Informe Lugano
Teresa Galeote | Escritora
nuevatribuna.es | Actualizado 03 Enero 2012 - 11:50 h. .¿Ficción o realidad?; terrible, de cualquier forma. Esa es la sensación que te azota cuando te vas adentrando en las páginas de Informe Lugano. Susan George, de forma novelada, nos mete en las entrañas de una sociedad de ficción, que a muchos y a muchas no nos parece tan imaginaria. Es un libro que pretende despertar conciencias. A través de una trama de ficción, pero con datos reales, la autora nos introduce en un mundo aterrador, donde los poderosos gobiernan, organizan el mundo a su antojo sin tener en cuenta a los gobernados; para ellos sólo son un número más entre los consumidores. Los "expertos" son los que deciden todo sobre la vida y muerte de millones de personas. Todo se planifica por el bien del sistema, que comienza a dar signos de estar en peligro; una economía que prioriza los dividendos, que sólo necesita consumidores. Todos los demás sobran porque representan el lado oscuro del sistema y tendrán que ser borrados del mapa con todos los instrumentos que tengan a mano.
La primera parte del libro, se exponen las amenazas y obstáculos con las que se enfrenta el sistema, en la segunda, los "expertos "dan las soluciones posibles par la supervivencia del capitalismo globalizado. El equipo contratado para analizar la situación saca a colación un elemento importantísimo, la ecología; la ven como uno de los mayores peligros para el régimen que se quiere proteger. Los recursos naturales son limitados y la transformación en bienes de consumo produce una distorsión grave en el Medio Ambiente. ¿Cómo resolverlo?
Por otro lado, la libertad de mercado no puede dejarse a su propia inercia; tendrá que ser controlada para conseguir los frutos apetecidos. Así pues, una correcta selección de los consumidores y productores llevará a un mundo feliz, donde los excedentes humanos serán tratados como cualquier otra mercancía. La economía necesita reglas y deben hacerlas los promotores del sistema. Nada de libertad de mercado incontrolado; la economía debe estar fuertemente planificada par alcanzar los objetivos previstos. ¿Quién mejor que las transnacionales para hacerlo? El resto serán meros gestores que administran la medicina.
Una vieja idea de Malthus sobre la población para un nuevo momento; ahí es donde radica la solución. La ingente masa de población hace insoportable la supervivencia del sistema, la economía productiva no puede absorberlos a todos y eso constituye un elemento desestabilizador. Tampoco pueden realizarse transferencias sociales para paliar la indigencia generada por el sistema sobre millones de personas del tercer mundo, y de las que se irán produciendo en el primero. La solución radica en disminuir la población mundial, por lo que será necesario recurrir a diversos métodos para eliminar a la población sobrante. No se tratará de un genocidio, nada de eso. Se trata de poner en marcha un mecanismo de justificación colectiva para preservar a la mayoría de la población sobre los posibles peligros.
El grupo de "expertos" que elabora el informe, erigiéndose por encima del bien y del mal, decidirá quiénes serán los predestinados para gozar de esta vida y quiénes deben ser sacrificados; éstos últimos serán los pobres, los perezosos, los ignorantes, etc. El estado debe ser un mero observador y dejar en manos de dicho grupo la solución, que además deberá ser barata. La cifra estimada será de 4000 millones de personas para que el sistema funcione; el resto sobra. A los países pobres se les obligará a entrar en el sistema imperante, y para ello nada mejor que ofrecer a sus elites la fórmula para enriquecerse, además de sentirse y poderosos en sus respectivos países. Yo vuelvo a preguntarme, ¿ficción o realidad? Naturalmente, los expertos abogan por la desaparición del Estado-Nación. Ese Estado, en otros tiempos, distribuidor no lo necesitan porque los "expertos" son los profetas de un nuevo orden mundial que demoniza a los desheredados y a los perdedores. Y ¡qué decir de aquellos que piensen! A través de la colaboración de las ciencias sociales, sobre todo de la psicología, se hará ver que los consumidores formarán parte de un grupo, aunque muy alejados de sentirse ciudadanos y, mucho menos, de sentirse solidarios con el género humano. La excesiva mortandad que pueda generarse para preservar el sistema, deberá ser achacada a la inutilidad de sus miembros, de la falta de capacidad para dirigir sus destinos, pero nunca elementos inducidos que estén en la sombra: epidemias, desastres ecológicos, hambrunas, intoxicaciones masivas, serán los aliados incondicionales de la solución que se pretende.
Con gran valentía, Susan George, muestra la cara “semioculta” del actual sistema globalizado, una realidad que está latente.
martes, 3 de enero de 2012
INFORME LUGANO
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