El peligro que nos acecha; la doble crisis de USA y Europa....José Perez Oya, Economista de Oxford, trabajo en las Naciones Unidas
“Recordemos a Rousseau que ya afirmaba que cuando un pueblo se dota de representantes ya no es libre ni apenas puede decirse que goza de una verdadera existencia…”
Es sorprendente para muchos observadores de la difícil situación mundial en la que vivimos en las que tantos millones de personas sufren la escasa consideración que ha suscitado en la opinión pública europea las posibles consecuencias que tendría, tanto para Europa como para el mundo, el resultado de la inminente consulta electoral estadounidense.
A mi modo de ver el resultado electoral tiene una gran repercusión, no solo por la importancia de los lazos económicos que Estados Unidos tiene con nuestro continente, sino también por la influencia que puede ejercer en el campo ideológico entre nosotros los europeos.
Gran responsabilidad de este aparente desinterés se deriva de que los medios de información de masas han preferido, influenciados y dirigidos mundialmente por el poder económico, centrarse en un superficial anecdotario en detrimento de corrientes más profundas que cuestionarían la posible racionalidad del sistema o podrían poner en duda su permanencia a largo plazo. Un deber ético ineludible nos obliga a mencionar, (entre nuestras conocidas fuentes) una honrosa excepción, a saber el número especial de “Maniere de Voir: “ Ou va L’Amerique” de Octubre-Noviembre de este año.
La situación tiene algo de paradójica, dado que en Europa existe, a pesar del avance de las ideologías neoliberales y reaccionarias una base social opositora que va desde lo que apoyan una social-democracia coherente hasta los comunistas y las revitalizadas corrientes anarquistas, pero todas ellas apenas tratan en profundidad de lo que ocurre en Estados Unidos. Contrastando con esto podemos encontrar en Estados Unidos algunas tomas de posición expresadas en libros y revistas de gran interés, que apenas tienen una base social que las sustente.
En este contexto acuden a nuestra mente recientes libros como los de Corey Robin (The reactionary Mind), Colin Crouch (The Strange Non-death of Neoliberalism) , Thomas Frank (Pity the Biliionary: The Hard-Times Swindle and the Unlikely Comeback of the Right), Byrne Edsall: (The Age of Austerity), o el de Jeffrey Sachs (The Price of Civilization) . Presuntuosamente me atrevo a recomendar especialmente los libros de C. Robin y de T.Frank, y Edsall, aunque estan muy centrados en la problemática de los USA. Entre las revistas destaca un número especial de la New York Review of Books ( The Election) , que se publicará tras la elección a presidente, pero que ya desde hace días (en Octubre)es accesible en internet.
Para muchos socio-economistas, próximos a las corrientes marxistas, la situación, antes señalada, nos replantea las vinculaciones que puedan existir entre el ser social y su conciencia ya que en ciertas épocas , y siguiendo ciertos ritmos e influencias, la conciencia colectiva tiende a estar excesivamente dominada por la ideología de las clases dominantes ,como el mismo Marx señaló. Naturalmente este artículo no es adecuado para una profunda discusión sobre este inagotable tema, pero es digno de ser destacado.
Hace escasos días un “blog” estadounidense “Global Research” ha publicado (29-10-2012) un conjunto de 37 hechos comprobados destacando lo cruel que esta su economía ha sido para muchos millones de estadounidenses. La enumeración puede ser consultada pero desearía mencionar algunos de estos datos, a saber:
1-) El ingreso familiar ha bajado vertiginosamente durante los últimos cuatro año.
2-)El 62 por ciento de los estadounidenses clasificados como de “clase media” han reducido sus gastos el pasado año.
3-) En el país más del 41 por cien de los ciudadanos en edad laboral no trabajan. Esto hace falsear la estadística del empleo puesto que los “trabajadores desanimados” que han renunciado a buscar empleo desaparecen de los datos de las estadísticas. La consecuencia es que la “fuerza laboral” total de EE.UU. ha aumentado en solo 87000 personas, mientras que los que ya no forman parte de la f
uerza laboral han disminuido en más de ocho millones.
4-) Hoy día uno de cada 4 empleados aporta a su familia un salario que se sitúa por debajo del nivel de pobreza fijado por las autoridades federales.
5-) Hoy día una cifra superior a 20 millones de ciudadanos gasta más de un 50 por cien de sus ingresos en gastos residenciales. Esto representa un incremento mayor de un 46 por cien desde2001. Las deudas hipotecarias son hoy cinco veces mayores que hace 20 años.
6-) Las deudas de los consumidores han aumentado en un mil setecientos por cien desde 1971.
7-) Aproximadamente 100 millones de ciudadanos son considerados pobres o cerca del nivel de la pobreza.
8-)El porciento de ciudadanos que son capaces de disfrutar de un retiro cuando alcanzan esa edad disminuye.
9-) El recurso a bonos estatales para adquirir alimentos aumenta y se sitúa en un46 por ciento en adultos, siendo superior a un 25 por cien para niños.
A los datos reseñados se deben añadir una gran multitud de libros y artículos que describen las enormes diferencias comparativas entre los ingresos de los ciudadanos, no solo de EE.UU. sino también a nivel mundial. Entre estos deseamos mencionar el artículo del Profesor James Crotty accesible en la red , que consta de 42 páginas (www.peri.umass.edu. Working paper 251, titulado “The Great Austerity War) que describe el despiadado ataque sufrido en los EE.UU. por los muy modestos elementos susceptibles de ser calificados de “estado de bienestar” durante treinta años.
El resultado de esta política ha conducido a elevar la diferencial de ingresos al nivel de los años 1920. A esta fuente debemos añadir el libro de Timothy Noha :”The Great Divergence” centrado igualmente en los EE.UU. y el reciente de L.P. Korzeniewicz y T.P. Moran “Unraveling Inequality” que extiende el análisis a muchos países del mundo considerándolos en muchos casos como una unidad.
Estas tendencias no solo se derivan del juego de unos mercados “libres”, que han producido una competencia brutal, tanto interna como externa, entre los trabajadores asalariados y unos constantes aumentos de productividad en gran parte derivados de la intensificación laboral. A estos mecanismos económicos los acompañan acciones jurídicas destinadas a debilitar y deslegitimar lo que se conoce aquí como negociación colectiva. Estas tendencias encaminadas a reforzar el dominio de los privilegiados. De ello trata el libro de Thomas Byrne Edsall “The Age of Austerity” que trata de estimar las consecuencias que la “histeria del déficit” (como dice Krugman) y las políticas de austeridad provocarán en el ambiente político y social de los EE.U
Multitud de hechos podría añadirse a los más arriba mencionados pero conviene señalar el hecho, verdaderamente sorprendente, de que la esperanza de vida de los estadounidense más pobres ha venido disminuyendo vertiginosamente, según señala A. Appia en el New York Times. Naturalmente todo lo anterior se inscribe en un ambiente de crisis global sistémica que engloba o lo que ha dado en llamar “países avanzados” o “centro” del sistema. No es este el momento de resumir ni analizar las diferentes posiciones teóricas que se han desarrollado para interpretar la crisis actual.
A las tesis descritas en un documento de mi autoría y publicado en “Rebelión” el día 3 de Diciembre del año 2010, bajo el título “De aquellos polvos proceden estos lodos” solo convendría añadir las del excelente libro de Andrew Kliman : “The Failure of Caqpitalist Production” publicada por Pluto Press este mismo año y que no pudo ser objeto de la atención que se merecería. Conviene desde ahora destacar que aunque muchas causas aran próximas y estaban interrelacionadas su origen fue geográficamente diverso, como lo fueron las modalidades de su transmisión.
Como muy acertadamente nos dice, con parecidas palabras, el profesor brasileño J. Carlos de Assis : la “bacanal especulativa” iniciada en EE.UU. por el Greenspaniano , absurdo, e ineficaz estimulo financiero emigró hacia Europ. En nuestro continente, como ya se había comprobado en EE.UU. la salvación del sistema financiero exigió (para mantener incólume los intereses de los dueños del sistema) socorrer a las instituciones financieras a costa de aumentar la deuda de los estados para absorber sus deudas.
En este momento conviene rememorar dos cosas: La primera es que la crisis actual se enmarca en un contexto más amplio en el tiempo, puesto que desde, por lo menos, el final de los años noventa del pasado siglo el dinamismo del sistema dio muestras de su agotamiento reflejadas en tasas decrecientes de crecimiento.
Esta es una crisis dentro de una crisis. La segunda es que conviene recordar al gran economista Josef Steindl cuando ya en 1952 señalaba en su libro “Maturity and Stagnation in American Capitalism”, que las teorías económicas no pueden ser iguales para cada país, añadiendo que incluso para un mismo país puede, el paso del tiempo y sus contomitantes cambios, hacer invalidas las predicciones que sobre este país se realicen. Un ejemplo reciente nos viene dado por la política económica del presidente Clinton que a través de una reducción en los tipos de interés y el descenso en la cotización del dólar logró imprimir un estimulo a la economía y las exportaciones
Hoy día podemos pensar que, debido a la deslocalización de importantes sectores industriales en EE.UU. y a la desregulación que ha favorecido principalmente los intereses financieros y sus especulaciones podría ser muy inferior una elasticidad de las exportaciones dependiente de una reducción en su precio. Las teorizaciones de Steindl rebasan el ámbito económico y pueden extenderse a otros aspectos de la sociedad y de las ideologías o teorizaciones que promueven o tratan de justificar una política y los cambios propugnados desde el poder, muchas veces consentidas o aprobadas por la población.
Uno de los temas, repetidos hasta la saciedad por los teóricos de la sociedad y de sus cambios, es la de que existe una creciente desvinculación entre un poder político y en general que radica en los ciudadanos o “pueblo” y ciertas estructuras sociales que definen la actuación de del estado y la economía, que operan siempre conjuntamente
Esto se expresa a veces (como ha realizado recientemente Streeck en la New Left Review que titulaba su artículo: ”mercado contra votantes” ) como la dinámica del mercado, y de las oligarquías que la dirigen, contra la democracia, las estructuras representativas, y las necesidades de una sociedad en la que un deseo mayoritario no pueda ser acomodado por los mecanismos del mercado y su afán de beneficio privado.
Esta desvinculación del poder político que idealmente debe de ser sancionador del esfuerzo de las inversiones de una sociedad y vehicula de los deseos y aspiraciones de la ciudadanía ya la había señalado hace décadas M. Kalecky en varios de sus libros, en los que nos alertaba sobre la “comodificación” mundial creciente del estado y la sociedad en su conjunto.
Las fuerzas contrapuestas señaladas son diferentes en cada sociedad y dependen en gran parte de viejas y complejas evoluciones históricas; una lucha electoral se inscribe por lo tanto en unas coordenadas muy ámplias. El grado de conciencia de los electores y de su inscripción teórica e ideológica y la o las que se propugnan desde una (en general poco discrepante por ser aceptadora del sistema) cúspide económica, social, y estatal por ciertas minorías dirigentes que definen lo que sucede en cada país. Hoy los EE.UU. son el escenario que centra nuestra atención y temores.
Los temas que suscita nuestro propósito son muy amplios y diversos y, con la finalidad de introducir un cierto orden, y aún conscientes de que están imbricados, trataremos de distinguir primeramente el contexto institucional en el que se desarrolla el juego político siguiendo con las diferencias de enfoque ideológico y político entre sus actores, diferenciando las tomas de posición de dirigentes y dirigidos. Trataremos de destacar las diferencias objeto de debate o decisión y finalmente trataremos de no tanto prever como de juzgar las posibles consecuencias de una u otra opción.
El contexto institucional en el que se desarrollan las elecciones estadounidenses viene determinado por encuadrarse en una democracia representativa. Las críticas a la idea de representación se confunden desde su inicio con las ideas de su propia legitimidad y de la conferida a un estado por esta actividad. Miles de libros y artículos tratan de esto y por ello se hace necesario una operación muy resumida. Recordemos a Rousseau que ya afirmaba que cuando un pueblo se dota de representantes ya no es libre ni apenas puede decirse que goza de una verdadera existencia..
Desde este autor a Bakunin, Krotopkin, Malatesta , Renato Cristi o Luciano Canfora. La mayoría de las impugnaciones al sistema de la democracia representativa provienen de un ámbito izquierdista pero existen también opiniones que desde un conservadurismo explícito se le oponen; entre estas mencionaremos solo las de Carl Schmitt y Hayek que mantienen que la democracia parlamentaria constituye el mejor sistema para defender el capitalismo.
Por supuesto la democracia tiene un valor subsidiario al del sistema capitalista y si es necesario se prescinde de la democracia para defender al sistema. Naturalmente muchos impugnadores de la llamada “democracia” lo hacen porque, como Cristi señala, la consideran consustancial al sistema capitalista. Canfora opina en sus libros ”La nature du pouvoir” y (en español) “Crítica de la retórica democrática” que resulta impropio llamar “democracia o sea poder del pueblo” a un sistema en que el voto es una mercancía. Uno de os aspectos más corruptos de sistema electoral estadounidense es la enorme importancia del poder económico sobre el aparente poder político del pueblo.
Según una estimación actual del New York Times los gastos relacionados con la presente elección podrían llegar a alcanzar unos seis billones sajones o sea miles seis mil millones de dólares. Al poder del dinero y de sus “lobbies” debe añadirse el casi dominio total de los medios de información de masas sometidos igualmente al los poderes económicos y financieros de la publicidad.
No es extraño por tanto que el conservadurismo de la derecha haga gala de este mecanismo que “adorna” el poder con el manipulado “consenso” que le otorga el “estado de derecho”. Los reciente libros de Martin Gilens “Affluence and Infuence” y el de Lawrence Lessing “How Money Corrupts Congress” abundan en estas consideraciones.
Antes de pasar a un análisis de las influencias ideológicas del sistema y sus instituciones sobre la ciudadanía y los políticos profesionales conviene destacar una consideración del reinante neoliberalismo.
En su aspecto social coincido con Dumenil cuando nos dice que la esencia del neoliberalismo no es consustancial a un conjunto de principios valores o una ideología sino que su principal objetivo e impulso es la de sustentar un ordenamiento social destinado a mantener el poder y los ingresos de unas clases dominantes. A esta observación conviene añadir la interesante observación de Eduardo Colombo de que desde el punto de vista funcional el neoliberalismo aspira a imponer un estado cuyo ideal sería la gobernación de la sociedad con una lógica de gestión empresarial.
La mayoría de las críticas al neoliberalismo se han dirigido a un conjunto de opiniones, yo diría mejor mitos, que se han ido alejando de la realidad constituyéndose en lo que Marx llamaba una apologética destinada, a través de su publicitaria propaganda , a obtener un consenso de las mayorías explotadas y oprimidas del pueblo y a perpetuar un dominio clasista.
El artículo fundamental del propuesto “credo” es el de la omnisciencia de un mítico mercado perfecto, exento por tanto de una posible interferencia de todo poder sea este monopolista especulativo o político. Este mercado lograría una óptima asignación de unos recursos que se supone escasos, alcanzando en breve plazo un equilibrio generador de crecimiento y de bienestar individual y colectivo. El mayor peligro para este “mercado” –competitivo y perfecto que nunca ha existido- es el de alguna interferencia que no le permite operar. Generalmente estas interferencias vienen generadas por las actuaciones políticas del estado.
Conviene por lo tanto reducirlo a una mínima expresión (como Reagan y Thatcher afirmaban) ya que su interferencia es éticamente irresponsable y operativamente ineficaz. Su modus operandi debe limitarse a ser el garante de la propiedad privada (sin la que el “mercado” no puede operar) y a lograr el respeto e inviolabilidad de los acuerdos o contratos establecidos entre particulares recurriendo, si “desgraciadamente” fuese necesario, a una acción autoritaria y represiva. Varios muy conocidos y divulgados libros son un buen antídoto a estas opiniones ; el de John Cassidy “How Markets Fail”, el de Ian Fletcher”Free Trade Doesn’t Work” y el de W. Funnel, R. Jupe, y J. Andrews “In Goverment We Trust ; Market Failure and the Delusions of Privatisation”.
Como españoles sabemos bien si un partido no lleva a cabo ciertas promesas electorales ello se debe a estar confrontándose a un “estado de necesidad” que le obliga a emprender acciones moralmente “justificadas” y ajustadas a unos plazos de actuación legítima establecidos por una constitución que encarna un “estado de derecho”. Es notorio que la recurrente “alternancia” de partidos ideológicamente confluyentes está erosionando gravemente la eficacia del consenso y la confianza ciudadana en los mecanismos electorales. La emergencia de nuevos movimientos sociales, desde “ocupar Wall Street” hasta el 15 M son recientes síntomas de ello.
En el credo ideológico neoliberal existen una enorme multitud de de recetas y prejuicios en cuyo detalle no podemos entrar pero dignas de una somera mención, sea ésta un tanto aleatoria. En los EE. UU. Aparecen frecuentemente, sobre todo, en las declaraciones del partido republicano. Demos alguno ejemplos empezando por el efecto de desplazamiento o “cowding out effect” que se supone se produce porque el eficaz sector privado se le impide una actuación productiva al detraer el estado fondos (frecuentemente por la operación de los impuesto) que este sector invrtiria, creando riqueza y crecimiento económico.
Otro prejuicio inamovible es el de “equivalencia ricardiana” de la Ricardo jamás habló y que nos permite la histérica alerta sobre el déficit fiscal , que en EE.UU. ya se califica de abismo o acantilado, desde el que podremos despeñarnos de modo egoísta e irresponsable endilgando a “nuestras” generaciones futuras el pago de unas infinitas deudas sobre las que no ejercían control alguno. Naturalmente las experiencias de los estadounidenses sobre lo ocurrido en los años siguientes a la guerra mundial (que hizo evaporarse un enorme déficit) denota una curiosa amnesia, o como Obama diría “Romnesia”.
Casi todas estas recetas se pueden enmarcar en un esquema teórico-ideológico de “economía de la oferta”. Say no está lejos, si bajamos los costos, naturalmente de los salarios, permitiendo el crecimiento de un gran “ejército laboral de reserva” los frustrados “emprendedores” saltará gozosamente ante las oportunidades. Si se abriese un corto a hipotético período de estancamiento Don Patinkin vendría a rescatarnos con su efecto de los “balances reales” revalorizados. En esta situación nos desenvolvemos a nivel mundial guiados por un pensamiento único no nos extrañemos de que como Colin Crouch consideremos extraña la pervivencia del neoliberalismo.
sábado, 3 de noviembre de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario