lunes, 21 de marzo de 2011

NO AMPARAREMOS A NINGÚN CRIMINAL: ¡NO A LA GUERRA!

Julio Castro

No ampararemos a ningún criminal: ¡No a la Guerra!





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11:24h. del Lunes, 21 de marzo
De manera similar al afán de protagonismo de hace ocho años de Aznar y los suyos, este gobierno español con Rodríguez Zapatero a la cabeza ha decidido involucrar a nuestro país en una guerra internacional, dentro de una cuestión que, por la falta de claridad en todos los entornos, crea numerosas inquietudes entre la población y genera controversias en la mayoría a la hora de comprender qué se está haciendo.

Lo que hoy se abandera contra Gadafi es lo mismo que hace unos meses llevaba a los políticos internacionales a apoyar su postura en el poder libio, ya que el trasfondo es simplemente de posicionamiento geoestratégico en cuanto a las grandes potencias, desde un espíritu colonialista heredado de otros tiempos. El camino ha sido complicado pero breve, desde el momento en que los países armamentistas del norte se enfrentaban a una diatriba en lo referente a la cuestión económica, ya que, en lo referente al petróleo, Libia sólo representa una migaja (por más que digan que su petróleo es de muy alta calidad, se trata de menos del 2% de la producción), pero quien se lleva los beneficios sí es representativo entre las grandes fortunas mundiales, a la vez que maneja toda la economía de un país mediterráneo. Por otra parte, no olvidemos su posición hegemónica dentro de los países de la OPEP, donde se regulan las relaciones de intercambio comercial petrolero, la producción y los precios y márgenes de referencia del crudo que nos venden e intercambian.

Estas cuestiones detuvieron momentáneamente el apoyo al pueblo libio en estas semanas, pero, además, llevaban haciendo desde hace años que el apoyo al dictador fuese casi unánime en todos los países del mundo. Y si no, recordemos que sus enconados amigos como Aznar y Bush habían cambiado de amistades tan fácilmente como de chaqueta.

Una vez solventados los problemillas, al conseguir que la banca internacional ubicase las cuentas más importantes y se consensuase con los países OPEP dentro de la Liga Árabe, que no habría represalias en caso de intervención, se decidió dar el paso adelante y apoyar una intervención desde determinados países de la ONU y de la OTAN. Y ¿quién quiso ser la cabeza de ratón o la cola de león? Pues nuestro Estado. Y lo pongo así, porque hay evidencias de que el heredero a la corona no democrática de nuestro país (recordemos que a nuestro jefe de Estado no se le elige), ha estado rodeando todo tipo de actos informativos de quienes tienen más conocimientos como expertos, en esta materia, como si fuese el propio rey de España (no siendo ni lo uno ni lo otro).

Son algunas de las pequeñas claves para entender dónde estamos. Pero faltan otras cuestiones importantes.


Cuando en el año 2003 surge el movimiento contra la guerra de Iraq en España, a nadie se le pasó por la cabeza justificar ni defender lo que un asesino como Saddam Hussein hacía y venía haciendo desde décadas anteriores. Otra cosa era que se permitiese una guerra en la que iba a morir población civil, que ya bastante sometida había estado por parte de su jefe de Estado y por parte de las potencias mundiales durante, también, décadas. De ahí surge el ¡No a la Guerra!, y hasta ahí llega, porque tod@s dijimos que estábamos en contra de las guerras, como ahora (estoy seguro), lo estamos en contra de esta.

La cuestión, igual que en su momento, es determinar que quienes están en contra de la guerra no se dedican a defender a un sátrapa como el coronel libio, ni mienten o manipulan para generar un sentimiento en contra de otro pueblo, que se ha levantado en armas contra la opresión que sufre, alentados por lo que ocurre en su entorno geográfico y social (Egipto, Túnez…). La situación no es la misma, porque cada país tiene su idiosincrasia, porque han sufrido de manera diferente y porque son entornos con evolución diferenciada en el tiempo y en las formas. Este individuo comenzó manejando los beneficios del petróleo en su favor, y de ahí su fortuna desde hace años (cosa de por sí bastante sucia, ya que una nacionalización de los recursos del país está muy bien, cuando revierte al 100% en el país), hasta que, como en muchos lugares, decidió que no era suficiente conformarse con los beneficios, y que la caja de la economía del Estado, era también la suya. Es la andanza natural para quienes sienten que “se lo merecen todo”, sean reyes o coroneles, lo mismo me da.

Cuando hace varias semanas se presionó para que dejase el poder, no todos los países coincidían, ya que sus lobbies de poder económico tenían miedo por perder algunos dólares. En ese momento hubiese sido alcanzable el acuerdo, pero como se quería jugar con toda la baraja, ante las dudas se movió ficha antes de tiempo hacia el tribunal de Derechos Humanos. Y claro, aunque a él se le hubiese podido presionar, al resto de la familia no, porque son tan culpables como él y porque sus pingües beneficios son compartidos. Así que el resultado fue un encasquillamiento en que la familia se niega a perder. Ahora tenemos (tienen algunos, mejor dicho) sus cuentas bancarias bloqueadas, el petróleo viene de otros lugares y nos cuesta un poquito más, y la guerra que se va a generar justificará el ardor patrio y el crack económico que ya se había generado desde hace años en Europa. De paso se tapará lo que ocurre en Japón, que además de desastre nuclear y humanitario lo es en la economía, y nos exigirán más esfuerzos para comprar armamento, claro. Algun@s morirán y ensalzaremos la bandera, mientras otros se afilan las uñas y otros se frotan las manos.

Ahora, el gobierno del PSOE en España, ondea la bandera de Naciones Unidas, como una auténtica patente de corso. Pese a todo, y aunque ninguna bandera justifica una guerra, resulta que los mandatos de la ONU son dos: impedir los bombardeos aéreos sobre la población de Benghazi e impedir que haya dispositivos militares que masacren a esos civiles. Ninguno de ellos les da autorización para bombardear objetivos civiles y de gobierno en Trípoli, como han estado haciendo la pasada noche, ni a actuar contra Gadafi y su Estado por la vía militar. Eso ni siquiera es establecer una zona de exclusión aérea, que es el acuerdo real de Naciones Unidas.

Los gobiernos que encabezan esta tropelía ya dicen que van a intervenir en la línea que vienen haciéndolo, lo cual es también delito de guerra, pero Zapatero se aznarizó, y ahora las caretas están quitadas. Pasará a la historia como uno de los grandes miserables de nuestro país.

Por todo eso, sigo diciendo ¡No a la Guerra!, a la vez que digo que no admitiré ninguna manipulación de miserables que convierta a uno como Gadafi en héroe, en rojo revolucionario de toda la vida, o en defensor del pueblo amparado por el suyo. Venga de donde venga, porque todas vienen igual.

Recordemos que este individuo, pese a tener un ejército en el que el servicio militar dura varios años, está rodeado y defendido por mercenarios extranjeros, lo que indica la confianza que tiene en los suyos y el apoyo con el que cuenta entre la población. Que la economía no ha revertido en el pueblo es algo que sabe todo el mundo, y que no ha dudado en matar, encarcelar o reprimir a quienes le son molestos.

Me niego a apoyar la entrada en una guerra o a defender la indecencia de un dictador como alternativa a lo primero, y no dejo de preguntarme ¿qué ocurriría si quisiéramos cambiar a nuestro jefe de Estado deshaciéndonos de la oportunista familia real y poniéndola de patitas en la calle? Me temo que, desde fuera, unos nos tildarían de marionetas al servicio de los intereses otros países, en tanto que otros nos bombardearían a tod@s para posicionarse. Ahora que ya recuerdo, esto lo hicieron la última vez que jubilamos a la corona española.

¡No a la Guerra!



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