lunes, 27 de febrero de 2012

SOCIALDEMOCRACIA Y LUCHA DE CLASES











Lucha de Clases y socialdemocracia
25 febrero, 2012 | Filed underOpinión | Posted by redaccion Chema Sabadell



Socialdemocracia y Lucha de Clases.



El uno de abril de 1939, las agencias de noticias de todo el mundo transcribían el siguiente mensaje del general Franco:

“En el día de Hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo,

han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares.

La guerra ha terminado. El Generalísimo”.

Franco

Burgos 1º de abril de 1939



Este punto y final en un ciclo negro para el devenir de los españoles – incluso de aquellos que, presuntamente, ganaron la guerra – es el inicio del trauma del que emergería, no solo la nueva Europa sino el sistema social dominante en todo el occidente desarrollado, con amplias repercusiones en el conjunto de la sociedad planetaria.

Pero en el mismo momento que en España se abre esa etapa gris que nos va a configurar con el paso del tiempo como un tipismo, una anomalía, un contraste con las variopintas y dinámicas sociedades europeas, es decir, en el mismo momento en que el franquismo puede proclamarse vencedor y se inicia el periodo de los fusilamientos en masa en las noches de luna llena – o sin ella, apoyándose en los faros de destartalados camiones – en las paredes siniestras de los cementerios, en las purgas de aceite de ricino, en la opresión obsesiva de la victoria y la humillación no menos obsesiva de los vencidos, en ese mismo momento, una vez “resueltos los asuntos” en España, el fascismo europeo que tan decisivo fue en la victoria de las tropas nacionales, inicia también la carrera hacia el abismo. Pero veamos la cronología de los hechos:

• 3 de abril de 1939. Hitler presenta a la armada alemana el plan parta invadir Polonia.
• 7 de abril de 1939. Italia invade Albania.
•12 de abril de 1939. Víctor Manuel III de Italia es proclamado rey de Albania.
•28 de abril de 1939. Hitler denuncia los acuerdos con Polonia e Inglaterra y confirma su reclamación al gobierno polaco
• 1 de septiembre de 1939 la Lutfwafe invade Polonia.


El fascismo europeo ha estado pulsando durante tres años la capacidad de respuesta de las sociedades – los países – europeas en el “teatro de operaciones” que España representa. La intervención activa de la aviación alemana y del ejercito regular italiano son claves para el desenlace de la contienda española, máxime atendiendo a que a la (inoperante) Sociedad de Naciones (precursora de la actual ONU) esta contienda se le va las manos y acepta la decisión formal de las potencias de proclamar que la guerra de España es un asunto interno de los españoles y, en consecuencia, se imponer no intervenir, es decir: las potencias, con la cobertura de la Sociedad de Naciones, impone una política de no intervención. Política aplicada plenamente al bando republicano, mientras las potencias fascistas europeas – el gobierno alemán (nazi) e italiano (fascista) – intervienen de forma decidida, claramente determinante, en el conflicto.




Pero no solamente será la no intervención acordada por la Sociedad de Naciones, cuya finalidad no es otra que la de estrangular a la República española, sino que algunas de estas democracias de solera intrigan y maniobran a favor de Franco y, en consecuencia a favor del fascismo europeo. Tal es el caso de Inglaterra. Solo la Unión Soviética va a prestar un apoyo a la República, sin bien su grado de implicación en ningún momento llegará a ser de la magnitud del aportado por las potencias fascistas. El importante aporte que suponen las brigadas internacionales impulsadas por la III internacional (comunista) solo puede limitarse al encuadramiento de voluntarios, idealistas, llamados a luchar por la causa de la democracia que en esos momentos representa la república. Estos voluntarios son obreros, profesionales, estudiantes. Civiles, en definitiva, que han de formarse militarmente en nuestro país.



En cualquier caso, la lectura que las potencias fascistas hacen sobre lo sucedido en la guerra de España, es que pueden poner en marcha su maquinaria de guerra e imponer su voluntad en Europa. Eso explica la celeridad en el desarrollo de los acontecimientos según la cronología que más arriba se reseña. La derrota de la República española es el pistoletazo de salida para la derrota de Europa. El uno de Septiembre de 1939 se inician las hostilidades de la II Guerra Mundial.



La II Guerra Mundial, ese periodo siniestro que se extiende de1939 a1945, que asola a Europa y mata a unos cien millones de sus ciudadanas y ciudadanos – súbditos para el ideario fascista – va a encontrar su talón de Aquiles en las poderosas fuerzas de la Unión Soviética, que, en contra de lo que dice Hollywood y la historia oficial que cuenta el occidente capitalista, es el factor central de la derrota de las potencias del Eje. El Ejército Rojo aniquila 670 divisiones nazis, nada más y nada menos que el 80% del ejército nazi, en tanto que las Fuerzas Aliadas destruyen 176 divisiones alemanas.



Pero también en las retaguardias de los países ocupados por las tropas nazis, con frecuencia apoyados por gobiernos colaboracionistas y filofascistas, se forman importantes núcleos de resistencia que sabotean y, con frecuencia, combaten abiertamente al ocupante, y esos núcleos de resistencia se constituyen, normalmente, con clara hegemonía de los comunistas, tanto desde el punto de vista de la ideología que los cohesiona como del número de los integrantes en esos frentes de lucha. Eso es así en países como Francia, Italia, Grecia, los países balcánicos, etc. etc. una sangría en la retaguardia que merma notablemente la capacidad del ejército nazi.



La victoria sobre el nazismo va a fortalecer a las fuerzas populares de los países europeos y las opciones comunistas conquistan importantes cotas de poder: forman gobiernos o partes de los mismos en Francia, Bélgica, Finlandia e Italia y se han fortalecido en otros. Al mismo tiempo, la derrota nazi a manos de los soviéticos, supone un avance espectacular de territorios y poblaciones que empiezan a organizarse al margen del capitalismo. Son todos los países que después constituirían al Pacto de Varsovia, el área de influencia de la URSS consagrada en Yalta. Se empieza a escribir así otra historia de Europa que va a tener una duración aproximada de 40 años y que hoy vemos en claro proceso de liquidación.



Las ruinas de Europa van a ser restauradas por unas poblaciones endurecidas en la lucha real, en el frente regular, en la resistencia clandestina, en todos aquellos lugares en los que palpita la vida y se estimula el futuro. Son potentes movimientos populares que van a imponer derechos a un capitalismo insaciable pero que, en esos momentos, no tiene otra alternativa que aceptar compartir los beneficios de la producción con la mayoría de la población. Se inicia así, sobre la ruina del fascismo, la edad de oro de los trabajadores europeos, con una reducción sostenida de la jornada, crecientes niveles salariales, beneficios sociales, vacaciones, sanidad, educación, etc. En definitiva, se configura la sociedad que hemos conocido como Estado del Bienestar, en el que la propiedad publica ocupa un lugar central en la actividad económica. Los Estados participan decisivamente en sectores estratégicos de la economía, vitales para el funcionamiento de la sociedad y que le permiten orientar la actividad económica hacia objetivos, formalmente concebidos, como el bien común.



España, como en otros momentos de su atormentada historia, va a suponer el contrapunto a ese progreso europeo y desvastada como está después de esa sangrienta guerra civil, comprometida con las potencias derrotadas a las que el franquismo debe su victoria se va tener que enrocar en la esterilidad de una autarquía que precisará de mayores niveles de represión. Así, mientras Europa evoluciona hacia el bienestar sostenido de sus ciudadanos, en España se consolida la noche negra del franquismo. El país se cierra al progreso pero abre sus puertas a la emigración masiva de sus trabajadores que van a nutrir, en los años cincuenta y sesenta, las cadenas de producción de las ya prósperas sociedades europeas.

En esos años, en España, se va reconstruyendo, en la más estricta clandestinidad, la oposición al franquismo, una oposición que al igual que en los países ocupados por la Alemania nazi en los años de la guerra, en nuestro país va estar nutrida, prácticamente en su integridad, por organizaciones comunistas, básicamente por el PCE y el PSUC hasta tejer un movimiento obrero potente que, en su momento, tiene capacidad para poner en jaque al franquismo pero que va a ser progresivamente aniquilado con la “democracia” con una contribución decisiva del PSOE, cuya acción de gobierno – basada en la aniquilación de lo público y en la implantación en nuestro país de los dogmas del neoliberalismo con los resultados que hoy a la vista tenemos – es incompatible con un movimiento obrero potente, de ahí que someter, desmovilizar, a ese movimiento obrero haya sido una constante en su acción política.

Pero la socialdemocracia – ausente durante los cuarenta años de lucha clandestina en España – es una fuerza decisiva en Europa, y aquí está claramente vinculada con el capitalismo, tiene claro que el enemigo a batir no es otro que los comunistas y las organizaciones de los trabajadores que propugnan la transformación social y la construcción de una sociedad socialista radicalmente democrática, de forma que la demonización de la URSS, que tantos muertos se deja en la lucha contra el nazismo, es su leit motiv y en estrecha alianza con el imperialismo yankee dedica todo su esfuerzo a socavar al “imperio del mal”. El imperialismo americano, por si solo, no habría sido capaz de reducir la esperanza que durante muchos años representó la propia existencia de la Unión Soviética, necesita imperativamente de la colaboración socialdemócrata, de ahí que toda su acción gira en torno a endurecer, tanto como sea posible, la imagen de la URSS, imagen, no lo olvidemos, sobre la que se apoya una parte sustancial del progreso y el equilibrio de las sociedades de la Europa Occidental. El correlato entre la destrucción del Estado del Bienestar en buena parte de Europa, y la aniquilación del incipiente Estado de esas características en países como el nuestro – Grecia, Portugal, Italia, Irlanda – tiene, quiérase o no, una vinculación directa con la aniquilación de la URSS, con la laminación de las fuerzas comunistas y con la paralización del movimiento obrero. En ese proceso la socialdemocracia tiene una responsabilidad directa.

Haríamos bien en entender que los pueblos solo podrán avanzar si son capaces de reconocer con claridad a sus aliados y a sus enemigos. Y esto es así por muy abultado y poderoso que sean estos enemigos.

Chema Sabadell. Febrero 2012


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