lunes, 14 de febrero de 2011

PETRÓLEO EN CUBA. ¿MATERIAL INFLAMABLE?

Petroleo en Cuba. ¿Material inflamable?


Artículos de Opinión | Jesús Arboleya Cervera | 13-02-2011 |
Según el U.S. Geological Survey (USGS), Cuba cuenta con una reserva petrolera de 5 mil millones de barriles en las inmediaciones de la costa norte occidental y aproximadamente otros 10 mil millones más en la zona del Golfo de México perteneciente al país. Aunque fuentes cubanas calculan mucho más elevadas estas existencias, bastaría el pronóstico del USGS para que comparativamente representen el triple de las reservas comprobadas de países como Colombia y Argentina.

En ambos yacimientos la participación de empresas transnacionales petroleras es muy alta, ya que así lo exige la complejidad tecnológica y las grandes inversiones que requieren estos trabajos. Especialmente en las aguas profundas de la zona del Golfo, la cual se ha dividido en 59 lotes y 21 de ellos ya son explorados a riesgo por importantes empresas, las cuales han firmado contratos que garantizan al Estado cubano el 60% de lo que logren extraer.

Dada estas perspectivas, expertos consideran que un lapso de tres a cinco años Cuba estaría en posibilidad de autoabastecerse de petróleo, a lo que se suman grandes inversiones en infraestructura y nuevas refinerías, lo que colocaría al país en condiciones también de exportarlo refinado a toda la región, incluyendo a Estados Unidos.

Tales posibilidades abren una perspectiva económica muy alentadora, toda vez que la importación de combustible consume actualmente más de la mitad del valor de las importaciones, su precio tiende a incrementarse y los suministros están sujetos a imponderables de cualquier tipo, particularmente en el caso cubano, muy sensible a las coyunturas políticas internacionales.

Ahora bien, explotar petróleo implica también riesgos y responsabilidades que Cuba tendrá que enfrentar en el futuro inmediato, elevando el problema a la categoría de un asunto que atañe a la seguridad nacional en varios sentidos.

Aunque cincuenta años de confrontación con Estados Unidos y haber sobrevivido al fin del campo socialista europeo han demostrado la capacidad del Estado cubano para enfrentar problemas monumentales con tal de preservar la soberanía de la nación, lidiar con las grandes trasnacionales petroleras no es una panacea para ningún país del Tercer Mundo. Aunque la política cubana ha sido diversificar estas inversiones con vista a reducir la dependencia, a la larga se trata de un control monopólico a escala mundial, capaz de ejercer presiones brutales sobre las políticas nacionales.

También están los problemas medioambientales que entraña la explotación petrolera, siempre propensa a cualquier accidente, como lo demuestra el reciente vertimiento de la BP en el Golfo de México. Precisamente este incidente ha despertado alarmas en todo el mundo y ha motivado que expertos norteamericanos enfaticen la necesidad de encontrar fórmulas de cooperación con Cuba, como vía para aumentar la seguridad mutua de estas operaciones.


Respondiendo a una invitación cubana, después de intentos fallidos para conseguir licencia del Departamento de Estado en el 2009, a finales del año pasado visitó el país una delegación de la International Association of Drilling Contractors (IADC), la cual representa al 90% de las compañías perforadoras del mundo.

Lee Hunt, su presidente, declaró entonces al New York Times, que los cubanos eran conscientes de la importancia de la seguridad en las perforaciones y habían incorporado muchos de los principios adoptados internacionalmente en sus planes al respecto. No obstante, enfatizó la importancia, para la propia seguridad de Estados Unidos, que Cuba tuviera acceso a la tecnología y el personal especializado estadounidense y reclamó un cambio de política de ese gobierno con vista a facilitarlo.

En igual sentido se expresó el cubanoamericano Jorge Piñón, ex presidente de Amoco Corporation para América Latina y actualmente profesor visitante de la Universidad Internacional de La Florida, en un evento organizado por la Brookings Institution, donde recibió el apoyo de una amplia gama de expertos petroleros, ambientalistas, juristas y politólogos. Piñón enfatizó que ni siquiera bastaba que se flexibilizara la concesión de licencias, como ha propuesto el Departamento de Estado, toda vez que nadie puede calcular la naturaleza y necesidades de un accidente de esta naturaleza, donde el factor tiempo es decisivo.

Incluso la comisión bipartidista designada por el presidente Obama para investigar el desastre de la BP, presidida por el republicano William Reilly, ex administrador de la Agencia de Protección Ambiental, y el demócrata Bob Graham, ex senador y gobernador de La Florida, recomendó la búsqueda de algún acuerdo donde estuviesen implicados los gobiernos de Cuba, México y Estados Unidos.

A la lógica de la protección ambientalista, se suma el más discreto pero no menos influyente interés por los negocios de las empresas petroleras norteamericanas, enajenadas de estos proyectos debido al bloqueo, así como el interés estratégico de ese país por diversificar sus fuentes energéticas.

Hasta ahora, en relación con este asunto se han impuesto voces de cordura, pero bastaría que algún cowboy saque su revólver para que se arme el tiroteo. En esto radica la amenaza que implican las recientes iniciativas del representante republicano por la Florida Vern Buchanan, un hombre con tal historial de delitos e irregularidades, que ha sido nominado durante varios años consecutivos por la organización Citizens for Responsibility and Ethics in Washington (CREW) entre los 20 políticos más corruptos del Congreso.

Aunque a primera vista su propuesta de sancionar a empresas extranjeras que participen en la explotación del petróleo cubano ha tenido poca aceptación entre sus colegas –salvo los de siempre— y la lógica indica que armar una guerra mundial petrolera no es del interés de Estados Unidos, nadie sabe si ya míster Buchanan ha sido contratado por Halliburton o cualquier otra empresa del “eje del mal” norteamericano, para prender la chispa que encienda la maleza.

En resumen, se confirma que el petróleo es un material muy inflamable y tenerlo en abundancia constituye hoy día un gran peligro no solo para los peces y las reservas coralinas. Fuente: Progreso Semanal


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