jueves, 28 de abril de 2011

NUEVAS PERSPECTIVAS PARA CUBA TRAS EL CONGRESO DEL PARTIDO COMUNISTA

El sexto congreso del Partido Comunista de Cuba abre nuevas perspectivas para la nación caribeña

¿Zanjón o Baraguá?





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14:11h. del Miércoles, 27 de abril
Guillermo Nova | La República | La Habana

El esperado sexto congreso del Partido Comunista de Cuba, centró la atención mundial sobre las perspectivas de futuro del proceso revolucionario en el país caribeño, marcado por los debates sobre los denominados cambios, reformas, transición o actualización del modelo, según el analista consultado.

Más allá de la discusión sobre el cambio generacional, realmente lo que se debatió en Cuba fue la búsqueda de un consenso sobre el país que quieren los cubanos, donde se mantendrán los logros sociales pero se abrirá la economía a la iniciativa privada de los trabajadores por cuenta propia.



Los mil delegados eligieron un Comité Central heterogéneo y joven, donde la presencia de la mujer se triplicó respecto al periodo anterior y la representación de los negros y mestizos aumentó un 10 por ciento.

En su mayoría son profesionales preparados y con estudios superiores y están llamados a ser la cantera del futuro de la Revolución, relevo que se hace cada vez más presente ahora que se han limitado a 10 años, dos mandatos de cinco años consecutivos, el tiempo de permanencia de todos los cargos públicos.

El verdadero congreso sobre los cambios económicos se debatió previamente en miles de asambleas abiertas en los barrios y centros de trabajo, en las que el futuro de la cartilla de abastecimiento, la autorización para la compra y venta de casas y vehículos y las nuevas licencias para trabajadores por cuenta propia centraron los debates.

Si bien hubo disparidad de opiniones, algunas hasta sorprendentes como fue el caso de la de un vecino, del municipio capitalino de 10 de octubre, que se quejó amargamente de no poder comprarse un yate.

Este apasionado de la náutica trabaja para la representación de una empresa extranjera y no entendía que si tenía el dinero para adquirirlo, la legislación actual le impidiera poder pasearse en la embarcación.

Mientras el resto de vecinos que asistían al debate, estupefactos por la sorprendente propuesta estaban más preocupados, como pasó en la mayoría de los encuentros, por la retirada de la cartilla de abastecimiento, que aunque sus productos fuertemente subvencionados como el arroz o el aceite no alcanzan para todo el mes, al menos significan una ayuda importante.

La apuesta por el socialismo tropical

La opción de convertirse, como otros países centroamericanos, en una maquila barata y de rápida exportación al mercado norteamericano de bienes de equipo, como lavadoras, automóviles o tostadoras, fabricando productos de poco valor añadido pero competitivos por sus bajos costes laborales, no está entre las apuestas de Raúl Castro.

La gran diferencia con los países del socialismo asiático es que estas son naciones de cientos de millones de trabajadores y a la vez consumidores, las cuales llevan décadas absorbiendo las deslocalizaciones de las multinacionales que buscan mano de obra calificada y “disciplinada”.

En un país como Cuba, con poca población y escasa demanda interna, la cercanía a estos proyectos socioeconómicos se centra más en la voluntad de crear un sector estatal que intervenga en la economía y controle los sectores estratégicos para garantizar la soberanía.

Para conseguirlo Raúl Castro apuesta por una mayor autonomía de la administración pública en la toma de decisiones, en la que el Partido tiene que jugar un papel orientador, legitimado en la autoridad moral ganada ante la población con el ejemplo y el sacrificio.

El debate de los derechos humanos

Durante los debates internos que se realizaron irrumpió como factor externo la cuestión de la violación de los derechos humanos en la Isla. Las damas de blanco hasta hacía poco tiempo desactivadas empezaron a coger de nuevo protagonismo.

Las negociaciones tripartitas entre el gobierno cubano, la Iglesia católica y el canciller español Miguel Ángel Moratinos consiguieron la liberación de 127 opositores presos que pudieron viajar a España acompañados de 750 familiares buscando mejores oportunidades en la vida.

Recientemente la decisión se amplió incluso a presos por acciones violentas como Efraín Rivas, el cual en una incursión armada desde la Florida tiroteó en 1996 las instalaciones del hotel Meliá Las Américas, en el balneario de Varadero.

Con este complejo proceso negociador, las autoridades cubanas desmontaron las acusaciones de la falta de respeto a los derechos humanos en la Isla.

Mientras el mantenimiento de la Posición Común de la Unión Europea contra el país antillano, la cual es subsidiaria del bloqueo norteamericano, dejó al descubierto la verdadera apuesta política de injerencia hacia la Isla.

La propuesta no es nueva en la historia de Cuba; en 1878 los líderes mambises firmaron con el general español Arsenio Martínez Campos el pacto de Zanjón, por el que se alcanzaba la paz sin la independencia del país ni la abolición de la esclavitud.

A pesar del desgaste de la guerra, Antonio Maceo desde Oriente lanzó la protesta de Baraguá, por el que los cubanos juraron estar dispuestos a continuar la lucha hasta lograr la plena independencia. En 1898 la consiguieron aunque tuvieron que esperar hasta el primero de enero de 1959 para alcanzarla plenamente.

Un veterano dirigente sindical español recientemente me comentaba que los cubanos durante estos cincuenta años de lucha frente a un gigante como Estados Unidos, se habían ganado por esfuerzo propio el derecho a decidir por sí mismos su futuro y si fuese el caso “incluso a equivocarse”.



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