pristina, no estaría forzosamente relacionado con el posible tráfico de órganos practicado, diez años antes, con los prisioneros del UÇK, pero las coincidencias son preocupantes (8).


Las reacciones en los medios de comunicación albaneses, en la clase política y sobre todo en la sociedad albanesa, particularmente en la diáspora (9), recuerdan inevitablemente la actitud de negación que durante mucho tiempo mostraron amplios sectores de la opinión serbia frente a los crímenes cometidos por las fuerzas de su país. Los dos argumentos centrales son los mismos: "nuestro pueblo no puede haber cometido tales atrocidades", y "nuestro pueblo ha sido víctima de crímenes todavía peores que los que se le imputan". No obstante, la realidad de los crímenes cometidos por las fuerzas serbias en Kosovo no invalida la hipótesis de que ciertos albaneses hayan podido cometer otro crimen, particularmente abyecto.


El verdadero problema es que "el pueblo albanés" no es en absoluto culpable de este supuesto tráfico, del mismo modo que "el pueblo serbio" no puede cargar con la responsabilidad de la masacre genocida de Srebrenica: estos crímenes tienen culpables, y corresponde a la justicia establecer de quién es la responsabilidad personal. Esta labor de justicia es la única manera de evitar que pueblos enteros y las generaciones futuras carguen con el peso abrumador de una responsabilidad colectiva. En Kosovo, únicamente Albin Kurti, dirigente del movimiento Vetëvendosja ("Autodeterminación"), parece haber comprendido el verdadero significado de lo que está en juego. Solicitó oficialmente que la justicia confiscara el dossier de Thaçi, considerando que ésta era la única manera de limpiar la imagen del conjunto de los guerrilleros y de los simpatizantes del UÇK de la sospecha de una responsabilidad colectiva (10).


En Albania, una de las pocas voces críticas que se han pronunciado es la del ensayista Fatos Lubonja, antiguo prisionero político del régimen estalinista e importante figura de la izquierda. En un artículo publicado por el diario Panorama, Lubonja se atreve a establecer un paralelismo entre este supuesto crimen y el ya demostrado de Srebrenica, destacando que los albaneses corren el riesgo de sufrir de ahora en adelante la pesada carga sobre su conciencia colectiva.
Denunciando el "frente patriótico" que se ha formado de Tirana a Pristina para oponerse a una investigación, escribía: "la acusación es verdaderamente grave, pero negarse a la investigación que la confirmaría o la invalidaría es todavía peor. Esta negativa nos convierte a todos en culpables y creo que la mayoría de albaneses no quieren verse implicados en este tipo de crímenes" (11).


Las críticas a Marty apuntan a la ausencia de pruebas aportadas por su informe. La resolución aprobada por unanimidad por la Comisión de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa solicita justamente que se diligencien investigaciones que verifiquen estas pruebas. A través de las declaraciones de la representante de Asuntos Exteriores, Catherine Ashton, la Unión Europea ha manifestado que dicha investigación debería ser realizada por la misión europea EULEX, encargada precisamente de asistir a las instituciones de Kosovo en la construcción del Estado de derecho. Aunque ha reiterado sus críticas, el gobierno albanés ha manifestado que no se opondría a que esta investigación se llevara a cabo en su territorio. Por su parte, Del Ponte ha planteado el problema de la jurisdicción competente para hacerse cargo de un asunto de estas características: dado que el TPIY ya no puede abrir nuevos expedientes, debería crearse un tribunal ad hoc, o bien traspasar el expediente a la Corte Penal Internacional (CPI) (12).


Por último, las responsabilidades a las que apunta el informe no sólo conciernen a Thaçi y a los antiguos dirigentes de la guerrilla albanesa. En su libro, Del Ponte describe los muros con los que se ha encontrado cuando ha tratado, a partir del año 2000, de realizar indagaciones sobre los supuestos crímenes del UÇK, y nombra expresamente al jefe de la misión de la ONU en Kosovo, Bernard Kouchner, así como al general francés Valentin, en aquel entonces comandante en jefe de la fuerza militar de la OTAN en Kosovo (KFOR). Para tratar de ilustrar este bloqueo informativo, escribía: "Estoy segura de que los responsables de la UNMIK e incluso de la KFOR temen por sus vidas y por la de los miembros de sus misiones". Más adelante, añade: "para la UNMIK y la KFOR, [Hashim] Thaçi y [el ex jefe militar del UÇK, Agim] Çeku no sólo representaban una amenaza para la seguridad de su personal y el cumplimiento de sus misiones: hacían peligrar todo el edificio del proceso de paz en los Balcanes" (13).


En una entrevista publicada el 21 de diciembre por el diario serbio Politika, el capitán canadiense Stu Kellock, antiguo jefe del departamento de policía de la UNMIK, declaraba: "No podría afirmar que Kouchner conociera el tráfico de órganos, pero sería imposible que no hubiera recibido ningún tipo de información sobre el crimen organizado en Kosovo". De hecho, la lucha contra la criminalidad organizada representaba una de las prioridades de las misiones internacionales en Kosovo. El capitán Kellock explica también que "toda crítica contraria a Hashim Thaçi o a su entorno" era inmediatamente rechazada en los "círculos en que [él] actuaba" (14).


Debido al "realismo político", varios países occidentales han optado por jugar la "carta" política que representaba Thaçi. Es sabido que éste era aconsejado, ya durante la guerra, por agentes de ciertos servicios de información, en particular de la Dirección General de Seguridad Exterior francesa (DGSE). La implicación directa de Thaçi en múltiples actividades ilegales (extorsión, blanqueo de dinero, etc.) también está demostrada. Por miedo a "desenmascarar" a un valioso aliado político, los "protectores" occidentales de Thaçi han preferido perdonar estos "pecados veniales". Pero si una investigación confirmara la implicación de Thaçi en un abyecto tráfico de órganos, sus "protectores" occidentales se arriesgarían a cargar con una seria responsabilidad.
Cuando un periodista serbio le preguntó acerca del tráfico de órganos el 27 de febrero de 2010, mientras se encontraba de viaje oficial en Kosovo, Kouchner, entonces ministro de Asuntos Exteriores, estalló a reír, y después exclamó: "¿Acaso tengo yo alguno de esos órganos para vender?", y sugirió al periodista "ir al médico a hacerse examinar su enfermedad" (15). La risa de Kouchner resuena hoy de forma siniestra.


Jean-Arnault Dérens



Notas:
(1) El informe está disponible en francés en la página del Consejo de Europa.

(2) Traducción española: Carla Del Ponte, La caza: yo y los criminales de guerra, Editorial Ariel S.A., Madrid, 2009.

(3) Léase Altin Raxhimi, Michael Montgomery et Vladimir Karaj, « Albanie et Kosovo : les camps de la mort de l'UÇK », Le Courrier des Balkans, 10 de abril de 2009.

(4) Dick Marty: "La independencia de Kosovo no se decidió en Pristina", voltairenet.org, 17 de marzo de 2008.

(5) « Martys Vorgehen erinnert mich an Goebbels », Tages Anzeiger, 30 de diciembre de 2010.


(6) Léase Ben Andoni, « Trafic d'organes en Albanie : dans la "clinique fantôme" de Carla Del Ponte », Le Courrier des Balkans, 19 de mayo de 2008.


(7) Cabe recordar que las autoridades albanesas rechazaron en 2003 acceder a las solicitudes de los investigadores del TPIY, que pretendían proceder a las exhumaciones en el cementerio de Rripë. Esta negativa se justificó oficialmente por « razones culturales ».


(8) Léase « Trafic d'organes : le vaste réseau de "Docteur Vautour", chirurgien turc », Le Courrier des Balkans, 21 de diciembre de 2010.


(9) Léase Blerim Shabani & Sevdail Tahiri, « Le rapport de Dick Marty secoue la diaspora albanophone en Suisse », albinfo.ch, 20 de diciembre de 2010.


(10) Léase « Kosovo : Vetëvendosje demande que Thaçi soit déféré devant la justice », Le Courrier des Balkans, 18 de diciembre de 2010.


(11) Fatos Lubonja, « Pse refusohet raporti i Dick Martit ? », Panorama, 22 de diciembre de 2010.


(12) Léase « Trafic d'organes de l'UÇK : Carla Del Ponte pour la saisine de la CPI », Le Courrier des Balkans, 23 de diciembre de 2010.


(13) Carla Del Ponte, La caza, op.cit..

(14) Léase Rade Maroević, « Kušner je morao da zna », Politika, 21 de diciembre de 2010, y R.S.V., « Trafic d'organes : Kouchner savait », Le Courrier des Balkans, 29 de diciembre de 2010.


(15) El vídeo de este hecho está disponible en varias páginas de Internet. Se puede consultar en Dailymotion.




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