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domingo, 9 de junio de 2013

Pensiones: ¿demografía o lucha de clases?




Blog de Juan Torres López



Pensiones: ¿demografía o lucha de clases?




Los bancos y las grandes compañías de seguros (cuyos representantes tienen amplia mayoría en el grupo de sabios que creó el gobierno para que proporcionara las claves de la nueva reforma) llevan muchos años tratando de gestionar en provecho propio el gran volumen de fondos que mueven las pensiones públicas. Con tanta liquidez como la que maneja la seguridad social se pueden obtener grandes ganancias en unos mercados financieros como los de hoy día, en donde las nuevas tecnologías permiten invertir con rentabilidad a una velocidad de 250 millones de dólares por segundo.
Pero las pensiones públicas son un derecho muy querido por la población y un instrumento que la gente sabe que es el más eficaz para evitar la pobreza de la mayor parte de nuestros mayores: ¿cuántas personas ganan lo suficiente como para ahorrar con su solo sueldo mientras trabajan lo suficiente para vivir con dignidad cuando se jubilan?
Por eso les resulta tan complicado a bancos y seguros conseguir directamente la opción a la que realmente aspiran, privatizar las pensiones públicas para gestionarlas por entero. Y por eso es por lo que han tenido que elegir un camino intermedio, debilitar progresivamente al sistema público para que la gente, temerosa de que sea insuficiente para garantizarle una vejez decente, trate de cubrirse las espaldas (quienes pueden) ahorrando en planes privados.

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sábado, 8 de junio de 2013

Cuestionando la sabiduría convencional sobre las pensiones

Cuestionando la sabiduría convencional sobre las pensiones




Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University

En la discusión actual sobre la supuesta inviabilidad del sistema de pensiones públicas se está haciendo toda una serie de aseveraciones, reproducidas algunas de ellas por la llamada Comisión de Expertos sobre las Pensiones, que requieren una reconsideración a la luz de la evidencia existente. En tal discusión se asumen erróneamente varias suposiciones, presentándolas como hechos y realidades, cuando en realidad la evidencia científica existente las cuestiona. Entre ellas están las siguientes declaraciones:

1. El hecho de que la esperanza de vida de los españoles haya crecido seis años en los últimos treinta años quiere decir que las personas ancianas viven seis años más. Esto no es así. Hay que saber cómo se calcula la esperanza de vida. Si España, por ejemplo, tuviera solo dos ciudadanos, uno la Sra. García, que vive hasta que tiene 80 años, y otro, el pequeño Juanito, que muere al poco de nacer, entonces la esperanza de vida promedio de España sería (80+0)/2=40 años. Suponga el lector que treinta años más tarde España continuara teniendo solo dos ciudadanos. Uno la Sra. Pérez que, como la Sra. García, muere a los 80 años, y el otro ciudadano, Manuel, que vive hasta los 20 años. La esperanza de vida de esta España reciente sería de (80+20)/2=50 años, es decir, diez años más que la España de ayer. Pero esto no quiere decir, como constantemente se malinterpreta, que la Sra. Pérez viva diez años más. En realidad, continúa muriendo a los 80 años. Lo que ocurre es que el bebé que moría antes, ahora ya no muere y vive 20 años más.

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miércoles, 24 de abril de 2013

Marx, Kalecki, Keynes y la estrategia socialista: la superioridad de la economía política del trabajo sobre la economía política del capital.




John Bellamy Foster

Marx, Kalecki, Keynes y la estrategia socialista: la superioridad de la
economía política del trabajo sobre la economía política del capital.

(El gran debate de la izquierda del siglo XX, revisitado)

Para ver con perspectiva histórica el estancamiento económico que afecta a los EEUU y a
otras economías capitalistas avanzadas hay que retrotraerse a la grave desaceleración de
1974-75, que marcó el fin de la prosperidad de posguerra. La interpretación dominante de la
recesión de mediados de los 70 dice que el pleno empleo de la primera época keynesiana
sentó las bases de la crisis al robustecer la posición del trabajo en relación con el capital. [1]
Según han venido sosteniendo muchos destacados economistas de izquierda cuya visión no
difiere en este punto de la corriente académica dominante, el problema era la existencia de una
clase capitalista “demasiado débil” y una clase obrera “demasiado fuerte”. [2] Con distintas
pruebas empíricas, se atribuía comúnmente la caída a un aumento de la participación salarial
en el ingreso, con la consiguiente contracción de los beneficios empresariales. Lo que ha
venido en llamarse “teoría de la crisis por contracción de beneficios”. [3]
La Monthly Review jugó un papel clave en la introducción de una variante radical de la
perspectiva de la “contracción de beneficios causada por el pleno empleo” en los EEUU
publicando en su número de octubre de 1974 el artículo seminal de Raford Boddy y James
Crotty “Class Conflict, Keynesian Policies, and the Business Cycle” [Conflicto de clase, políticas
keynesianas y ciclo económico] [4] Ese artículo iluminaba el bien establecido hecho de que los
salarios y los costes de mano de obra por unidad crecen cuando se acerca el pico máximo del
ciclo económico, apuntando indiciariamente al colapso del auge. Sin embargo, los autores
pasaron a sugerir que el incremento de la participación salarial en el ingreso en condiciones de
pleno empleo era responsable en buena medida del gran declive económico entonces en
curso. “Los capitalistas –escribían—, guiados por algo más que su instinto de clase, piensan
que el pleno empleo sostenido es manifiestamente absurdo… La maximización de beneficios
precisa evitar el pleno empleo sostenido”. Al sostener eso, los autores opusieron su perspectiva
a la del gran economista marxista polaco Michał Kalecki, así como a las posiciones de Josef
Steindl y Howard Sherman. [5]

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jueves, 18 de abril de 2013

El legado económico de la Sra. Thatcher, reina madre de la austeridad y la financiarización globales





El legado económico de la Sra. Thatcher, reina madre de la austeridad y la financiarización globales

 Michael Hudson · Jeffrey Sommers


Normalmente observamos la convención de abstenerse de hablar mal de los que acaban de morir. Pero es lo más probable que la propia Margaret Thatcher no tuviera nada que objetar a un epitafio centrado en el legado económico de su profesado objetivo político: desmantelar “irreversiblemente” el sector público británico. Atacando la planificación central estatal, lo que hizo fue desplazar esa planificación para dejarla en unas manos financieras harto más centralizadas: una City de Londres no estorbada económicamente por la regulación financiera y “libre” de cualquier regulación antimonopólica seria de precios.

La Sra. Thatcher transformó el carácter de la política británica encabezando un gobierno parlamentario democráticamente elegido que permitió a los planificadores financieros desbaratar el sector público con el asentimiento popular. Como su coetáneo, el actor Ronald Reagan, narró un atractivo cuento, cuya trama era la recuperación de la economía. La realidad, ni que decir tiene, resultó en un encarecimiento del coste de la vida y del coste de la actividad empresarial. Pero ese juego de suma cero convirtió las pérdidas económicas en inopinadas ganancias para la feligresía del Partido Conservador en el sector bancario británico.
Al poner con precios de barato en almoneda British Telephone y otros grandes monopolios públicos, dio a entender que los consumidores serían los grandes beneficiarios, y no las grandes entidades financieras. Y al dar a los suscriptores una asombrosa comisión del 3% (basándose en el antecedente de la salida a bolsa de empresas incipientes mucho más pequeñas), la Sra. Thatcher presidió el inicio de la Gran Polarización británica entre el 1% acreedor y el 99% crecientemente endeudado.
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miércoles, 17 de abril de 2013

TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN La verdadera iglesia de los pobres



 TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN

La verdadera iglesia de los pobres


El papa Francisco dijo, el sábado 16 de marzo, querer "una iglesia pobre, para los pobres". El primer papa latinoamericano, Francisco, parece querer distinguirse de las ideas y prácticas de su predecesor, refiriéndose a San Francisco de Asís y poniendo la pobreza en el centro de su pontificado. Por ser también de origen sudamericano, ¿está cercano a la teología de la liberación? Nos permitimos dudarlo.

Lo que se designa habitualmente por teología de la liberación –un corpus de textos producidos desde 1971 por figuras como Gustavo Gutiérrez, Hugo Assmann, Frei Betto, Leonardo Boff, Pablo Richard, Enrique Dussel, Jon Sobrino, Ignacio Ellacuría, por no citar más que los más conocidos– no es sino la expresión intelectual y espiritual de un amplio movimiento social, nacido al menos una decena de años antes, que se manifiesta a través de una tupida red de pastorales populares (de la tierra, obrera, urbana, indígena, de la mujer), de comunidades eclesiales de base, de grupos de barrio, de comisiones justicia y paz, de formaciones de Acción Católica, que han asumido de forma activa la opción preferencial por los pobres.
No bajo la forma tradicional de la caridad, sino como solidaridad concreta con la lucha de los pobres por su liberación. Sin la práctica de este movimiento social –que se podría llamar cristianismo de la liberación–, no se pueden comprender fenómenos sociopolíticos tan importantes en la historia reciente de América Latina como el ascenso de la revolución en América Central –Nicaragua, El Salvador–, la emergencia de un nuevo movimiento obrero y campesino en Brasil, o el levantamiento zapatista de Chiapas.

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martes, 9 de abril de 2013

Thatcher o el egoísmo brutal







Thatcher o el egoísmo brutal


nuevatribuna.es
Opinión
Pedro L. Angosto
09 Abril 2013 - 11:19 h. @PLAngosto

No puedo decir, y no lo diré porque caería en un ejercicio de hipocresía que no estoy dispuesto a asumir, que sienta la muerte de Margaret Thatcher, su desaparición es para mí una inmensa alegría, pero habría sido mucho más gozosa su no existencia.



Como decía Le Goff en su biografía de San Luis, los hombres son hijos de sus padres, pero también de su tiempo, y en ese contexto la figura de la primera ministra inglesa es paradigmática puesto que está en el origen de la involución que en todos los sentidos de la vida ha sufrido el mundo desde que llegó al poder.



Representante del sector más reaccionario de la clase media inglesa, esa que salva a la reina de cualquier mal, que simboliza en ella la grandeza de un imperio siempre vivo y dispuesto a hacer daño en cualquier parte del mundo para salvar el interés nacional de las clases privilegiadas, Thatcher fue una profunda antieuropeísta que sólo aceptó de la idea de Europa, que por entonces parecía avanzar con fuerza, lo que le convino, negándose a cualquier cesión de soberanía para formar una entidad política superior que, muy probablemente, habría evitado el colapso en el que hoy vive nuestro continente. Bien es verdad que el cheque británico, la insolidaridad institucional, el egoísmo brutal que su política representó no habría sido posible en ningún caso sin la blandura de Mitterand y otros líderes europeos que querían a toda costa que Gran Bretaña formase parte de una Europa a la que no quería pertenecer, accediendo a sus exigencias para convertirse en el Caballo de Troya de Estados Unidos dentro de lo que luego sería la Unión Europea: Estados Unidos nunca quiso una Europa fuerte, unida, con un modelo propio de democracia radicalmente diferente al suyo, por eso hizo lo posible para hacerla saltar por los aires en Los Balcanes y con la ampliación a los países del Este, pero su objetivo nunca se habría cumplido del todo sin la inestimable ayuda de Thatcher quien una vez y otra boicoteó de modo sistemático cualquier avance en el camino de la unidad europea sin que nadie se atreviese a decirle esto es así, o lo tomas o lo dejas.

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Gran Bretaña: La austeridad, la izquierda y la Asamblea Popular





Gran Bretaña: La austeridad, la izquierda y la Asamblea Popular


Chris Nineham · · · · ·



07/04/13




El próximo 22 de junio se reunirá en Londres la Asamblea Popular. Miles de personas que se oponen a los recortes de la Coalición gobernante acudirán para elaborar una estrategia para derrotar a las políticas de austeridad, y por ende, al gobierno. Esperar hasta las elecciones de 2015 no es una opción. Sería permitir daños irreparables. Y mucha gente, más allá de la izquierda radical, duda que un gobierno Miliband, sin una fuerte presión desde abajo, haga mucho por aliviar el sufrimiento causado por la austeridad colectiva.



Este proyecto de Asamblea Popular debe ser la prioridad número uno para los socialistas. A la izquierda se le puede reprochar que tras cinco años de una catastrófica crisis no haya logrado coordinar una respuesta a este gobierno de los ricos. Ahora tenemos la oportunidad, y debemos aprovecharla. La izquierda sólo será relevante si demuestra que puede transformar el mundo real, si puede proporcionar un poco de esperanza.



Pasar al ataque



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domingo, 31 de marzo de 2013

La deuda y la supuestamente anticuada lucha de clases



 La deuda y la supuestamente anticuada lucha de clases




Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 28 de marzo de 2013



Este artículo señala que la deuda privada es mucho mayor que la deuda pública y que se debe, en parte, al descenso de la capacidad adquisitiva de la población como resultado del descenso de las rentas del trabajo a costa del aumento de las rentas del capital.



Juan Torres, en un excelente artículo publicado en Público (24.03.13), titulado La guerra mundial de la deuda señalaba que el mayor problema existente hoy en el mundo referente al crecimiento de la deuda no es la deuda pública, como constantemente subrayan la mayoría de medios de información, sino la deuda privada, la cual ha alcanzado unos niveles inasumibles en la práctica totalidad de países a los dos lados del Atlántico Norte. Según el Banco Internacional de Pagos (BIP), la deuda total privada de los países de la Eurozona es de 15,7 billones de euros, una cantidad que es casi el doble de la riqueza de los países de tal zona monetaria, medida por su PIB (8,7 billones de euros). Un tanto semejante ocurre en EEUU, cuya deuda privada es de 24,98 billones de dólares, que es muy superior a su PIB, que es de 16 billones de euros.



Y lo que es también alarmante, como subraya Juan Torres, es su elevado crecimiento. Según el BIP, la deuda privada en la Eurozona se ha duplicado en los últimos nueve años, una situación que se ha producido también con la deuda privada de EEUU, que se ha doblado en nueve años.



Otro dato de gran importancia es que la deuda de los hogares, que históricamente era mucho más baja que la deuda empresarial, se ha incrementado mucho más rápidamente que esta última. La explicación de todo este proceso es fácil de encontrar, aunque raramente la verá en los medios de mayor difusión, altamente influenciados por los grupos financieros y empresariales que dominan la vida económica del país y que están entrelazados con tales medios (un ejemplo de ello: el dueño de La Vanguardia, el conde de Godó, es el vicepresidente de CaixaBank, el mayor grupo financiero de Catalunya).

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sábado, 30 de marzo de 2013

Los retos del Foro Social Mundial de Túnez 2013




Los retos del Foro Social Mundial de Túnez 2013


Gustave Massiah…        




El Foro Social Mundial (FSM) de Túnez, que tendrá lugar entre el 26 y el 30 de marzo de 2013,

será una oportunidad para la convergencia de los movimientos sociales y ciudadanos que

inscriben su acción en una perspectiva altermundialista. Partiendo del análisis hecho por los

propios movimientos, el FSM ofrecerá la oportunidad de pensar la evolución de la situación

mundial, haciendo hincapié en la manera de reforzar el proceso al servicio de los movimientos

sociales y ciudadanos, de sus movilizaciones, de sus luchas y de las alternativas que traen

consigo.

Entre las cuestiones que se pondrán sobre la mesa, se pueden citar la evolución de la situación

mundial, la estrategia de los movimientos, la evolución de las primaveras árabes, el nuevo ciclo

de luchas y de revoluciones y la evolución del proceso de los foros sociales mundiales.

Los movimientos y la evolución de la situación mundial

El FSM de Túnez permitirá que los movimientos confronten, a partir de sus situaciones, sus

apreciaciones sobre la evolución del estado del mundo. Pese a la profundidad de la crisis, la

burguesía financiera sigue todavía en el poder y la lógica dominante sigue siendo la de la

financiarización. Pero la mundialización está evolucionando, y sus contradicciones aumentan

hasta el punto de que se está traduciendo en una diferenciación de las situaciones de las

distintas regiones del mundo: una suerte de deriva de los continentes. Cada gran región

evoluciona con dinámicas propias, y los movimientos sociales aspiran a adaptarse a estas

nuevas situaciones. Finalmente, esta evolución modifica las condiciones de la convergencia de

los movimientos.

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sábado, 16 de febrero de 2013

Hechiceros de la economía, PYMES y empleo

Alberto Garzón

Las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional para los países de la eurozona son el mejor reflejo de una política económica inspirada más en la ideología –en el modelo de sociedad que se pretende alcanzar- que en los datos económicos. Y sorprende porque precisamente lo que se vende es lo contrario, es decir, que estamos ante políticas neutrales desde el punto de vista ideológico y puestas en marcha por tecnócratas ajenos al juego político. Obviamente, nada más lejos de la verdad.
Por un lado, estas políticas estén resultando contraproducentes de acuerdo con los objetivos oficiales de creación de empleo y recuperación del crecimiento económico. Las recomendaciones oficiales del FMI –que es parte de la llamada troika- se recargan de retórica económica para anunciar que, en caso de seguir sus instrucciones, devendrá la esperada y deseada salida de la crisis. Pero en realidad nunca llega tal meta. Baste un ejemplo entre tantos. En el año 2010 el FMI anunció que Grecia decrecería un 2’6% en 2011 y que saldría de la crisis en 2012 creciendo al 1’1%. Hoy sabemos que Grecia decreció un 6’9% en 2011 y otro 6% en 2012. No parecen atinar muy bien estos expertos.
Por otro lado, estas políticas están enmarcadas en lo que se ha convenido en llamar planes de ajuste. Estos planes de ajuste se caracterizan por exigir la consolidación fiscal (reducción de la deuda pública, reducción del gasto público e incremento de los impuestos indirectos), el control de la inflación, reformas en el mercado de trabajo (reducción salarios públicos, reducción poder sindicatos, reducción prestaciones por desempleo) y reformas sociales (fragmentación educación, elevación edad jubilación, etc.). Hablamos del mismo tipo de políticas aplicadas en los años 80 en América Latina, entonces bajo el abrigo del llamado “Consenso de Washington” y que empujaron al continente entero a lo que luego se llamó la “década perdida”.


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lunes, 16 de abril de 2012

EL PRESUPUESTO DEL GOBIERNO RAJOY NO ES BUENO PARA ESPAÑA

El presupuesto del Gobierno Rajoy no es bueno para España

Economia política, Europa, Neoliberalismo y Globalización, Política Catalana, Política Española

Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario digital EL PLURAL, 16 de abril de 2012

Este artículo analiza los supuestos erróneos que guían el diseño del presupuesto propuesto por el gobierno Rajoy, y que dañarán extensamente tanto la eficiencia de la economía española como la calidad de vida de las clases populares de España.
Juan Torres, entre muchos otros economistas, ha señalado las enormes contradicciones existentes entre las promesas hechas por el Partido Popular, claramente descritas en su programa electoral y en los discursos del candidato Rajoy durante la campaña electoral, y las políticas llevadas a cabo por tal partido una vez en el gobierno. Tales contradicciones no pueden atribuirse a un error de cálculo, sino a una estrategia bien definida de realizar lo que estaban ya preparados para imponer a la ciudadanía española, ocultándolo con promesas que se han convertido en enormes falsedades. Nunca antes durante el periodo democrático, un gobierno había roto con mayor cinismo (y no hay otra manera de definirlo) las promesas realizadas durante la campaña electoral.

Este comportamiento ha alcanzado cotas hasta ahora desconocidas en la vida política de España durante el periodo democrático. La supeditación de la vida pública del país para satisfacer las necesidades partidistas del partido gobernante, ha llegado a niveles desproporcionados, que ha tenido un impacto opuesto al deseado. Retrasar, por ejemplo, la presentación del presupuesto para el día después de las elecciones andaluzas y asturianas, con el fin de ocultar las políticas sumamente impopulares, subestimó dramáticamente la inteligencia de la población española, y muy en especial de las clases populares, hecho que, aún siendo generalizado entre las élites políticas y mediáticas del país, alcanzó niveles democráticamente intolerables para un gobierno. Este retraso en facilitar la información tuvo predeciblemente el impacto opuesto al deseado por el manipulador gobierno Rajoy. La población andaluza y la asturiana se alarmaron al querer ocultárseles el presupuesto, pues muchos concluyeron que sería un presupuesto malo para sus intereses y eso afectó al comportamiento electoral de manera opuesta al deseado.



Tal retraso afectó también muy negativamente a la imagen del gobierno, perdiendo credibilidad internacional, causa, en gran parte, de que la prima de riesgo se disparara ocasionando un problema grave en el pago de la deuda pública española. Este periodo de silencio intentaba compensarlo Rajoy con declaraciones (que suponía, erróneamente, que podrían mantenerse confidenciales) a las élites de la Comisión Europea y del BCE, en las que afirmaba que el programa de reformas sería muy “agresivo” (término utilizado por el Ministro de Economía, el Sr. Luis de Guindos) en contra de los trabajadores, y que le “costaría una huelga general” (como indicó el presidente Rajoy). Estas declaraciones querían tranquilizar a sus superiores, diciéndoles que tuvieran confianza en él, que sería duro con las clases populares. Era el caso extremo de lo que Noam Chomsky llama la guerra de clases unilateral que se convirtió en bilateral a partir de la huelga general (ver su prólogo en el libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar en España, de Navarro V., Torres, J. y Garzón A.). El gobierno Rajoy es, sin duda, el más agresivo contra la España Social que haya existido en el periodo democrático y sus propuestas presupuestarias tendrán un impacto enormemente negativo para la gran mayoría de la población española.


Veamos los datos. El mensaje que el presupuesto del gobierno transmite es que el gobierno Rajoy quiere dar la imagen de que el mayor problema que tiene España es el elevado déficit público, y que para resolverlo hay que recortar dramáticamente el gasto público, incluyendo el gasto público social (que ya es el más bajo de la Unión Europea de los Quince, el grupo de países de la UE con un nivel de desarrollo económico semejante al de España). Estos recortes, además de desproporcionados, son indiscriminados, recortando incluso componentes del gasto esenciales tanto para estimular la economía como para resolver el enorme problema del desempleo, que es el mayor problema económico y social que tiene España. Recortar el gasto en infraestructura, I+D y educación, junto con el gasto en formación profesional, es suicida. Y empleo este término con todo rigor, pues tales medidas empeorarán dramáticamente las posibilidades de que la economía se recupere y con ello baje el déficit. La experiencia griega es el caso más claro del error de tales políticas. También muestra una enorme insensibilidad social, recortando gastos en sectores esenciales de ayuda a las familias españolas, como la sanidad y los servicios de dependencia, sobrecargando con ello a las familias (y en España, decir familia quiere decir mujer). Son unos presupuestos antisociales, anti-familias y anti-mujer. Sus medidas antisociales contribuirán al desempleo, pues destruyen empleo en los escasamente desarrollados servicios públicos del Estado del Bienestar (España tiene el porcentaje de la población adulta que trabaja en los servicios públicos del Estado del Bienestar más bajo de la UE-15). Es un presupuesto hostil al subdesarrollado Estado del Bienestar español, forzando a las Comunidades Autónomas (que gestionan la mayoría de los servicios públicos y transferencias del Estado del Bienestar) a unos recortes que no podrán absorber.


Pero la mayor incoherencia del presupuesto aparece en el capítulo de ingresos. Es bien conocido que hay tres maneras de reducir el déficit público. Una es estimulando la economía, creciendo económicamente, lo cual este presupuesto no conseguirá. Antes al contrario, este presupuesto aumentará más la recesión. La otra manera es reduciendo el gasto público, que es la vía escogida por este gobierno, medida que será contraproducente, pues al eliminar elementos estimuladores de la economía (consecuencia de la manera indiscriminada en que se han hecho tales recortes), la reducción del déficit será muy limitada (sin excluir su empeoramiento), como muestra claramente el caso griego. Y la tercera manera es aumentando los ingresos al Estado mediante aumento de los impuestos. Pues bien, en contra de lo que se ha publicado, este presupuesto recorta los impuestos en lugar de aumentarlos. Veamos. Las medidas impositivas del gobierno Rajoy se dividen en medidas estructurales, es decir, medidas que durarán muchos años, y medidas coyunturales, es decir, sólo por un par de años o poco más. Ni que decir tiene que las intervenciones más importantes para definir el déficit estructural son las intervenciones estructurales, no las coyunturales. Pues bien, el gobierno Rajoy ha disminuido los impuestos para las rentas superiores y medias, desgravando la compra de la vivienda, y ha bajado las deducciones fiscales por gastos financieros que favorece a las rentas superiores. Querer reducir el déficit estructural y a la vez bajar los impuestos estructurales es una contradicción y un enorme error.


La subida de impuestos del IRPF (que grava sobre todo a las rentas del trabajo) acentúa todavía más la dependencia de los ingresos del Estado de las rentas derivadas del trabajo, con el agravante de que el nivel formal de gravación para las rentas superiores es ficticio, resultado del impacto regresivo de las múltiples deducciones y artimañas legales que quedan permanentes. Y lo que alcanza niveles escandalosos es la política de corrección del fraude fiscal, pues favorece su permanencia y extensión, penalizando a los que no defraudaron a Hacienda y exigiendo tributaciones a los que defraudan muy por debajo de las exigidas al tributante promedio.


Es más, la mayoría del fraude fiscal (72%) en España, según los técnicos de Hacienda, procede de las grandes familias, así como de las grandes empresas que facturan más de 150 millones de euros al año y de la banca. A partir de estas medidas de “supuesta corrección del fraude fiscal”, tales grupos serán favorecidos para pagar menos impuestos de lo que pagan la mayoría de contribuyentes al fisco.


La evidencia acumulada es que el presupuesto del gobierno Rajoy es un medio para conseguir los objetivos políticos deseados, que consisten en debilitar al Estado del Bienestar y diluir la protección social. Los objetivos fiscales –la reducción del déficit- son imposibles de alcanzar con este presupuesto, pues la única manera de reducirlo es creciendo económicamente y creando empleo, incluso a base de hacer inversiones destinadas explícitamente a crear empleo, lo cual ni siquiera se considera en este presupuesto.


Una última observación. Soy consciente de que algunos lectores pueden considerar exagerada mi definición del presupuesto Rajoy como el más antisocial que haya existido en España durante la democracia. Invito a tales lectores a que miren los datos. Como bien mostró David Lizoain en su análisis “El disparate presupuestario español”, el gobierno Rajoy intenta reducir el déficit consolidado un 3,2% del PIB. Pero de estos recortes, el gobierno central sólo contribuye en la mitad. La otra mitad la tienen que realizar las CCAA (que como he indicado, son las que gestionan los servicios y gran parte de las transferencias del Estado del Bienestar), cuyo gasto es mayoritariamente social (un 60%). Sus exigencias a las CCAA sólo pueden atenderse con recortes sustanciales de tal gasto que, sin ninguna duda, originarán el debilitamiento del sector público, con el enriquecimiento del sector privado, y muy en particular de los bancos y de las compañías de seguros que han deseado el desmantelamiento del Estado del Bienestar desde años. Lo dijo con toda claridad el Presidente del Banco Central Europeo, el Sr. Mario Draghi, en una entrevista al Wall Street Journal (24.02.12) cuando indicó que el Estado del Bienestar europeo no era viable. Y puso como condición para comprar deuda pública española que se privatizara el Estado del Bienestar, lo cual el gobierno Rajoy está haciendo a pies juntillas. Así de claro.



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CONTRA LOS PRESUPUESTOS DE LA INJUSTICIA








Contra los presupuestos de la injusticia....

CONTRA LOS PRESUPUESTOS DEL ESTADO, MÁS JUSTICIA Y NUEVAS FORMAS DE ACTIVIDAD ECONÓMICA

Los Presupuestos Generales del Estado que acaba de presentar el Gobierno del Partido Popular han sido calificados por el Ministro de Asuntos Exteriores como “de guerra”, aunque se le olvidó señalar que son, efectivamente, de guerra pero contra las clases trabajadoras, contra los pensionistas y jóvenes, contra la inmensa mayoría de las familias, contra las pequeñas y medianas empresas que crean empleo, contra los trabajadores autónomos y contra la propia economía española en su conjunto, que una vez más queda sometida a los intereses de los grandes poderes empresariales y financieros.

Se trata de unos Presupuestos que recortan los gastos destinados a financiar el bienestar social y también los que necesitan las empresas y los trabajadores para generar actividad económica y empleo, de manera que con toda seguridad van a llevar a la economía española a una recesión aún más fuerte y a una pérdida de cientos de miles de puestos de trabajo.

El Gobierno los justifica como necesarios afirmando que con ellos se podrá saldar en mejores condiciones el déficit público y de esa manera recobrar la senda de crecimiento económico pero lo cierto es que esto último será imposible con los recortes de gasto que contemplan y que las previsiones de ingresos que plantea van a ser insuficientes para generar recursos suficientes que alivien la carga de la deuda.

Los Presupuestos conllevan recortes de gasto brutales en partidas esenciales no solo para el bienestar sino para que la economía funcione. Sin necesidad de reproducir aquí el análisis exhaustivo que han hecho diversos analistas y organizaciones sociales y políticas, podemos simplemente señalar que se reducen casi al completo partidas como las de las políticas activas de empleo, los servicios de dependencia o los planes de creación de escuelas infantiles y que otras tan decisivas para nuestra economía y sociedad como las de impulso de la investigación, la educación, la salud, el apoyo a pequeñas y medianas empresas, o la lucha contra la violencia de género sufren recortes de incluso más del 30% en algunos casos, que van a hacer prácticamente imposible que se puedan mantener los niveles esenciales de provisión de esos servicios.


El Gobierno ha renunciando de nuevo, como ya sucedió con el anterior del Partido Socialista, a llevar a cabo una reforma fiscal que mejor el sistema impositivo en la línea de la equidad y la eficiencia recaudatoria, a pesar de que nuestro nivel de ingresos fiscales en relación con el PIB está muy por debajo de la media de las naciones de nuestro entorno a las que dicen que hemos de parecernos. En cuanto a política impositiva, además del aumento en el IRPF que aprobó en diciembre pasado y que en un 75% recaerá sobre las rentas del trabajo, el Gobierno prácticamente se ha limitado a realizar algunas modificaciones de segundo orden en el Impuesto de Sociedades que de ninguna manera evitan su problema principal: ser un gravamen que recae principalmente sobre las pequeñas y medianas empresas que crean empleo mientras que las grandes se benefician de deducciones que les permiten tener una carga mucho menor. Y, sobre todo, ha aprobado una vergonzosa regularización que es en realidad una amnistía fiscal para los defraudadores que no solo viola los principios más elementales de la igualdad de trato y de la justicia sino que, para colmo, ni siquiera va a suponer un incremento efectivo de la recaudación.

Además, las previsiones del Gobierno están claramente sobrevaloradas, de modo que se puede afirmar que con toda seguridad no se van a cumplir las estimaciones de ingresos previstas, precisamente porque las medidas de recorte del gasto van a producir una caída del PIB y, por tanto, una disminución de la recaudación mucho mayor de la estimada.
El hecho evidente de que ni siquiera sean unos Presupuestos que vayan a poder conseguir mejores condiciones para reducir el déficit, porque a la postre y a medio y largo plazo van a a hundir a la economía española en la depresión, nos lleva a denunciar lo que verdaderamente representan: la cesión vergonzosa de un gobierno ante la gran patronal y los poderes financieros que simplemente desean disponer de nuevos negocios privados donde antes había provisión de servicios públicos y, además, dejar aún más de contribuir a las finanzas públicas.

La prueba evidente de que estos Presupuestos no responden a un análisis serio de lo que necesita la economía española sino a la cobarde sumisión del gobierno ante los grandes poderes económicos es que una semana después de haberlos presentado y de manera improvisada se anunció un hachazo adicional de 10.000 millones de euros al gasto en sanidad y educación.

La promotora Estatal de las Mesas de Convergencia y Acción denuncian una vez más y ahora con motivo de la presentación de los Presupuestos las mentiras reiteradas que se lanzan a la población para ocultar los motivos reales de las políticas que se vienen llevando a cabo. No es verdad que se orienten a salir de la crisis sino a utilizarla como excusa para satisfacer aún más los intereses de los grupos oligárquicos que han adquirido un poder político decisivo y que están utilizando al Gobierno no solo para aplicar estas medidas de política económica tan lesivas para la inmensa mayoría de la sociedad sino para acabar lo más rápidamente posible con los ya de por sí escasos resortes democráticos existentes para canalizar la protesta y la rebeldía social.

Precisamente por ello llamamos a rechazar con urgencia estas medidas y concretamente los Presupuestos Generales del Estado. Reclamamos la voz de todas las personas “de abajo” de nuestra sociedad para generar una oleada de convergencia y acción en las calles, en los puestos de trabajo, en los centros de enseñanza, en los barrios y en todas las instituciones en donde puedan oírse para manifestar el rechazo a la injusticia y la inutilidad que suponen estos Presupuestos. Y también para difundir entre la ciudadanía las alternativas existentes: la reforma fiscal que haga pagar a las grandes empresas y patrimonios, la lucha contra el fraude fiscal y la economía sumergida, el repudio de la deuda ilegítima, la nacionalización de la banca que garantice la financiación de la actividad empresarial y la creación de empleo, la actuación del Banco Central Europeo como un auténtico banco central que nos evite ser esclavos de los mercados, la inmediata puesta en marcha de programas de estímulo de la actividad económica basados en la promoción del desarrollo sostenible y en el equilibrio con la naturaleza, o la promoción de nuevos tipos de actividades y fórmulas empresariales que signifiquen un auténtico cambio en nuestro modelo productivo, entre otras.

Comunicado de las Mesas Ciudadanas de Convergencia y Acción Abril de 2012



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domingo, 8 de abril de 2012

LA DEUDA PÚBLICA COMO MECANISMO DE TRANSFERENCIA DE RENTAS

La deuda pública como mecanismo de transferencia de rentas


Artículos de Opinión | Alberto Garzón Espinosa | 07-04-2012 |
Entre la ciudadanía hay un pensamiento generalizado que culpa de la crisis a los desmanes de los políticos y el gasto público. Se trata de un pensamiento claramente identificable con las tesis liberales según las cuales el gasto público debe ser mucho más bajo (lo que justifica los recortes) y que el mismo PP abandera en cada intervención. Por ejemplo, hoy mismo el PP ha comentado que “por culpa del expresidente [Zapatero] se ha incrementado el peso de la deuda pública en España” y que Sarkozy estaba acertando al señalar al gasto público como responsable de la crisis.

Ahora bien, todo este discurso es absolutamente ideológico y no se sustenta en ningún dato. Es aprovechado por el PP para justificar sus recortes de derechos y por UPyD para justificar su desbocado sentimiento centralista (al atacar directamente al sistema de financiación y gasto de las comunidades autónomas), pero siempre sin más instrumentos que el mero sentimiento o llamadas a las emociones primarias. Los datos, de hecho, corroboran que ese discurso está construido sobre una mentira.


Observad el siguiente gráfico, que muestra la cantidad de deuda pública en circulación. Está elaborado a partir de los datos de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2012, presentados el otro día.









Como se puede comprobar, la deuda pública se dispara después del estallido de la crisis y no antes. Es decir, la relación es exactamente la inversa a la que sugieren partidos como PP y UPyD. Por lo tanto la deuda pública no es la causa de la crisis sino que es precisamente la consecuencia de la misma.


Esto ya lo hemos explicado en detalle y con datos y gráficos

aquí (http://www.agarzon.net/?p=1224),

aquí (http://www.agarzon.net/?p=1156),

aquí (http://www.agarzon.net/?p=1720)

y aquí(http://www.agarzon.net/?p=1070).

En 2012 los intereses a pagar por la deuda pública serán de 28.848 millones de euros (para hacerse una idea, el recorte del PP es de 27.300 millones). Pero además el Estado se endeudará este año por un total de 186.100 millones de euros más (y si finalmente las previsiones del Gobierno no se cumplen estaremos ante una cantidad mayor), los cuales serán dedicados fundamentalmente para la refinanciación de la deuda (149.300 millones de euros). Es decir, el Estado se endeudará para pagar la deuda contraída antes. Y en la medida que suba la prima de riesgo esa refinanciación será más cara y la punción sobre el Estado será más grande.

Lo que me interesa señalar aquí es que precisamente la deuda pública se ha convertido en el mecanismo más efectivo de socialización de pérdidas y privatización de ganancias, es decir, de transferencia de dinero público a manos privadas. Está siendo el elemento de política económica más recurrido para cristalizar la inmensa estafa que está siendo esta crisis económica.

En el esquema adjunto aparece resumida la cronología de los fenómenos que he considero más importantes y que están vinculados a la deuda pública. Como se puede comprobar son los mercados financieros los que prestan el dinero necesario para que el Estado pueda seguir operando, pero a su vez exigen condiciones de ajuste que hacen cada vez más difícil devolver esos mismos préstamos. Es decir, los planes de ajuste recortan servicios públicos pero a la vez deterioran el crecimiento económico que posibilita que haya ingresos suficientes. Se entra en una espiral propia de las llamadas crisis de demanda.












En este punto el mecanismo de la deuda pública se convierte en una herramienta que ejerce una punción constante sobre el Estado que permite transferir dinero público a los bolsillos de los llamados mercados financieros (que son grandes bancos y grandes fortunas fundamentalmente). Se trata de un mecanismo de transferencia que los mercados tratan de consolidar a través de las instituciones políticas que dominan, a saber, la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo. Y mediante los parlamentos nacionales llevan a cabo las políticas para consolidar ese mecanismo y garantizar que sigue operando correctamente, es decir, que sigue absorbiendo toda la sangre posible del Estado.

En las actuales condiciones políticas y económicas estamos asistiendo a un descomunal saqueo que amenaza no sólo con descomponer los débiles cimientos en los que se mantenía la estructura económica europea sino también en destruir la cohesión social y desencadenar estallidos sociales de gran envergadura.

Y un elemento importante a destacar es que los parlamentos nacionales y por lo tanto los partidos políticos están siendo meros títeres de poderes no electos que tienen unos claros intereses económicos. La estrecha vinculación que existe entre los grandes partidos y las grandes empresas y fortunas no hace sino confirmar la existencia de una élite social y política con intereses de clase que domina e influye en todos los espacios políticos, la mayor parte de las veces sin legitimidad y en otras ocasiones con un decadente apoyo.

Fuente: http://www.agarzon.net/?p=1769


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viernes, 30 de marzo de 2012

SUN TZU Y EL ARTE DE LA HUELGA










Sun Tzu y el arte de la huelga



El concepto principal de «El arte de la huelga» es Shi-势 que, según el maestro Sun Tzu, expresa la energía conformada por el momento, la oportunidad y la conveniencia de una situación que está por acontecer. En este artículo nos basaremos en estos axiomas para presentar un pequeño mapa de situación sobre la huelga general.


0 – La crisis está demostrando el poder de los mercados, aquéllos que controlan las finanzas pueden provocar decisiones políticas a su favor. El dinero ficticio supera seis veces el que se puede oler y tocar. Los grandes beneficios se generan apostando en la bolsa. Y lo que cotiza en los parqués es todo aquello que nos rodea, lo que conforma la sociedad y el planeta: las mercancías que producimos y consumimos, las casas que habitamos, los ahorros que tenemos, los alimentos que comemos, la salud y la educación, el suelo y el agua, la energía, la comunicación, las modas, la música, etc.

La deuda pública, que ha aumentado debido principalmente a los rescates bancarios, es el instrumento de los mercados, y la excusa de los gobiernos, para imponer políticas que perjudican a la mayoría. Los ciudadanos tenemos pocas esperanzas depositadas en los políticos. Además de la económica, es evidente que existe una crisis de representación. Los partidos gobernantes están formados por una casta que está muy ocupada en devolver favores. Las grandes decisiones se toman en instituciones muy poco democráticas como la Comisión Europea o el FMI. Son muchas las personas que votan en blanco o nulo, se quedan en casa el día de las elecciones o van a votar con la nariz tapada. En cuanto a los sindicatos, es notorio que por diferentes razones no cubren la heterogénea gama de figuras laborales y de alguna manera las cúpulas de UGT-CCOO son parte de un modelo de concertación laboral que ha provocado el deterioro de las condiciones de muchos trabajadores y trabajadoras. «No nos representan», aquel lema coreado en las plazas de todo el país, señala un vacío, pero también expresa la existencia de una realidad social que no cabe en los pactos establecidos hace más de treinta años.


1 – Todo va muy rápido, no hay tiempo que perder, de aquí para allá, si quieres un salario tienes que adaptarte, ser flexible, emprender, formarte, saber manejarte en diferentes situaciones. ¿Quién soy? ¿A qué me dedico? No sé, me gusta hacer muchas cosas, he trabajado en tareas muy distintas y varias veces estuve en el paro. ¿Dónde empieza el trabajo y dónde acaba la jornada? El reloj de la fábrica se confunde con los que te encuentras en cada lugar de la ciudad, incluyendo los de tu propia casa. Procuras no agobiarte, sabes lo que hay aunque no te convence. Lo que pasa es que en ocasiones da miedo. La realidad laboral de cada vez más personas tiene poco que ver con un empleo fijo y las garantías que ello supone.

Los autónomos dependientes, las fijas discontinuas, los parados, los dueños de su propio y pequeño negocio, pero también aquéllos que tienen cierta estabilidad laboral, utilizamos las capacidades que nos caracterizan como seres humanos para conseguir un sueldo. Y estas capacidades tienen mucho que ver con las relaciones que establecemos con los demás, tales como la atención al público, la proximidad, los contactos, la comunicación o los cuidados. Es la vida puesta a trabajar y son aquellas actividades que producen sociedad las que van cobrando mayor importancia en el mercado laboral. Estas capacidades no nacen ni mueren en la empresa, ni pertenecen al trabajador o a la trabajadora como individuo aislado, sino que surgen y se transforman en relaciones sociales cotidianas ya sea a través de las redes sociales o de cuerpo presente.

2 – La producción de riqueza no se localiza fácilmente en determinados lugares, sino en territorios extensos, conectados a nivel global. Las ciudades se convierten en fábricas, compiten por atraer inversiones de grandes empresas financieras que necesitan servicios de seguridad, limpieza, diseño, asistencia jurídica o informática. Los turistas son otro reclamo, las calles se convierten en escaparates y las costumbres de los habitantes en un activo económico. Por poner un ejemplo, en la economía madrileña, que supone el 18% del PIB nacional, los servicios representan el 80% del empleo y dentro de esta categoría, los «servicios a las empresas» son ya el primer sector en la región con cerca de 600.000 trabajadores.

Las grandes corporaciones incluidas en el principal índice bursátil español, el IBEX 35, sumaron unos beneficios de 50.000 millones de euros durante 2010. Y todo ello a pesar de que la economía española permaneció prácticamente estancada y que la destrucción de pequeñas y medianas empresas continuó su avance durante todo ese año. De las 35 empresas incluidas en este índice, 23 tienen su sede en Madrid, y las otras 12 realizan buena parte de sus operaciones y servicios también desde sus sedes comerciales en la ciudad. La posición de Madrid como nodo de gestión, mando e intermediación en esta economía de flujos globales queda completada con el creciente papel que juega en la ciudad el turismo de negocios y el tránsito de personas gracias al aeropuerto de Barajas, que con cerca de 50 millones de pasajeros en 2010 se situa no muy lejos de los 66 millones de Londres-Heatrow, los 58 de París-De Gaulle, o los 53 de Frankfurt.

3 – Cuando las fábricas se dispersan en pequeños puntos de un territorio es mediante la comunicación y la movilidad como se conectan para producir. Como se ha demostrado en los últimos años, la comunicación y el transportes de personas y mercancías son estratégicos en la economía actual. En Francia, durante la huelga general de 2010, fue el bloqueo de las refinerías por parte de sus trabajadores lo que puso contra las cuerdas a Nicolas Sarkozy y su plan para aumentar la edad de jubilación. Hace pocos meses los camioneros italianos mantuvieron en jaque a Mario Monti mediante el cierre de los accesos a las grandes ciudades. En Madrid todavía recordamos la huelga de Metro que paralizó la ciudad durante tres días consecutivos.

Son los trabajadores relacionados con los medios de transporte los que tienen mayor capacidad para ejercer cierta presión, aunque sin un apoyo social masivo no pueden conseguir la victoria. Durante la huelga de Metro en Madrid, en junio de 2010, el ataque mediático y político buscaba poner a la ciudadanía en contra de los trabajadores, separando los intereses de ambos. Es aquí donde entra en juego la importancia de la comunicación como medio para conseguir alianzas entre amplios sectores sociales y un determinado grupo de trabajadores con capacidad para detener la circulación de personas y mercancías.

4 – No todo el mundo puede detener la circulación de mercancías y personas, pero en ocasiones quienes lo hacen no son transportistas, ni conductores, ni trabajadores de ninguna refinería. En Argentina, muchos desempleados, tuvieron que acudir a herramientas de presión acordes a su condición laboral. Para ello adaptaron los repertorios de lucha empleados por los indígenas bolivianos, acostumbrados a realizar cortes de rutas para conseguir sus demandas. Los piqueteros argentinos bloquean carreteras como medio de presión, pero este tipo de intervención lleva detrás una comunidad que decide cómo, cuándo y con qué objetivos se hace.

Otro ejemplo, un poco más heterodoxo, es una acción protagonizada por una comunidad de vecinos que amenazó al alcalde de Chicago con colapsar los baños del aeropuerto O’Hara si no atendía a sus demandas. No llegaron a ocupar los retretes porque con la amenaza bastó para conseguir los objetivos. Esta acción la cuenta Saul Alinsky, un community organizer que en su libro «Rules for Radicals: A Pragmatic Primer for Realistic Radicals» dice cosas muy interesantes, tales como que “el ridículo es el arma más poderosa”, que “una táctica es buena sólo si vuestra gente disfruta aplicándola” o que “un ataque sólo puede tener éxito si tenéis preparada una alternativa constructiva”.

5 – Los que no tenemos capacidad para detener el transporte pero soñamos con bloquear la circulación financiera, podemos hacer otras muchas cosas sin olvidar que lo importante es que cada vez seamos más. Las situaciones cambian si la mayoría de la gente se echa a la calle. Miles de personas en las plazas fue un forma de parar la ciudad, de detener por unos días ese ritmo que nos impide decir basta. En menos de un año hemos aprendido que no tenemos miedo si estamos juntos. Que no nos pueden criminalizar si somos miles. Que somos millones si abrimos espacios para encontrarnos. De aquellos días en las plazas surgieron nuevas conexiones, cooperación entre diferentes que tienen mucho que aportar. Los enjambres suelen estar dispersos pero cuando se agrupan tienen mucha potencia. Quizá las huelgas del siglo pasado se ganaban porque era la mayoría la que se echaba a la calle y con ello, ponían en entredicho la legitimidad del sistema. Quizás ocupar el espacio público impugnando esta dictadura del 1 % es también una forma de huelga.

Es mucho lo que está en juego en los próximos meses y años. No es sólo la reforma laboral y los recortes que empeoran las condiciones de vida del 99%. Cada día nos obligan a competir y a mantenernos en la cuerda floja cuando vivimos en el momento con más riqueza de la historia. Los políticos prometen que todo mejorará pero sólo proponen privatizar y excluir. Nuestra propuesta es cooperar e incluir. Que la riqueza y la democracia sean por y para el bien de la mayoría. Un reto a nivel europeo y mundial.

Madrilonia.org





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jueves, 22 de marzo de 2012

GOLDMAN SACHS, DUEÑO DE PARTE DE EUROPA, EE.UU. Y ALGO MÁS









Goldman Sachs, dueño de parte de Europa, EEUU y algo más
By Emilio Marin– 6 febrero, 2012
Posted in: Artículos
(laarena.com)

Goldman Sachs es un poderoso banco estadounidense con representación mundial. Ganó fortunas apostando contra los fondos hipotecarios subprime que vendía a sus propios clientes y a otros bancos alemanes y londinenses. Y siguió juntando dólares y euros con pala. Lehman Brothers se fue a pique, pero GS no. Los emails entre sus principales directivos, conocidos en abril de 2010, los mostraban burlones con los clientes. David Viniar, director financiero, se ufanaba de haber ganado 50 millones de dólares en un solo día.
¿Castigo para tanta destrucción? Muy poco, casi nada. La investigación promovida por la Comisión de Valores (SEC), con audiencias en el Senado, se alargó meses y meses. Al final le impusieron una módica multa de 550 millones de dólares. Y a seguir operando, feliz entre los derivativos financieros sin controles estatales, consultorías e inversiones en las comunicaciones, el petróleo y los servicios.
El Citigroup y el Bank Of América necesitaron apoyo financiero de Barack Obama. A BS no le hizo falta con lo que había ganado antes de la crisis y lo que siguió embolsando. En el primer trimestre de 2010 tuvo beneficios por 3.300 millones de dólares. Sus colegas también ganaron: Citigroup 4.400 millones de dólares, JP Morgan 3.300 millones y Bank of America 2.800 millones.
BS cuenta con la ventaja de ex gerentes y ejecutivos de largos años de servicios, que pasaron a desempeñar cargos en gobiernos.

Sucesor del ajuste.

El sucesor de Silvio Berlusconi en el Palacio Chigi, Mario Monti, fue directivo del banco norteamericano desde 2005, además de haber sido comisionado europeo. “Súper Mario”, debutó con un paquete de ajuste, el séptimo que sufren los italianos en tiempos recientes.
El país está súper endeudado, por un equivalente al 120 por ciento de su Producto Bruto. Berlusconi y sus antecesores vivieron una fiesta sin que la Comisión Europea donde Monti trabajara se diera por enterado. El “Decreto Salva Italia”, quieren hacer un ajuste por 24.000-30.000 millones de euros, aumentando impuestos, privatizando empresas y endureciendo el sistema para gozar de jubilaciones (se requerirán 42 años de aportes).
Estos detalles son publicados en la prensa internacional, incluido Clarín. Lo que este medio tiende a ocultar es que Monti fue hombre de Goldman Sachs. Y la razón no es inocente: el banco norteamericano desde 1999 tiene parte del paquete accionario del multimedios. Puso 500 millones de dólares y se quedó con el 18 por ciento de las acciones, que luego fue reduciendo hasta la mitad. Si durante tanto tiempo el diario de Héctor Magnetto silenció la causa judicial por los hijos adoptados por Ernestina, ¿por qué no iba a velar su vínculo con el polémico mandamás de Wall Street?
Tal inversión extranjera no fue óbice para que la ley duhaldista de 2002 de “protección de los medios culturales argentinos” beneficiara a Clarín como si fuera hermano de sangre del Martín Fierro.



Otros hombres suyos

A diferencia de “Clarinete”, el corresponsal de Página/12 en París, Eduardo Febbro, sacó trapos sucios de GS a la luz pública. En una nota publicada el 23 de noviembre, informaba: “¿Dónde está el poder mundial? La respuesta cabe en un nombre y un lugar: en la sede del banco de negocios Goldman Sachs. El banco norteamericano logró una hazaña poco frecuente en la historia política mundial: colocar a sus hombres a la cabeza de dos gobiernos europeos y del banco que rige los destinos de las políticas económicas de la Unión Europea. Mario Draghi, el actual presidente del Banco Central Europeo; Mario Monti, el presidente del Consejo Italiano que reemplazó a Silvio Berlusconi; Lucas Papademos, el nuevo primer ministro griego, pertenecen todos a la galaxia de Goldman Sachs”.
Otros autores puntualizaron que Draghi era el encargado de esa banca para vender en Europa los productos financieros “Swap”, que estuvieron en el núcleo de la crisis empezada en 2007-2008. ¿Será que ahora sus patrones lo premiaron con un puesto clave para el continente?
Esos swaps permitieron el maquillaje de la deuda griega, en 2000, para que sus maltrechos números dieran el perfil de ingreso a la eurozona. Los vendía Draghi y los compraba Grecia, cuyo titular del Banco Central era Lucas Papademos, quien ha sido premiado en Atenas con el cargo de jefe de gobierno, tras la debacle del “socialista” Yorgos Papandreu.
Es de suponer que ahora, el titular del BCE y el premier griego se pondrán de acuerdo con tanta mayor facilidad, dada la relación estrecha y reportarse a los mismos jefes.

Buen alumno.

Papademos estudió en universidades estadounidenses y de allí saltó a los altos empleos en el banco de marras. Papandreu también había sido estudiante en Estados Unidos, aunque tomó para el lado de la socialdemocracia. Los magnates de las finanzas son hábiles en eso de poner huevos en varias canastas. Apuestan al swap, ADO, subprime, dólar, euro, yen, marco o lo que sea, pero siempre salen parados.
Días atrás Papademos presentó el enésimo plan de ajuste para los helenos, fue aprobado: los mayores impuestos le reportarán 7,1 por ciento más de ingresos y habrá un recorte salarial y previsional por 5.000 millones de euros. El premier no lloró como la ministra de Trabajo itálica Elsa Fornero al dar cuenta de las malas nuevas sobre ajuste (son “lágrimas de cocodrilo”, como las de Domingo Cavallo cuando lo encaró la jubilada Norma Plá.
Las medidas en Grecia motivaron la séptima huelga general de gremios que suelen movilizarse activamente y chocar con los efectivos policiales. Es un caso muy avanzado de toda Europa y los movimientos de indignados, por lo general más pasivos en esta materia.
Clarinete informó de los antipáticos anuncios de Papademos. Le faltó avisar que era hombre de Goldman, como en cierto modo lo es Magnetto.

¿Tú también Geithner?

El dominio que el banco GS ejerce sobre los poderes políticos no se limita a las fronteras europeas. Su casa central estuvo siempre en Nueva York, con tentáculos hacia la Casa Blanca, vía la secretaría del Tesoro.
El actual ocupante de esta última dependencia, Timothy Geithner, fue directivo de la empresa de Henry Kissinger en primera instancia, del FMI luego y posteriormente de Goldman. Esta semana fue a Europa a departir con las autoridades de la Unión cómo pueden apagar los incendios en el viejo continente, antes que los propios fuegos norteamericanos se propaguen otra vez.
El secretario del Tesoro cruzó el Atlántico para verse con Draghi en Francfort, con autoridades francesas, con el futuro presidente de España, Mariano Rajoy, y posteriormente, en Milán, con Monti, el titular del Consejo de ministros italiano. Como se ve, la “orga” de los Goldman´s boy´s está muy activa; alega estar reparando los daños de una crisis que ella misma causó.
Antes que Geithner en el Tesoro estuvo Henry Paulson, con George W. Bush, luego de ser directivo de GS entre 1974 y 1998. Paulson trabajó con Lawrence Summers, también de la escudería del banco, quien fue funcionario de Bill Clinton junto con Robert Rubin, del Citibank, para en 2009 ser consejero económico de Obama.
Por eso son varios los autores que han puesto de relieve la ligazón del banco con ministros y jefes de gobierno. “Los zorros a cuidar a las gallinas: Los hombres de Goldman Sachs toman las riendas de Europa”, publicó A.G. en El Confidencial, 17/11. Allí se citaba un artículo publicado en Le Monde, referido al parentesco político entre Monti, Draghi y Papademos.

Negocio a la vista.

Entre los numerosos vasos comunicantes de la entidad neoyorquina con la política internacional, se menciona a Paul Deighton, “quien trabajó durante 22 años en el banco y ahora es el Director General del Comité de Organización de los Juegos Olímpicos de Londres 2012″.
¿Para qué usa ese banco y sus colegas del Citigroup, Bank Of America, etc, sus influencias políticas? El negocio está a la vista. Primero, para asegurarse impunidad por los delitos cometidos al socaire de la crisis. Segundo, para ligar buenos paquetes de ayuda estatal mientras dure la emergencia. Y tercero, para ganar más contratos con los asesoramientos a gobiernos y empresas, durante la crisis y la futura salida de la misma.
Mientras tanto, falseando todos los compromisos, los controles y regulaciones a los capitales financieros y la especulación, duermen en algún cajón del G-20. La llave la tiró al mar Goldman Sachs y en ese mar también hace negocios: tiene acciones en Desiré, empresa británica que busca petróleo en Malvinas. Otra afrenta que el diario de Magnetto encubre.



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sábado, 17 de marzo de 2012

CONTRA LA TEOLOGÍA DE LA AUSTERIDAD









Contra la "teología de la austeridad"

artículo de Cayo Lara publicado en Rebelión
Jueves, 15 de marzo de 2012

El Gobierno de la derecha promete muchas sorpresas en el tiempo que viene, aunque sospecho que pocas serán bien recibidas por quienes están sufriendo la crisis que ellos y sus amiguitos “del alma” han generado. Resulta que, después de mucho jugar al ratón y al gato, el cálculo del Ejecutivo es de una caída del 1,7% del PIB y más de 600.000 personas perderán su puesto de trabajo este año, lo que supone una previsión absolutamente desastrosa. Pero el último sobresalto nos ha sobrevenido a finales del mes de febrero con el anuncio hecho público por Montoro, acerca de los datos adelantados de ejecución presupuestaria que sitúa el déficit español en el 8,5% del PIB en 2011.

La previsión sobre la economía española demuestra que persiste la política errónea de ajuste duro de los gobiernos, del anterior y del actual, que sólo están sirviendo para profundizar en la recesión. Del “me cueste lo que me cueste” de Zapatero, al nuevo sistema “justo y necesario” y “lo que Dios quiera” de Rajoy, la realidad es son las políticas de recortes, basadas en el culto a la ‘teología de la austeridad’, las culpables del hundimiento de la economía y no la falta de confianza. Todos los “gestos” de cara a los mercados hasta ahora puestos en marcha han sido nocivos y sus efectos se han traducido en más destrucción de empleo, recortes de servicios, paralización de inversiones públicas. Esta es la triste herencia de los anteriores ‘tijeretazos’, de 15.000 millones en mayo de 2010 y de casi 9.000 millones (no disponibilidad) de gasto a finales del pasado año, a los que habría que sumar otros 25.000 millones ya anunciados y lo que nos deparará la ‘era mariana’...





Desde la fuerza política a la que represento, hemos propuesto reiteradamente que se plantee de manera seria y sólida en Bruselas la creación de un Fondo de Inversión Pública a través del Banco de Inversiones de la UE con el que dinamizar la salida de la crisis, así como la emisión de Eurobonos para acabar con la especulación sobre la deuda soberana de los países miembro. Asimismo, en el ámbito interno, hemos subrayado la necesidad de que se impulsen planes de empleo desde lo público, que el Gobierno haga una reforma laboral que no penalice las condiciones de trabajo y que aborde la reducción del déficit, no sólo por la vía de los recortes sino también de los ingresos, luchando contra el fraude y diseñando un modelo fiscal más progresivo. Por supuesto, a todo ello, debería ir asociada la presencia de una banca pública que gestione el crédito.

No obstante, todo vale para señalar la dirección del abismo. El Ejecutivo de Mariano Rajoy está utilizando también la desviación del déficit en un 2,51% el año pasado, como justificación para hacer más recortes en los Presupuestos Generales del Estado que tiene aplazados hasta después de las elecciones asturianas y andaluzas. Sin embargo, esto sólo servirá para ensombrecer más el panorama. Es una burda y muy peligrosa manipulación el empeño de trasladar la responsabilidad del déficit a las comunidades autónomas. En su momento clamé incluso, ahora ya sé que en el desierto, por la rebeldía necesaria de las comunidades autónomas frente a los recortes que quiere intensificar Rajoy en materia de servicios públicos con la justificación del excesivo déficit de estas administraciones.

Porque, siendo cierto que algunas autonomías han derrochado recursos públicos –unas gobernadas por el PSOE y otras por el PP-, no es menos cierto también que las comunidades han sufrido la ausencia de transferencias por parte del Estado. De ello son responsables los gobiernos del PP y del PSOE de José María Aznar y de José Luis Rodríguez Zapatero por las sucesivas bajadas de impuestos sobre todo a los más ricos, por las injustificadas rebajas fiscales a las grandes empresas y por la desidia y la falta de voluntad política para luchar contra el fraude fiscal. Hay dinero, el problema es que las prioridades son otras.

¿O no es una irresponsabilidad que el Gobierno de Rajoy esté reduciendo el personal de la Agencia Tributaria al sólo reponer una plaza de cada diez de los trabajadores que se jubilan, tal y como se estableció en el decreto de Estabilidad Presupuestaria? ¿O no es sospechoso que el Ejecutivo haya destituido a los máximos cargos de la Oficina Nacional de Investigación del Fraude de la Agencia Tributaria (ONIF), donde se ven los asuntos de mayor relevancia, entre ellos la ‘trama Gürtel’, que implica a varios altos cargos del PP a nivel nacional, o el ‘caso Urdangarín’, en el que, entre otras cuestiones, se investiga el presunto desvio de fondos públicos a una red empresarial? “Aquí huele a muerto y no miro a nadie”, podríamos concluir utilizando las palabras del maestro Gila.

Hay otra salida, distinta a la que nos quieren hacer tragar como única y, además, esta que se nos impone no es una solución para la crisis sino para la recomposición del dominio del capital financiero en la economía; por eso es una estafa. Hay una salida de progreso, a favor de las personas y no del balance de los Bancos, una salida frente al sufrimiento y la barbarie del “hombre lobo para el hombre”, que nosotros hemos denominado salida social de la crisis. Es posible, la historia nos lo demuestra y, por tanto, debemos conquistar el futuro para abrirle camino; otros y otras en condiciones mucho más duras lo hicieron. También está en juego la democracia, porque los mercaderes también quieren nuestras libertades. La movilización es inaplazable, no hay más que mirar a nuestro alrededor, hasta Rajoy está convencido de su inevitabilidad, ¿y nosotros?



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martes, 6 de marzo de 2012

ACTUALIDAD DE ROSA LUXEMBURGO EN EL DEBATE ACTUAL: POSTNEOLIBERALISMO O ANTICAPITALISMO










La actualidad de Rosa Luxemburgo en el debate actual: postneoliberalismo o anticapitalismo (I)




Artículos de Opinión | Beatriz Stolowicz | 04-03-2012 |
Rosa Luxemburgo tenía razón y sus cuestionamientos tienen hoy una estremecedora vigencia, pues colocan las grandes preguntas que deben hacerse. La discusión con Bernstein no era táctica. Cuando así se malentendió, como ocurrió en América Latina, se regaron las semillas de la confusión, de las que cosechó y sigue cosechando la derecha. El social liberalismo –que Bernstein no creó pero al que le dio una argumentación “de izquierda” con su “revisión del marxismo”- goza de sorprendente salud, y paradójicamente en la izquierda latinoamericana. Rosa miraba más allá de su tiempo, porque pensaba en la larga duración, única temporalidad con la que puede analizarse un sistema histórico. Anticipó el camino que recorrería el sistema capitalista hacia el caos y la barbarie, que sin eufemismos ni catastrofismos hoy ha llegado a poner en riesgo la sobrevivencia de la humanidad y del planeta. Y argumentó sobre la necesidad histórica del socialismo para impedirlo, porque la barbarie actual es de factura humana.

Pero debían pasar varios años para demostrar su verdad. No los ciento diez que nos unen con su libro Reforma o revolución, menos. La barbarie no ha comenzado apenas. Porque la euforia que tenía Bernstein en el inicio de la belle époque en 1896 terminaría abruptamente en 1913. Vendría la época de la guerra total, como la caracterizó Hobsbawm: un continuum de 1914 a 1945 de destrucción humana –dos guerras mundiales, crisis del 29, nazifascismo- más de 50 millones de muertos; y de “destrucción creativa” de fuerzas productivas, como decía fríamente Schumpeter. Para que de esas cenizas, carne y dolor, ya purificado por el fuego, emergiera el capitalismo “dorado” que pondría en práctica el programa de reforma social, pensado por Bernstein sobre el dominio bélico de las potencias imperialistas.


Cuando Bernstein murió, en 1932, aunque fue un año antes de que el nazismo triunfara en su patria, no era el mejor momento en ese camino lineal y ascendente de desarrollo que a él lo deslumbraba, sino el de la Gran Depresión. No sé si en su lecho de muerte reconoció lo que había negado contundentemente: las crisis capitalistas. Tuvo razón en que el capitalismo podía reformarse. Pero los años dorados fueron treinta en el centro del sistema, y ya han pasado 40 años en los que Bernstein no habría podido explicarles a los europeos por qué bajo su programa de reformas la propiedad del capital no se democratizó sino que se concentró en grados que ni siquiera Rosa imaginaba; por qué regresó el desempleo y el deterioro del ingreso de la clase media; por qué los socialistas liberales a los que él instruyó ideológicamente han perdido más veces las elecciones que los fulgurantes tiempos en que llegaron a gobernar. Quién sabe cómo les explicaría ahora esta nueva gran depresión, que según los expertos del sistema es más rápida en su caída que la de 1929; y que si bien no es condición suficiente para el “derrumbe” del capitalismo, sí es un momento de colapso, que esos mismos expertos no saben aún cuánto tiempo durará.

Pasado el tiempo para la verificación histórica de sus respectivas afirmaciones, Rosa tuvo razón en su debate con Bernstein. Pero el social liberalismo –que Bernstein no creó pero al que le dio una argumentación “de izquierda” con su “revisión del marxismo”- goza de sorprendente salud, y paradójicamente en la izquierda latinoamericana. El logro no es sólo suyo, porque muchos otros ideólogos del capitalismo han trabajado sistemáticamente para actualizarlo e imponerlo como pensamiento “progresista”. Y porque a esos logros ideológicos del sistema, incluso cuando está en crisis, han abonado varios “marxismos”. Las fundamentales críticas de Rosa Luxemburgo siguen vigentes como preguntas que aún deben ser respondidas. No, quizás, a partir del binomio contradictorio de “reforma o revolución” –que vulgarizado ha inducido a muchos equívocos- sino como “postliberalismo o anticapitalismo”.

No era un debate táctico

Rosa inicia la introducción de su Reforma o revolución diciendo enfáticamente que no contrapone la revolución social, la transformación del orden existente, a las reformas sociales, a la lucha diaria por las reformas, por el mejoramiento de la condición de los trabajadores dentro del sistema social y por las instituciones democráticas. Y añade: “Entre las reformas sociales y la revolución existe para la socialdemocracia un lazo indisoluble: la lucha por las reformas es el medio; la revolución social, su fin”. (1) Bernstein, a la inversa, renuncia a la transformación social, y hace de las reformas sociales su fin, dice Rosa. No era una discusión sobre medios, sino sobre fines. El santo y seña del reformismo pragmático fue planteado por Bernstein en 1898, en el artículo “Socialdemocracia y revolución en la sociedad” de la serie Problemas del socialismo: “Reconozco abiertamente que para mí tiene muy poco sentido e interés lo que comúnmente se entiende como `meta del socialismo´. Sea lo que fuere, esta meta no significa nada para mí y en cambio el movimiento lo es todo. Y por tal entiendo tanto el movimiento general de la sociedad, es decir, el progreso social, como la agitación política y económica y la organización que conduce a este progreso”. (2)

Si no hay un fin, preguntaba Gramsci, ¿hacia dónde se camina? Estaba planteado el tema, de gran actualidad, de si cualesquiera reformas conducen a los objetivos buscados de transformar la realidad en beneficio de los explotados y oprimidos. (3) Porque, agrega Gramsci, si el reformismo establece como único método de acción política aquel en el que el progreso, el desarrollo histórico, resulta de la dialéctica de conservación-innovación, ¿qué se conserva y qué se cambia si no hay un fin hacia donde se busca llegar? (4)

Es que el binomio reforma/revolución implica desde su formulación más abstracta un conflicto, o al menos una tensión entre: a) un cambio de forma (re-forma) que no altera los elementos constitutivos, y sus relaciones, que dan permanencia o continuidad a una estructura o sistema; b) la destrucción-reconstrucción de esos elementos constitutivos y de sus relaciones, que dan lugar a una nueva estructura o sistema.

Decía Rosa, con razón, que: “…en cada período histórico la lucha por las reformas se lleva a cabo solamente dentro del marco de la forma social creada por la última revolución. He aquí el meollo del problema”. (5) Es decir, que las reformas operan en el marco del cambio estructural producido anteriormente. Por ello, hay re-formas que son necesarias precisamente para mantener estable una estructura o sistema, para perpetuarla. También es verdad que ciertas re-formas pueden producir su debilitamiento o inestabilidad si modifican la función o situación de uno o varios elementos respecto a los otros. Es así que hay reformas que sin alcanzar a modificar la estructura o sistema pueden tener una potencialidad revolucionaria: todas aquellas que acrecientan el poder social, económico, político y cultural de los dominados tienen esa potencialidad revolucionaria, pero en tanto ese poder acrecentado se dirija a cambiar el orden dominante existente. Como también es cierto que toda revolución permanece y avanza con reformas. Sólo el análisis histórico-concreto puede dar respuesta a esas distintas posibilidades.

Debe decirse, sin embargo, que en la formulación de Bernstein de que “el movimiento lo es todo” estaba implicado un fin. Eso es así en todo pragmatismo, que nunca es neutro. El fin de Bernstein no era el socialismo –que para él “no significa nada”- sino el de conservar al capitalismo, al que admiraba como fuerza de “desarrollo”. El “movimiento” es el desarrollo del capitalismo con sus eventuales reformas. Como sabía que los capitalistas condicionan la redistribución del excedente a mantener inalterada su ganancia, con pleno respeto a esos condicionamientos capitalistas planteaba que el eje del programa de la socialdemocracia debía ser el de actuar a favor del “crecimiento económico”, del “crecimiento de la producción y la productividad”. (6) En ese objetivo fundamenta la conciliación de clases. El sindicato, dice, es un necesario “órgano intermedio de la democracia”, y es “socialista” porque promueve el bienestar general y no sólo el interés de sus miembros. Tiene que ser “responsable”, por eso la socialdemocracia no promueve una política que “abotague el sentimiento de responsabilidad social [convirtiendo a] la población en pordioseros”. (7) El sindicato es útil porque disciplina las demandas obreras en beneficio del crecimiento económico: “los trabajadores saben muy bien hasta dónde pueden llevar sus reivindicaciones”. Saben –continúa- que “Un aumento de los salarios que lleve a un aumento de los precios no significa, en determinadas circunstancias, una ventaja para la colectividad, sino que más bien acarrea efectos más dañinos que beneficiosos”. (8)

Y han aprendido, dice Bernstein citando a los fabianos Sidney y Beatrice Webb, que la democracia industrial (en la que los trabajadores adoptan como propio el interés del capital) les exige también “renunciar al democratismo doctrinario”, es decir, “al mandato imperativo, a los funcionarios no remunerados, a órganos centrales sin poder, para ganar eficacia”. (9) La tarea de la socialdemocracia es mantener el orden. (10) Bernstein había adherido a la doctrina liberal, y su inspiración eran los profesores de economía neoclásicos en boga. Es con esos argumentos neoclásicos que formula la “revisión” de la teoría de Marx y Engels. Decía que era necesario hacer correcciones a la teoría para hacerla avanzar “desde el punto donde ellos la dejaron”, y de ese modo superar los “errores de la socialdemocracia alemana”. Se presentaba como un renovador de las ideas de Marx, que tenían enorme prestigio en la Segunda Internacional. Para tener credibilidad y hacer más efectiva su influencia, utilizó como principio de autoridad su antigua amistad con Engels. Pero comenzó a publicar sus críticas revisionistas en 1896, pocos meses después de la muerte de Engels, que ya no podía responderle. Bernstein admitió que la espera para publicarlas había sido deliberada. (11) Rosa Luxemburgo asumió la tarea.

Siguiendo a los neoclásicos desde su postulado de equilibrio de mercado, Bernstein negó la validez de la teoría del valor de Marx, y desde allí negó la explotación, negó la tendencia a la concentración del capital, negó la contradicción entre producción y realización del plusvalor y la inherente tendencia a las crisis; los monopolios y los cárteles eran para él una superior organización “socializada” de la producción que garantizaría el desarrollo (“crecimiento”) capitalista constante y en ascenso, y que junto a la expansión del sistema bancario darían al capitalismo una capacidad ilimitada de adaptación y corrección de desequilibrios; la “ampliación” de la propiedad capitalista mostraba la vocación distributiva del capitalismo, de modo que la socialdemocracia debía favorecer ese crecimiento y acelerar esas tendencias virtuosas presionando desde los sindicatos y el parlamento por reformas, para impedir los excesos que pudieran cometer algunos miopes industriales individualistas. Asimismo, la socialdemocracia debía acompañar las acciones para expandir internacionalmente ese crecimiento (guerra e imperialismo). Eso era el “socialismo”. En 1930, el italiano Carlo Rosselli mantenía esa argumentación sobre la potencia virtuosa del capitalismo -¡en medio de la Gran Depresión!- y reconocía el papel precursor de Bernstein. Pero decía Rosselli que el Socialismo Liberal debía dar un paso adelante respecto a Bernstein, quien había quedado atrapado tratando de fundamentarlo como una renovación del marxismo cuando en realidad era liberalismo; y que lo que correspondía era liberar al socialismo de las “escorias del materialismo histórico incrustadas en él”. (12)

El capitalismo se reforma

Bernstein era una expresión exitosa del constante empeño de los ideólogos del capitalismo por influir en el pensamiento socialista mediante el falseamiento del marxismo, que observamos hasta nuestros días. Pese a los intentos por hacerlo desaparecer, su fuerza explicativa del capitalismo nunca pudo ser negada. Una forma de inutilizarlo en su potencia crítica, teórica y política, ha sido tergiversar las ideas de Marx para ridiculizarlas como positivistas, mecanicistas, mesiánicas, utópicas, etcétera.

Otra forma, como la que inició Bernstein, es una burda pero no siempre evidente fusión de las ideas de Marx con la teoría económica burguesa en una suerte de marxismo neoclásico, que tuvo diversas expresiones en la socialdemocracia de mediados del siglo XX, y que reaparece bajo nuevas formas en el autodenominado marxismo analítico desde la década de 1980. Hay que cuidarse también de los repentinos redescubrimientos de Marx –como ocurre actualmente tras el estallido de la crisis capitalista- puestos al servicio de los ajustes buscados por el capitalismo para perpetuarse, que hacen un uso a modo de Marx para aparecer como posturas “alternativas” sin salirse del sistema. Gramsci conceptualizó estas estrategias ideológicas dominantes como revolución pasiva y más expresivamente como restauración positiva, en la cual identifica tres aspectos: a) la transformación del capitalismo con nuevas formas de reproducción del capital; b) la apropiación por parte de la clase dominante de aspectos del programa de los dominados despojándolo de sus objetivos antiburgueses; y c) el papel de los intelectuales del sistema para extender su hegemonía sobre los intelectuales que representan un proyecto antagónico.

Bernstein era producto e instrumento de la revolución pasiva con que el capitalismo enfrentó su crisis general de 1873. Para lo cual, el gran capital debió poner fin a la era de librecompetencia que comenzó en 1850-60. Y que, con la redistribución del poder colonial, con el proteccionismo y la organización empresarial que impulsaron la expansión imperialista, desde 1896 le permitió pasar rápidamente de una fase de depresión a otra de gran prosperidad: “la belle époque”, interrumpida por la primera guerra. El gran capital negó al liberalismo económico en aras de su “progreso”. Pero era una prosperidad que no todos disfrutaban de la misma manera.

Para la clase obrera, las fases de depresión y auge tuvieron efectos distintos pero ninguno la benefició: eran pobres. Esto explica el aumento de las tensiones sociales con algunos estallidos antes de 1913; la existencia de un sindicalismo cada vez más numeroso y activo que se formó en los años de depresión; y que a finales de la década de 1880 ya hubiera importantes partidos socialdemócratas en casi todos los países, que crearon la Internacional Socialista (la Segunda Internacional) en 1889, en el centenario de la Revolución Francesa. Entre sus objetivos inmediatos estaba la lucha por la jornada de 8 horas; convocó a una jornada internacional de lucha con suspensión del trabajo, que se concretó con bastante éxito el 1 de mayo de 1890, el primer Primero de Mayo. Sobre todo después de la revolución en Rusia en 1905, la burguesía entendió que la estabilidad de su expansión exigía atender algunas de esas demandas, al tiempo de intensificar la ofensiva ideológica para alejar al movimiento obrero y socialista de sus ideas anticapitalistas y revolucionarias. Debe tenerse presente que las reformas sociales fueron llevadas a cabo por gobiernos conservadores, no por los liberales, como un medio para salir de la crisis e integrar a los trabajadores en sus planes expansivos, incluidos los preparativos bélicos que estallaron en 1914. (13)

El capitalismo se reformaba para perpetuarse. Por eso, en el aforismo “el movimiento lo es todo” estaba matrizada una dirección prefigurada por las clases dominantes. Era un cambio de la organización capitalista necesaria, pero no espontánea, como pretendió Karl Polanyi en La gran transformación (14), libro en el cual se exhibe como un ideólogo orgánico del social-conservadurismo y del imperialismo, no obstante que su crítica moral a los efectos del liberalismo económico es contundente.

Pero el triunfo y consolidación del programa reformista de la socialdemocracia tuvo que pasar primero por la gran destrucción. Y el capitalismo volvió a reformarse, para perpetuarse, en la nueva crisis general de 1973-75; esta vez en dirección contraria, reestructurándose bajo las premisas del neoliberalismo. Ya a mediados de la década de los noventa, durante las crisis financieras de 1995 y 1997, y en un entorno de creciente ingobernabilidad –de pérdida de eficacia de la dominación-, en los círculos oficiales capitalistas se advertía sobre la necesidad de iniciar un nuevo movimiento “pendular” para perpetuarse: el posliberal. Desde entonces comenzó una nueva revolución pasiva de apariencia progresista, que ha buscado neutralizar los rechazos al capitalismo e incidir en los contenidos de las reclamadas alternativas. La crisis general del capitalismo desde 2008 –que no es ajena a esos cambios posliberales- es un terreno aún más propicio para reformismos oficiales que se apropien discursivamente de los reclamos populares de cambio e influyan sobre la izquierda. Lo que está por verse es cuánto puede seguir reformándose el capitalismo y de qué manera, como comentaré más adelante.

El capitalismo se re-forma, pero esto no significa que las reformas burguesas sean siempre en una dirección que pueda empalmar con las aspiraciones populares y con la “reforma social”, aunque se hagan para recuperar la estabilidad de su dominio. En esos casos, la revolución pasiva es mucho más perversa porque no se apropia de partes del programa de las clases subalternas, como veía Gramsci en aquellos años, sino que se apropia de su lenguaje solamente, que vaciado de los contenidos que le asignan las clases subalternas se usa para legitimar reformas anti populares.

Esta expropiación-falsificación del lenguaje es posible tanto por la “explicación” que dan los ideólogos del capitalismo a su “vocación reformista”, como por el lugar que ocupa la idea de reforma en el imaginario popular, que asimila reforma en el capitalismo a reforma social.

Como ya he señalado en otro lugar (15), las clases dominantes han “teorizado” la historia del capitalismo como un constante movimiento pendular de ajustes y reequilibrios, de sucesivas correcciones de anomalías o excesos que lo devuelven a sus equilibrios, y a su normalidad como “progreso”. Las oscilaciones pendulares siempre son cambio para regresar, siempre se está dentro del capitalismo. Cada uno de estos movimientos habría sido la respuesta necesaria y, por lo tanto realista –de lo cual derivaría su moralidad- para corregir excesos y restablecer la salud del sistema; habrían sido todas, por lo tanto, reformas inevitables (o “espontáneas”: como los librecambistas atribuían al laissez faire, y como en sentido contrario Karl Polanyi atribuyó al proteccionismo). Al devolverle la salud al sistema, cada una de esas reformas habría sido en su momento la alternativa “progresista”, precisamente por “necesaria”, “moral”, e “inevitable”.

Desde la década de 1860, cuando la crítica marxista al capitalismo y su objetivo político para superarlo van acrecentando su influencia, los ideólogos del capitalismo agregan, a la teoría del péndulo, el juego de oposición en tríadas. Porque para preservar al capitalismo, además de tener que cuestionar una modalidad de reproducción que lo estaba desequilibrando, necesitaban al mismo tiempo enfrentar al marxismo que quería destruirlo. Frente a los dos factores de desestabilización, la corrección burguesa se presenta como la “tercera posición”. Cada momento de crisis real o potencial del sistema cuenta con su tercera vía: la solución razonable frente a los dos extremos desestabilizadores. La lógica de la tríada hace aparecer al “nuevo tercero” como el “centro progresista”, el que permite superar el estancamiento y retomar el camino del progreso. Cada tercera vía burguesa, para imponerse, desarrolla intensos debates al interior de las clases dominantes para convencerlas de la necesidad de ese cambio, y desde luego dirige ese debate hacia el resto de la sociedad para construir un nuevo consenso en torno a los objetivos dominantes.

La simplicidad de esa explicación hace aparecer como lo esencial de cada movimiento pendular a la “desaparición” o “reaparición” del Estado como “agente económico”. Este argumento nace de la doctrina liberal, que establece una distinción ontológica entre mercado y Estado que, en palabras de Gramsci, “de distinción metodológica es convertida en distinción orgánica y presentada como tal”. (16) La dicotomía entre mercado y Estado presupone su exterioridad: el Estado como “agente económico” es un ente distinto y externo al mercado sea en una relación de complementariedad o de contradicción. Debe consignarse, por lo demás, que esa formulación dicotómica entre mercado y Estado ha persistido porque da razón de ser, correlativamente, a la existencia autónoma de la Economía y de la Ciencia Política como disciplinas académicas.

La explicación pendular de la historia del capitalismo y sus reformas con “menos” o “más Estado” ha tenido como eje del debate doctrinario en la clase dominante la defensa o crítica del laissez faire. La retórica doctrinaria del laissez faire parte del supuesto de un no-Estado o Estado mínimo porque sólo admite la función jurídico-coercitiva del Estado, como una actividad institucional externa al mercado, que por ello es “libre”. Sucede que el Estado es un “agente económico” también mediante las acciones legislativas, jurídicas y coercitivas, que son constitutivas de las modalidades de creación de riqueza, de su realización y apropiación.

El discurso doctrinario del laissez faire ha sido siempre un recurso ideológico-político para eliminar las trabas estatales a la imposición irrestricta de los objetivos del capital, un recurso discursivo de los arditi de la burguesía. Pero los neoliberales, como Hayek, siempre han reconocido la imprescindible intervención del Estado “para la competencia”. (17) En su cruzada contra las funciones sociales del Estado capitalista de bienestar conquistadas por las presiones populares, los economistas liberales caracterizaron al Estado como “agente económico” sólo en cuanto productor-proveedor directo de determinados bienes y servicios, lo que rechazaron en tanto transfería parte del excedente a los no propietarios.

La reestructura neoliberal del capitalismo condujo a que el Estado abandonara aquella función y ese propósito, pero no significa que haya dejado de ser un “agente económico”: el Estado en el neoliberalismo es un activo agente económico también para la “redistribución del ingreso” sólo que transfiriéndolo de los de menor ingreso a los de mayor ingreso, utilizando para ello instrumentos impositivos, mediante precios y tarifas, en la asignación del gasto público, con intervenciones de promoción y financiamiento directos al capital, y con mecanismos económicos y extraeconómicos de disciplinamiento y despojo a los trabajadores. La reestructura neoliberal del capitalismo implica la “privatización” del Estado pues convierte al interés minoritario del capital en interés general (“público”), incluso cuando no se modifica el status jurídico de “propiedad estatal” de sus organismos o empresas. Esta fusión público-privado (capitalista) en los fines del Estado es el origen del descomunal patrimonialismo estatal burgués en el neoliberalismo, que no se trata de mera “corrupción” (ni que pueda ser superada con mera “transparencia”).

No son movimientos que dan por resultado “más” o “menos” Estado. Los “ajustes pendulares” del capitalismo tienen lugar, en realidad, para contender con la contradicción inherente a un sistema que tiene como objetivo y motor la ganancia, cuya obsesión de crear-expropiar y realizar plusvalor es la que sustenta la producción y circulación ampliadas y no la creación de valores de uso en función de necesidades sociales. El desajuste entre la producción-expropiación de plusvalor por un lado, y su realización por el otro, es el que conduce a las crisis de sobreproducción de plusvalor. De ahí que los movimientos de “reajuste” se propongan durante las crisis capitalistas.

Contra la falsificación que se ha hecho de Marx como un teórico del desarrollo capitalista, admirable por su incesante desarrollo de las fuerzas productivas, él consideraba al capitalismo como una “fuerza destructiva” de todo lo que lo limita, por lo tanto “revolucionaria”, que derriba todas las barreras que se le presentan: la naturaleza, los territorios, las necesidades humanas, las leyes, las costumbres. “Por primera vez, la naturaleza se convierte puramente en objeto para el hombre, en cosa puramente útil; cesa de reconocérsele como poder para sí; incluso el reconocimiento teórico de sus leyes autónomas aparece sólo como artimaña para someterla a las necesidades humanas, sea como objeto del consumo, sea como medio de la producción”. E irónicamente lo reafirmaba así: “Hence the great civilising influence of capital”.

Pero esas barreras no son superadas realmente –continúa- porque con su expansión universal los capitales vuelven a ponerlas, con nuevas contradicciones: “La universalidad a la que tiende sin cesar, encuentra trabas en su propia naturaleza, las que en cierta etapa del desarrollo del capital harán que se le reconozca a él como la barrera mayor para esa tendencia”. La tendencia a las crisis de sobreproducción es consustancial a la naturaleza del capital a “saltarse las barreras”, porque necesita constantemente “plustrabajo”, “plusproductividad” y “plusconsumo”. Pero el plusconsumo está en contradicción con el plustrabajo que crea plusvalor: el capitalista ve a los otros asalariados como consumidores, pero con los suyos busca reducir el trabajo necesario y con ello su fondo de consumo. El capital rompe permanentemente “las proporciones” por la “coerción a que lo somete el capital ajeno”, es decir, la competencia. El consumo insuficiente del plusproducto significa que esas fuerzas productivas son superfluas. Por eso, la tendencia expansiva del capital es un constante “poner y sacar fuerzas productivas”: la “tendencia universal” del capital es a ponerlas, del lado de la oferta (libre cambio), y ésta se enfrenta a la “limitación particular” del consumo insuficiente del plusproducto, que busca sacar fuerzas productivas, “ponerles un freno con barreras externas y artificiales, por medio de las costumbres, leyes, etc.” (o regulaciones, como se dice actualmente).

Pero el capital busca romper nuevamente esas barreras y vuelve a crear fuerzas productivas superfluas (desvalorización), y una vez más tiene que enfrentarse a una “disciplina que le resulta insoportable, ni más ni menos que las corporaciones”. Por eso, dice Marx: “en contra de lo que aducen los economistas, el capital no es la forma absoluta del desarrollo de las fuerzas productivas”. En la crisis general de sobreproducción, -que “tiene lugar con respecto a la valorización, not else”- la contradicción fundamental se da entre el capital industrial y el capital de préstamo: “entre el capital tal cual se introduce directamente en el proceso de producción, y el capital tal cual se presenta como dinero, de manera autónoma (relativamente) y al margen de ese proceso”, entre los cuales también se rompen las proporciones. (18) En ese conflicto entre “poner y sacar plusvalor” se dan contradicciones entre el interés individual del capitalista que pugna por “ponerlo”, y quienes buscan preservar al capitalismo como tal y para ello plantean restricciones o regulaciones, buscando que el Estado represente el interés general de la clase. Esas regulaciones no hacen al Estado menos capitalista o menos conservador. Cuando criticando al laissez faire (que ni los neoliberales de verdad esgrimen), los posliberales apelan a “más Estado”, aclaran que no es un Estado “más grande” como productor-proveedor de bienes y servicios que fuera a redistribuirlos a los de menor ingreso, sino “más eficaz para fortalecer al sector privado”, reclamándole mayor efectividad para dar seguridad económica, jurídica y política a la acumulación capitalista y a la estabilidad del sistema, lo que desde luego favorece la concentración y la centralización del capital.

Sin embargo, la teoría del péndulo hace aparecer las reformas como un permanente movimiento de retorno a un mismo punto de equilibrio. Oculta que en cada movimiento de “ajuste y corrección” para lograr mayores ganancias (ese es “el progreso”) hubo un cambio cualitativo en una mayor concentración y centralización del capital, no un punto de retorno. Los distintos grados de concentración y centralización del capital producen contradicciones de naturaleza e intensidad distintas, y cambia también la capacidad del sistema para enfrentarlas o absorberlas. No es una oscilación con sucesivos (“post”) movimientos que se repiten (“neo”), aunque es constante el objetivo de la ganancia y la conservación del sistema. Y aunque los ideólogos capitalistas recurran con muy poca originalidad a los argumentos previos para justificar las reiteraciones pendulares.

El “ajuste pendular” requiere de la modificación de las relaciones de poder existentes para poder llevarse a cabo, y las profundiza tras su concreción, lo que para el capitalismo supone una dialéctica propia de reforma/revolución. Empero, la disciplina económica caracteriza a cada una de esas reformas como un cambio de “instrumentos de política económica”, como si se tratara exclusivamente de asuntos técnicos, lo que otorga a los ideólogos del capitalismo un amplio margen de maniobra política, discursiva e ideológica.

El librecambio se ha impuesto tanto en el siglo XIX como en el XX con represión y conservadurismo político (tras 1848 y en la década de 1970), porque ese “poner y realizar plusvalor” exige debilitar la fuerza social y política del trabajo frente al capital. La reestructuración neoliberal se impuso con una contrarrevolución social y política, y se estabilizó con reformas: recuérdese que en la década de 1990 desde el FMI se habló de una “revolución silenciosa” que se llevaba a cabo con la “reforma estructural”, la “reforma del Estado”, etcétera. Por su parte, la reforma capitalista ha convergido con la reforma social sólo cuando ésta ha sido útil para la acumulación y cuando ha tenido un papel político preventivo –es decir, conservador más allá de los perfiles doctrinarios de quienes la propusieran- en lo que ha contado la lucidez de ciertos ideólogos para asumir la dimensión política de la estabilización del sistema.

John Maynard Keynes escribió El fin del laissez faire (19) en 1926, tras la primera huelga general (The Great Strike) en la historia de Gran Bretaña, de nueve días en solidaridad con la huelga de los mineros, para criticar la miopía de los “capitanes de la industria” y sus economistas, cuestionar las vacilaciones de los reformadores “anti laissez faire”, y para advertir al mismo tiempo contra el riesgo de que avanzaran las posiciones socialistas. Siendo un liberal partidario del libre comercio y un abierto opositor a la izquierda y a la igualdad social, defendía un camino intermedio en el que el Estado debía cumplir un papel complementario al mercado contribuyendo al éxito de la empresa privada. Dos décadas después, entre 1942 y 1946, cuando la URSS emergía triunfante de la segunda guerra mundial y con un enorme prestigio en occidente, el economista conservador Joseph Schumpeter –que tenía discrepancias teóricas con Keynes- llamaba a salvar al capitalismo con una democracia de élites que lo impermeabilizara de las demandas e ideas igualitaristas, y que fuera “administrado” por un “socialismo responsable” (20) no antagónico con el capitalismo, que absorbiera conflictos mediante algunas reformas sociales. Aclarando que si bien podía interferir su desenvolvimiento económico en el corto plazo con políticas de distribución del ingreso, sería en el largo plazo un factor de control social y antídoto contra las revoluciones anticapitalistas. En una fase de expansión del capitalismo industrial, ese reformismo social conservador era compatible con la acumulación y necesario para hacer frente a las luchas y presiones populares. Por eso, es correcto que en el imaginario popular se identifique la reforma social con sus luchas y conquistas. El problema radica en suponer que toda alusión a la reforma hecha por los ideólogos burgueses sea invariablemente a favor de los intereses populares, lo que da una enorme ventaja a los dominantes para apropiarse del lenguaje y símbolos de los dominados.

En América Latina, en efecto, la idea de reforma fue asociada a cambios radicales, pues en la primera mitad del siglo XX las reformas sociales se lograron como parte de las luchas antioligárquicas protagonizadas por las clases populares en alianza con sectores medios (la Reforma Universitaria de 1918 es expresiva de ello). El reformismo social avanzó allí donde la burguesía latinoamericana que se desarrolló conduciendo políticamente el desplazamiento de la oligarquía del Estado, lo hizo también enfrentada a las presiones imperialistas o sorteando esas presiones en el contexto de la Gran Depresión y las guerras. Esa burguesía fue proclive a las reformas sociales para reafirmar su propio papel económico y su función dirigente, y con ello se convirtió en burguesía nacional, no por su origen geográfico sino porque asumía que su desarrollo estaba vinculado al de las clases no propietarias como productoras y consumidoras, para crearse un mercado interno. Aunque no se anuló la lucha de clases, en varios países la concertación política con la burguesía se dio en torno a un nacionalismo no anticapitalista, que marcó diferencias con el antimperialismo de las fuerzas comunistas y socialistas revolucionarias.

A partir de la década de 1950, la reactivación del mercado mundial bajo la nueva hegemonía imperialista de Estados Unidos canceló en su “patio trasero” latinoamericano los espacios de autonomía relativa de la burguesía nacional, cuya existencia y expansión dependió de su creciente subordinación económica y política al capital imperialista, agotando su ideología reformista e intensificando su papel de gendarme.

La idea de reforma pasó entonces a pertenecer exclusivamente a la semántica popular. Las luchas para preservar las reformas sociales conquistadas, o para avanzar en otras nuevas, intensificaron un antimperialismo con mayor contenido anticapitalista, asociado, como necesidad, con la revolución emancipadora, con el potente estímulo de la Revolución Cubana. Ese era un objetivo compartido por todas las vertientes de la izquierda, pero que fueron diferenciándose en la definición de las formas de lucha para alcanzarlo. Cuando se convirtió en un debate táctico

Mientras que en su origen el debate sobre “reforma o revolución” en el movimiento socialista europeo no era táctico, no era de medios sino de fines, el que se dio en América Latina en la segunda mitad del siglo XX, entre quienes compartían los fines, se convirtió en un debate táctico de una trágica esterilidad. Pletórico de reduccionismos y falsas dicotomías, tuvo efectos perdurables en las dificultades analíticas de la izquierda, que fueron convenientemente explotadas por la derecha.

En la década de 1960, la línea divisoria no pasaba por diferencias sobre la posibilidad de construir el socialismo en el seno del capitalismo dependiente por medio de reformas, o la necesidad de superar al capitalismo revolucionando todos sus cimientos, sino en las “vías de la revolución”. De ser ésta una discusión táctica obligatoriamente acotada a las circunstancias histórico-concretas de cada país, fue convertida en una supuesta definición estratégica y hasta ética de carácter general. En muy pocos países se logró zanjar las diferencias y avanzar en una sólida unidad de izquierda, lo que en la mayoría tuvo efectos negativos en la capacidad para enfrentar la contrarrevolución capitalista de las décadas de los setenta y ochenta.

Esas limitaciones analíticas tuvieron efectos perdurables para enfrentar la fase de estabilización de las transformaciones regresivas dominantes, en la que la derecha incorporó el vocablo “reforma” en sus estrategias conservadoras. Muy significativamente, en la década de 1990, cuando el ascenso de las luchas populares contra el neoliberalismo se expresa en avances electorales y en la conquista de importantes espacios institucionales en parlamentos y gobiernos locales por la izquierda latinoamericana, en ésta aparecen confrontadas posturas que corresponden esencialmente a las que enfrentaron a Rosa Luxemburgo y Eduard Bernstein. Y se proyectan al nuevo siglo cuando la izquierda conquista gobiernos nacionales. Tras la derrota electoral de la revolución sandinista después de una sangrienta contrarrevolución, y el fin de la dictadura de Pinochet mediante elecciones, ambos en 1990; de la derrota de Sendero Luminoso en Perú por el gobierno de Fujimori; así como las negociaciones de paz en Guatemala y entre el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional y el gobierno derechista de Arena en El Salvador en 1992, que completaron el cuadro de “transiciones a la democracia”, la derecha proclamó eufórica la resolución definitiva de aquel debate de los sesenta en América Latina, y no pocos izquierdistas así lo entendieron. La derecha tendió una trampa a la izquierda explotando sus errores analíticos.

La utopía desarmada de Jorge G. Castañeda (1993) (21) fue un instrumento para ello. Con ese sugerente título, si bien en un sentido aludía al “desarme” ideológico de la “utopía” de izquierda por el desmoronamiento del “socialismo real”, más literalmente se regodeaba con el “fracaso” de la lucha armada y con la conversión de los antiguos guerrilleros en pacíficos demócratas y hasta en prósperos empresarios; y que habiendo superado su infantilismo anterior admitían la teoría de los dos demonios que explica la brutal contrarrevolución de los setenta y ochenta como respuesta lógica del sistema a las acciones armadas. El parteaguas entre la “vieja” y esa “nueva izquierda democrática” quedaba confirmado como regla por las excepciones de la revolución cubana y de las fuerzas insurgentes colombianas, cuyas respectivas caída y derrota vaticinaba inminentes. Estos argumentos gozaron de aceptación entre numerosos segmentos de la izquierda durante la década de los noventa hasta que, en el nuevo siglo, el inédito proceso bolivariano en Venezuela cambió los términos del debate “reforma o revolución”. Y además Castañeda dejó de ser citado cuando se exhibió como prohombre de Estados Unidos, no tan sólo de la Tercera Vía neodemócrata representada por William Clinton sino del gobierno de George W. Bush, desde su cargo de canciller mexicano (2000-2003) en la presidencia de Vicente Fox.

En la década de los noventa, el debate reforma/revolución en América Latina era sobre fines pero todavía encubierto por una discusión sobre medios. Dada ya por descartada la cuestión de las vías, la discusión sobre los objetivos también estaba “resuelta” por la autoexclusión de la “revolución” tras el derrumbe del “socialismo real” que había sido su “materialización”. Desaparecido el “modelo” como meta, en los términos de Bernstein parecían evidenciarse tanto los errores de las premisas del socialismo revolucionario, como la validez de las tareas para promover la reforma del capitalismo para moralizarlo, en lo que el movimiento lo sería todo.

El término pragmatismo entró en el vocabulario virtuoso de la izquierda latinoamericana, como sinónimo de incrementalismo realista en un capitalismo “nuevo” que se había renovado con la “era del conocimiento” (22) que, se decía, había modificado las condiciones económicas y sociales en las que se basaban las premisas del socialismo revolucionario decimonónico, y había encontrado mecanismos adaptativos irreversibles. Paradójicamente, muchos de los neo-bernsteinianos (23) –conscientes o de facto- reivindicaban también a Rosa Luxemburgo, pero en sus debates con Lenin respecto a los problemas de la democracia en el socialismo soviético, con una racionalización a posteriori del stalinismo. Así, sólo quedaba como opción el “socialismo liberal”.

Las nuevas adhesiones liberales se argumentaron como rechazo a las vulgarizaciones del marxismo y a las fallidas críticas que se les hicieron desde la anterior “nueva izquierda” (24), pero expresaban fundamentalmente la influencia de los ideólogos del capitalismo, que lograron imponer sus “explicaciones” sobre aquellos errores y “llenar esos vacíos” con sus propias “alternativas”.

El actual estallido de la crisis general del capitalismo parecería reconducir el debate al demostrar, una vez más, la falsedad de los postulados de Bernstein sobre la capacidad permanente del capitalismo para desarrollarse conjurando sus crisis, pero aún dista mucho de cuestionar sus conclusiones sobre las “tareas de la socialdemocracia”. Peor aún, la crisis actual está dando nuevos bríos y auditorios a los promotores de las reformas del capitalismo con algunas regulaciones, que sintonizan discursivamente con la izquierda que proclama el fin del neoliberalismo, al que responsabilizan de los excesos y corrupción del capitalismo (al que, de todas maneras, los posliberales le asignan superioridad sobre “el ineficiente socialismo real” para proveer “bienes materiales y libertad”).

Notas:

1. Rosa Luxemburg, Reforma o revolución (1899), “Introducción”. México, Grijalbo, 1967, p.9.

2. Eduard Bernstein, Problemas del socialismo, en el libro compilado por José Aricó titulado Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia, que incluye otros escritos de Bernstein. México, Siglo XXI Editores, 1982, p.75. De octubre de 1896 a finales de 1898, Bernstein publicó una serie de artículos titulada Problemas del socialismo. Las críticas que suscitó lo llevaron a exponer con más amplitud esas ideas en el libro Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia, publicado el 14 de marzo de 1899, que es su texto más conocido.

3. Esa interrogante fundamental atraviesa nuestro libro: Beatriz Stolowicz (Coord.), Gobiernos de izquierda en América Latina. Un balance político. Bogotá, Ediciones Aurora, noviembre 2007.

4. Antonio Gramsci, Cuadernos de la cárcel (edición crítica en 6 tomos), México, Ediciones Era-Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1999. Tomo 4. El término reformismo, dice Gramsci, es el nombre que el “lenguaje moderno” da a ese concepto que anteriormente se calificaba como moderacionismo político. p.205.

5. R. Luxemburg, Reforma o revolución, Op.cit., p.89.

6. E. Bernstein, “Prefacio al décimo millar” de Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia, en Op. cit, p.101.

7. E. Bernstein, Problemas del socialismo, Op. Cit., p.46.

8. E. Bernstein, Premisas del socialismo, Op. Cit., pp.214 y 215.

9. Premisas del socialismo, Op. Cit, p.230.

10. Dice Bernstein: “El socialista no puede valorar satisfactoriamente la actual emigración del campo a la ciudad que concentra las masas de trabajadores, siembra la rebelión y promueve la emancipación política”. Premisas del socialismo, Op. Cit, p.211.

11. E. Bernstein, “Prefacio a la primera edición” de Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia, Op. Cit., p.99.

12. Carlo Rosselli, Socialismo liberal (1930), México, Editores Mexicanos Unidos, 1977, pp. 108-112. El social liberal y anticomunista Carlo Rosselli fue opositor a Mussolini. Fue el gran mentor de Norberto Bobbio (véase la entrevista a Norberto Bobbio de Luiz Carlos Bresser-Pereira: “Bobbio defende compromiso entre liberalismo e socialismo”, publicada en Folha de Sao Paulo, Mais!, el 5 de diciembre de 1994).

13. Un acucioso estudio de este período se encuentra en Eric Hobsbawm, La era del imperio (1875-1914), Barcelona, Editorial Labor, 1989.

14. Karl Polanyi. La gran transformación. Los orígenes políticos y económicos de nuestro tiempo (1944), México, Fondo de Cultura Económica, 2003. Su tesis de que el antiliberalismo fue un movimiento pendular espontáneo es sintetizada en la afirmación: “El laissez-faire se planeó; la planeación no”, p.196.

15. Retomo aquí algunos fragmentos de lo dicho en “Los desafíos del pensamiento crítico”, conferencia impartida en octubre de 2007 en Bogotá, en la celebración del 40 aniversario del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), publicada en: Periferias núm.115, Buenos Aires, 2007; Cuadernos de Nuestra América núm.41, La Habana, 2008; y Contexto Latinoamericano núm.8, México, 2008.

16. A. Gramsci, Cuadernos de la cárcel, Tomo 5, Op. Cit., pp.40-41.

17. Ya desde Camino de servidumbre (1944), decía Friedrich von Hayek: “La cuestión de si el Estado debe o no debe `actuar´ o ‘interferir‘ plantea una alternativa completamente falsa, y la expresión laissez faire describe de manera muy ambigua y equívoca los principios sobre los que se basa una política liberal. Por lo demás, no hay Estado que no tenga que actuar, y toda acción del Estado interfiere con una cosa o con otra”. Madrid, Alianza Editorial, 1995, p.113.

18. Karl Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858, Tomo I, México, Siglo XXI Editores, 1971 (primera edición en castellano), pp.362-367 y 402.

19. John Maynard Keynes, The end of laissez-faire, Hogarth Press, julio de 1926. Publicada por la Von Mises Foundation en su página electrónica.

20. Joseph A. Schumpeter. Capitalismo, socialismo y democracia (1942, con un capítulo agregado en 1946) Barcelona, Ediciones Orbis, 1983, pp.454-466.

21. Jorge G. Castañeda, La utopía desarmada. Intrigas, dilema y promesas de la izquierda en América Latina, México, Joaquín Mortiz, 1993.

22. Los ideólogos de la derecha exaltaron los nuevos conocimientos como el único factor productivo dinámico, no agotable, que internamente desplaza la pugna por la distribución de la renta con la concertación colectiva como intercambio de conocimientos entre “agentes” (entre ellos los trabajadores); y que externamente desplaza la pugna en torno a la distribución de la renta proveniente de los recursos naturales con el esfuerzo por incrementar la competitividad, la productividad y la modernización tecnológica. Así lo planteaba el presidente del BID, Enrique V. Iglesias, en su libro Reflexiones sobre el desarrollo económico. Hacia un nuevo consenso latinoamericano, Washington DC, Banco Interamericano de Desarrollo, 1992. 23. Los neo-bernsteinianos deslindan de la postura belicista de Bernstein calificándola como una desviación de derecha, pero adoptan su revisionismo con sus consecuencias prácticas de aceptación del capitalismo reformable.

*Beatriz Stolowicz es Profesora-investigadora del Departamento de Política y Cultura, Área Problemas de América Latina, Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco, México. Fuente: América Latina hoy ¿reforma o revolución?, Ocean Sur, México, agosto 2009, pp.65-101. Jairo Estrada Álvarez (Comp.), Crisis capitalista. Economía, política y movimiento, Espacio Crítico Ediciones, Bogotá, septiembre 2009, pp. 285-321. Anales N. 368, Revista de la Universidad Central del Ecuador, Quito, marzo 2010. www.quehacer.com.uy

Fuente Bolpress

Tomado de http://www.nodo50.org/ceprid/spip.p...


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