sábado, 15 de enero de 2011

EL "TEA PARTY" Y LA MASACRE DE ARIZONA

El Tea Party y la lección de Arizona


Artículos de Opinión | Manuel E. Yepe | 14-01-2011 |
“Tea Party en la mira tras masacre en Arizona”, tituló la agencia de noticias española EFE su primer despacho acerca del atentado contra la representante federal demócrata Gabrielle Giffords, el 8 de enero del 2011, cuando ella encabezaba un acto político en su distrito electoral, ubicado entre la ciudad de Tucson y la frontera con México, en el estado de Arizona.

La información precisaba que, aunque el tiroteo fue preparado y ejecutado, aparentemente, por un atacante solitario, muchos factores apuntan al lenguaje inflamatorio y la violencia introducidos en el debate político por el movimiento Tea Party y su líder, la ex candidata republicana a la vicepresidencia y ex gobernadora de Alaska, Sarah Palin, como promotores del hecho.



Durante la campaña de las elecciones legislativas de medio término, Palin incluyó a la Giffords en una relación que publicó el Washington Post de 20 congresistas demócratas elegidos en el 2008, a quienes identificaba como “objetivos a abatir” por haber votado a favor de la reforma de salud. Presentaba fotos de cada uno de ellos en el punto de mira de un fusil, sobre un mapa en el que se señalaban sus respectivos distritos congresionales y se exhortaba a “eliminar a los 20” (“Take Back the 20”).

Jesse Kelly, el oponente republicano de la Giffords, basó su campaña en el lema “Ayuda a sacar a Gabrielle Giffords de su puesto, dispárale con un rifle automático M16 junto a Jesse Kelly”.

Muchos elementos indican que el sangriento atentado contra la congresista federal demócrata por Arizona fue promovido por éstos y muchos otros llamados criminales de líderes del Tea Party.

Ese movimiento se había propuesto durante la campaña electoral para los citados comicios parciales “hacer de sus filas un poderoso bloque que ninguna maquinaria liberal pudiera superar”. Su discurso, dirigido a fijar posición respecto a ambos partidos del sistema político de Estados Unidos y atraer a los militantes más moderados de la filas de éstos, rezaba más o menos así: “Barack Obama ha mentido al pueblo una y otra vez. Se niega a admitir que no está calificado para ser Presidente y ha destruido a todos y a todo en su camino, incluyendo su propio partido. Ciudadanos leales han sido aplastados por el binomio demócrata de Obama y Pelosi; en tanto los republicanos se baten en el dilema existencial de ser verdaderamente conservadores o dejar de serlo”.

El nombre Tea Party recuerda la protesta de los colonos anglo-americanos residentes en la ciudad de Boston que, en 1773 (tres años antes de la Declaración de Independencia de las 13 colonias británicas en la América del Norte que a la postre conformaron los Estados Unidos) contra la imposición por el gobierno británico de nuevos impuestos a estas colonias. Con el lanzamiento por la borda de un cargamento de sacos de té –artículo al que le había sido aplicada la inicua imposición tributaria- que transportara un barco anclado en ese puerto, comenzó un movimiento de protestas contra el proceder abusivo de la corona británica con sus colonias en Norteamérica que culminó con la independencia de trece de ellas.

Se aprecia así la paradoja de que una acción que tuvo una significación histórica positiva, revolucionaria, que marcó el origen de la nación estadounidense, pasó a identificar a un movimiento reaccionario orientado a la extrema derecha chovinista.

La población del estado norteamericano de Arizona incluye una vasta proporción de inmigrantes (la gran mayoría hispanos). Allí está muy extendido, así mismo, un sentimiento anti-inmigrante que nace de la ideología oligárquica que lo promueve, pero que se manifiesta en vastos sectores de la población, sin excluir al de los inmigrantes de generaciones anteriores.

La hoja de servicios a sus electores de la representante federal Gabrielle Giffords explica los motivos por los que ha sido electa en tres ocasiones consecutivas, así como los móviles del atroz ataque del que fue víctima junto a otros quince heridos y cuatro fallecidos, incluyendo a una niña de 9 años.

Como legisladora, la Giffords ha defendido la ley sobre el seguro de salud y se ha opuesto a las tasas impositivas que afectan abusivamente a los humildes y benefician a los más pudientes. Ha apoyado proyectos alternativos sustentables de energía y defendido el derecho al aborto. En cuanto al tema migratorio, comprendiendo la sensibilidad de sus efectos en la seguridad nacional, ella se ha inclinado por iniciativas que aporten soluciones adecuadas para los problemas relacionados con los indocumentados dentro de las fronteras estadounidenses.

Aunque ha defendido el derecho ciudadano a poseer armas cediendo a las tradiciones en el Oeste norteamericano acerca de que la función de seguridad pública corresponde a los ciudadanos mismos con sus propios recursos, no habría que dudar que esta lamentable y triste experiencia determine en ella otro proceder.

El atentado criminal contra la joven congresista Gabrielle Giffords, cuya supervivencia toda persona digna en cualquier parte del mundo desea vivamente, la incorpora a la larga lista de líderes ejecutados en Estados Unidos por haber pretendido desmarcarse de un sistema que invita al egoísmo y al odio en rechazo a la solidaridad humana. Ella es ahora un símbolo y una advertencia.

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