James Watson y la nueva derecha
En días recientes la opinión pública se sacudió con las declaraciones del premio nobel James Watson ; en el sentido de que el señalar que la inteligencia está genéticamente determinada y que afirmar y admitir eso no implica caer en forma alguna de racismo.
Por: Julio Muñoz Rubio*
En días recientes la opinión pública se sacudió con las declaraciones del premio nobel James Watson (co-descubridor junto con Francis Crick de la estructura tridimensional del ADN); en el sentido de que el señalar que la inteligencia está genéticamente determinada y que afirmar y admitir eso no implica caer en forma alguna de racismo.
Las declaraciones del doctor Watson no tienen nada de original: es la enésima reedición de una tesis racista, sexista y clasista que plantea que las conductas humanas y la cultura tienen una base biológica y que por lo tanto no son modificables por medio de la propia acción humana, y que la causa de fondo de las discriminaciones e injusticias hay que irlas a buscar en las bases biológicas de la vida, no en la sociedad. Esta tesis, que ha tenido una gran aceptación desde hace al menos siglo y medio, se ha presentado siempre disfrazada con la cobertura de la “evidencia científica”, pero en realidad es el producto de las ideologías (falsas conciencias) de sus proponentes y nunca ha tenido la menor base científica. Sin embargo, ha sido una herramienta eficaz para justificar las acciones de la derecha en todo el mundo en contra de trabajadores, mujeres, gays y lesbianas, opositores políticos, y todos los grupos étnicos no anglo-sajones. Es por ejemplo el caso de las pruebas de inteligencia aplicadas a inicios del siglo pasado a los migrantes que llegaban a Estados Unidos o las ideas de la etología, impulsada por otro premio nobel: Konrad Lorenz, que fuera en su tiempo un científico al servicio del régimen nazi, todas aunadas a interpretaciones extremas de pasajes centrales de El Origen del Hombre de Darwin.
Y ya que hablamos del nazismo, pertinente es destacar que las condiciones que permitieron el ascenso del fascismo y la segunda guerra mundial fueron:
a) La existencia de una recesión económica global.
b) La falta de alternativas organizativas capaces de guiar las acciones de las clases subalternas a fin de llevar a cabo un cambio revolucionario. Dicho en el lenguaje marxista ortodoxo: La ausencia de una dirección revolucionaria.
c) La predominancia de conductas neuróticas y sadomasoquistas producidas por la represión sexual burguesa por la sensación de la insignificancia individual frente al aplastante poder de la burocracia, los ejércitos, el comercio y los medios masivos de comunicación.
d) La persistencia de teorías pseudo-científicas que justifiquen la discriminación racial, sexual o de clase a través de la naturalización de las jerarquías y de la injusticia, y a través de la amoralización de la opresión.
Los dos primeros puntos fueron extensamente tratados por marxistas como Leon Trotsky, el tercero fue expuesto claramente por psicoanalistas como Eric Fromm y Wilhelm Reich. Las críticas a las teorías a las que se alude en el cuarto punto, ha sido expuesta en numerosas ocasiones, por ejemplo por evolucionistas como Richard Lewontin o Stephen Jay Gould
Hoy en día, desgraciadamente podemos constatar no sólo que las cuatro condiciones mencionadas están presentes sino que se les han añadido otras, como la crisis ecológica global, haciendo la situación mundial más insostenible.
A medida que las contradicciones del capitalismo se van agudizando más y más y en la medida en que este sistema es cada vez más incapaz de solucionar los grandes problemas de la humanidad y de dar satisfacción a las necesidades reales de ésta, el cumplimento de estas condiciones puede desatar conflictos de magnitudes incalculables.
Las pseudociencias del determinismo biológico predominantes hoy en día, tales como la sociobiología y la psicología evolutiva, pueden tener un papel muy relevante en el reforzamiento de las posiciones de la derecha y la ultraderecha a escala mundial y en la justificación de catástrofes de magnitudes distintas. En el fondo, la función social de estas pseudociencias en precisamente servir de cobertura científica a la hegemonía capitalista. No es gratuito que, como parte de la oposición a estas pseudociencias, del determinismo biológico un grupo de investigadores de la universidad de Harvard afirmara hace 30 años con respecto a la sociobiología que “tal determinismo dota de una justificación directa para el propio satus quo como si éste fuera algo ‘natural’”.
Es aquí donde deseo poner atención a las consecuencias que tienen y pueden llegar a tener las afirmaciones de un personaje como James Watson. Las cuales no son simples ocurrencias aisladas de algún científico extremista ni, como él lo pretende, el resultado de investigaciones científicas “puras”, hechas por simple curiosidad para saber más acerca de las aptitudes “naturales” de cada persona. Son parte de toda una concepción del mundo en la que los seres humanos siempre tienen que estar siendo estudiados en función de sus pretendidas limitaciones, nunca en función de sus alcances como seres totales, e íntegros. El uso de estas teorías como armas políticas e ideológicas es algo presente en la realidad cotidiana de hoy en día. La concepción limitativa de las capacidades humanas y las discriminaciones y segregaciones (raciales, sexuales o de clase social) a las que ésta da lugar pueden ser encontradas en las leyes contra la inmigración promulgadas por gobiernos de la derecha en el presente o el pasado inmediato. Tales son los casos de Estados Unidos, Francia, España, Austria y Alemania, cuando menos. Se puede encontrar también en el refuerzo de los sentimientos anti musulmanes disparados en Estados Unidos luego del 11 de septiembre de 2001 y en España luego del 11 de marzo de 2004, ilustrados desde luego por los discursos de George Bush y José María Aznar. La podemos encontrar en todas las formas de oposición a los derechos de los gays y lesbianas; en las declaraciones y movilizaciones contra los derechos de las mujeres, como el derecho al aborto y a la anticoncepción. En todas estas expresiones la derecha alude por lo general a la incapacidad o inferioridad biológica de unos grupos de la sociedad frente a otros, o –como en el caso de las mujeres- a sus “roles naturales” en la vida, dados por su constitución “natural”.
En su obra “El Nuevo y el Viejo Fascismo” de los años 70, André Gluksman acierta cuando afirma que es falso que el fascismo sea un expresión rara u ocasional dentro de la historia del capitalismo contemporáneo, sino que mas bien es una posibilidad permanente, un fenómeno que sólo está dormitando, esperando a expresarse en toda su intensidad si es necesario. Las pseudociencias del determinismo biológico, con su enorme carga ideológica y de prejuicios y falsedad, son una eficaz herramienta que juega en favor de estas tendencias.
Más allá del azoro por las declaraciones del Dr. Watson, la comunidad científica, la opinión pública y en especial los sectores sociales que hoy en día resultan víctimas de la nueva derecha y su neoliberalismo salvaje, debemos de estar alerta ante la amenaza que representan en estos días, las pseudociencias del determinismo biológico.
*Doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona. Investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM
lunes, 10 de octubre de 2011
EL DETERMINISMO BIOLÓGICO, NUEVO ROSTRO DEL FASCISMO
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