domingo, 26 de septiembre de 2010

NO HAGA USTED HUELGA, Y QUE SE FASTIDIEN LOS SINDICATOS...

Huelga
17.09.10

Huelga
No haga usted huelga y que se fastidien los sindicatos, que quieren tapar sus vergüenzas a nuestra costa.

Artículo de Ricardo Rodriguez

Mañana, o el mes que viene, o poco más tarde, es probable que su empresario lo ponga a usted en la calle con sólo 20 días de indemnización (de los cuales, 8 se habrán sufragado con dinero público, o sea de usted y de todos nosotros). A cambio contratará a un chaval al que pagará cuatro veces menos que a usted y al que obligará a trabajar el doble de horas. Pero ¿qué importa? Usted habrá fastidiado a los sindicatos.

Dentro de diez años quizá su hijo cumpla 30 o 35, y entonces llevará más de una década empalmando contratos precarios, en los que soportará jornadas de 12 a 15 horas diarias si a su jefe le place, porque su jefe podrá despedirlo gratis de lo contrario, ya que, como sabe, Esperanza Aguirre ha declarado que el derecho laboral debe ser suprimido y los contratos laborales han de sustituirse por meros contratos mercantiles (y los deseos de Esperanza Aguirre son órdenes para Rodríguez Zapatero). ¿Y si su hijo se le encara entonces y le reprocha que usted no hiciese nada por evitar que él se haya convertido en una mula de carga, sin futuro ni esperanza? Le responderá usted que bien valía el sacrificio por regalarse la satisfacción de sacudir a los sindicatos.

Olvídese de la pensión. ¿Quién va a poder juntar 38 años de cotización a partir de ahora? ¿Y cuántos tendrán dinero ahorrado suficiente para suscribir un fondo privado? Y, aunque lo haga, ¿qué ocurrirá si el gestor de su pensión privada juega con su dinero en bolsa y usted se queda sin nada? Todo habrá que darlo por bien empleado, porque habrá usted jodido la marrana a los sindicatos.

Olvídese de la sanidad pública y de la educación pública y de la asistencia social cuando usted ya no pueda valerse por sí solo. Esos son lujos que habrán de acabarse; todo el dinero es para los financieros y especuladores que quemaron miles de millones hace dos años y llevaron al mundo al borde del abismo, y que hoy ordenan a los gobiernos europeos de qué manera y a qué ritmo pisotean nuestros derechos. Pero no haga huelga, no se le ocurra; incluso dejarse robar es preciso por agriar la tarde a los sindicatos.

Yo no soy delegado sindical, no lo he sido nunca. Soy un mero trabajador, tan vulgar que el día 29 haré huelga y que incluso participaré en algún piquete. Si nos cruzamos usted y yo, llame corriendo a la policía para que me detenga. Yo no me quejaré. A fin de cuentas, por lograr ver enfadado a un sindicalista, ¡bien merece la pena convertirse en un esclavo!

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