miércoles, 26 de diciembre de 2012

Newtown: ¿Cómo ocurren estas cosas?


Newtown: ¿Cómo ocurren estas cosas?

Nicole Colson



23/12/12




La noticia fue desgarradora: 20 niños, todos 6 y 7 años, fueron brutalmente asesinados, junto con cuatro maestros, el director de una escuela y un psicólogo de la Escuela Primaria Sandy Hook en Newtown, Connecticut. El pistolero, Adam Lanza, asesinó a su madre al principio del día, antes cometer los homicidios para luego suicidarse.



Es desgarrador enterarse de las víctimas y pensar en el dolor y el horror de las familias que dejaron atrás: Charlotte Bacon, de 6-años de edad, quien rogó a su madre que le permitiera usar su nuevo vestido y botas rosadas a la escuela, a pesar de que se suponía que es para las vacaciones. O Ana Márquez-Greene, también de 6 años, cuya familia se mudó a Connecticut hacía dos meses desde Canadá debido a la reputación de la comunidad como un lugar agradable. O la profesora Lauren Rousseau, quien, después de años como sustituta, finalmente había conseguido un trabajo como profesora a tiempo completo en el otoño. O su colega Victoria Soto, quien salvó la vida de los niños en su clase al esconderlos en un armario y decirle a Lanza que estaban en el gimnasio antes de que éste le disparara y la matara. La psicóloga de la escuela, María Sherlach, y el director, Dawn Hochsprung, fueron los primeros en enfrentarse al pistolero. Habían corrido hacia la fuente de los disparos con la esperanza de salvar vidas.





Los crímenes violentos le quitan algo a cada familia y comunidad a las que afectan. El hecho de que la mayoría de las víctimas en este caso fueron niños pequeños agrava el horror. En medio del flujo de mensajes de solidaridad desde Connecticut - y de todo el país - millones de personas se preguntan: ¿Cómo pudo pasar esto? ¿Y por qué?



Un tiroteo de esta naturaleza nos muestra lo mejor y lo peor de las personas.



Para muchos, la respuesta instintiva fue la solidaridad y la simpatía, llegar a los que les rodean para ofrecer ayuda y consuelo.



Al otro lado estaba el sensacionalismo bruto de los medios de comunicación- las escenas de reporteros pegando los micrófonos en los rostros de niños asustados, preguntándoles por sus “reacciones”, por no hablar de la especulación desenfrenada e irresponsable sobre la salud mental de Lanza, su vida familiar y sus motivos. O la respuesta idiota de aquellos que buscaron sacarle provecho político a la tragedia - como el ex-gobernador de Arkansas, Mike Huckabee, quien declaró: “Nos preguntamos por qué hay violencia en nuestras escuelas, pero hemos retirado sistemáticamente a Dios de nuestras escuelas”.



Después de semejantes horrores, la gente naturalmente quiere saber: “¿Por qué?”



Y debemos hacernos la pregunta. Por desgracia, muchas de las respuestas que vamos a escuchar de líderes políticos y medios de comunicación serán lamentablemente simplificaciones exageradas de las respuestas que merecemos escuchar.



Nos dirán que Lanza era un enfermo mental [1] , pero no nos dirán que las personas con enfermedades mentales son mucho más propensas a ser víctimas de delitos violentos que a cometerlos [2]. Vamos a escuchar lo fácil que fue para Lanza acceder a la sustancial colección de armas de su madre [3] -, pero eso no explica por qué la utilizó.



En algunos informes se culpará a su madre [4], mientras otros se centran en los juegos de video que supuestamente le gustaba jugar [5].



Mientras escribía esta historia, poco se sabía acerca de Lanza y nada en absoluto acerca de sus motivaciones reales para planificar y llevar a cabo estos asesinatos. En ese sentido, las especulaciones de los medios de comunicación sobre el supuestos y trastorno de la personalidad de Lanza son especialmente irresponsables en una sociedad que trata rutinariamente a las personas con enfermedades mentales y discapacidades como “problemas” que deben ser “contenidos”, y no como seres humanos completos, al mismo tiempo que se habilitan mínimos recursos para apoyarlos a ellos o a sus familias.



Independientemente de lo que lleguemos o no a saber sobre este individuo, debe producirse un debate más amplio sobre la razón de estos terribles actos – que, al parecer, se hacen más frecuentes - y las raíces de la violencia que impera en la sociedad estadounidense.



Los fusilamientos masivos son particularmente chocantes, pero no son tan raros en los EE.UU [6.] El fácil acceso a armas de fuego - un tercio de los estadounidenses posee un arma de fuego, y los EE.UU. en su conjunto tiene la mitad de las armas del mundo en manos de civiles - puede proporcionar los medios para cometer determinados tipos de delitos, pero las raíces de las acciones de Adam Lanza ir son más profundas. Se encuentran en una sociedad profundamente alienada en la que la violencia en general es aplicada por las instituciones estadounidenses más exaltadas - siempre y cuando se lleve a cabo para propósitos “legítimos”, como las guerras de EE.UU. en el extranjero o el uso de la fuerza por parte de la policía en defensa de la ley y el orden internos.



En lo que va de año, más de 90,000 estadounidenses han recibido disparos de armas de fuego y en los últimos tres años, se han producido 231 tiroteos en los que han muerto cuatro o más personas.



Así que es totalmente comprensible que muchas personas que se preguntan qué se hubiera podido hacer para impedir la masacre en Newtown vean la necesidad de un control más estricto de las armas. Los socialistas creen que las armas son un síntoma, no una causa de la violencia - pero nadie debe ignorar que este síntoma nos habla de una sociedad enferma en la que la gente puede comprar miles de balas por Internet, incluyendo las de gran calibre que al parecer utilizó el homicida en Sandy Hook, y cuyo único propósito posible es “cazar” seres humanos.



Sin embargo, cuando alguien como el alcalde republicano de Nueva York, Michael Bloomberg, se pone al frente de la manifestación para exigir leyes más estrictas de control de armas, toda persona que se considere de izquierda debe ser escéptica.



Hay algo particularmente espantoso cuando se oye a Bloomberg hablar sobre el control de armas, cuando él mismo ha firmado históricos recortes en los servicios públicos, incluida la salud mental, en Nueva York, a pesar de que podría cubrir el déficit con su propia su fortuna personal de 25 mil millones de dólares.



Del mismo modo, Dianne Feinstein, la senadora demócrata por California, anunció que iba a impulsar un nuevo esfuerzo para lograr la prohibición de armas de asalto desde el primer día de la nueva sesión del Congreso. “Las armas de guerra notienen cabida en nuestras calles o en nuestras salas de cine, centros comerciales y, sobre todo, nuestras escuelas”, dijo Feinstein en un comunicado.



Pero Feinstein no tiene problemas con que se sigan usando “armas de guerra” en Irak, Afganistán o Pakistán, o tantos otros países de todo el mundo. De hecho, esta supuestamente progresista demócrata ha sido parte importante del edificio ideológico que justifica los peores abusos de la “guerra contra el terror” de los EE.UU., incluyendo la tortura física que ha provocado la muerte de más de un detenido.



Los elementos centrales de la “guerra contra el terror” - incluyendo el racismo contra musulmanes y árabes, el uso de aviones no tripulados y la utilización de la tortura por los militares - no sólo son defendidos por los dos principales partidos en Washington, sino que va mucho más allá. Basta con leer los casi unánimes elógios a Zero Dark Thirty, una película sobre la muerte de Osama bin Laden, en la que su directora, Kathryn Bigelow, sostiene firmemente que el fin justifica los medios cuando se trata de luchar contra el “terrorismo”. ¿Cómo podría el entusiasmo de la élite de nuestra sociedad por este tipo de violencia no tener ningún efecto sobre los de abajo?



Los líderes políticos y los medios de comunicación retratan estos “espasmos” de violencia, como los asesinatos en Newtown, como sucesos aislados – culpa de individuos aislados que “pierden la cabeza”. Pero esto es ignorar que la sociedad estadounidense está llena de ira y alienación. Que su origen no son los pobres y los débiles, sino un mundo en el que, para muchos, la existencia de cada día es una lucha llena de recordatorios constantes de su impotencia y falta de sentido para la sociedad.



El día de la masacre indiscriminada en Sandy Hook, Barack Obama le decía a los reporteros en una conferencia de prensa: “Ningún padre estadounidense puede no sentir el mismo dolor abrumador que siento yo. Ya se trate de una escuela primaria en Newtown o de un centro comercial en Oregón o un templo en Wisconsin o una sala de cine en Aurora o una esquina en Chicago, estos barrios son nuestros barrios, y estos niños son nuestros niños“. Las palabras de Obama, sin duda emocionaron a millones de personas. Pero la falta de conexión con la realidad que reflejan es profunda. ¿Cómo puede el jefe del gobierno más poderoso del mundo - un gobierno que tortura, que justifica el homicidio de inocentes con bombas “inteligentes”, que sanciona el asesinato de sus propios ciudadanos, hacer un llamamiento serio a poner fin a la violencia? Es la misma desconexión a la que se refería Martin Luther King, Jr. en su discurso de 1967 “Más allá de Vietnam” [7] en el que criticaba la hipocresía de un país envuelto en una guerra bárbara imperialista al otro lado del mundo, al tiempo que condenaba a personas empujadas a la violencia en sus propias vidas: “He tratado de ofrecerles mi más profunda compasión manteniendo al mismo tiempo mi convicción de que el cambio social es más profundo a través de la acción no violenta. Pero se preguntarán - y con razón - ¿qué pasa con Vietnam? Se preguntarán si nuestra propia nación no utiliza dosis masivas de violencia para resolver sus problemas, para lograr los cambios que quería. Sus preguntas calaron, y yo sabía que nunca más podría elevar mi voz contra la violencia de los oprimidos en los ghettos sin denunciado antes claramente al mayor proveedor de violencia en el mundo de hoy: mi propio gobierno. Por el bien de los niños, por el bien de este gobierno, por el bien de cientos de miles de personas temblando bajo nuestra violencia, no puedo permanecer en silencio”.



Es la misma desconexión de la que Vonda y Michael Shoels hablaron en 1999, después de que su hijo Isaías fuera asesinado en la masacre de Columbine High School, en la que dos estudiantes, armados hasta los dientes con armas de guerra, mataron a 12 compañeros de clase.



Entonces, como ahora, el presidente de EE.UU. expresó sentidas palabras de condolencia. Entonces fue Bill Clinton quien pidió “una cultura de valores en lugar de una cultura de la violencia”: al mismo tiempo que infligía una violencia devastadora desde el aire en la guerra contra Serbia. En una carta a Clinton, los Shoels escribieron: “Los que hicieron estas bombas caseras probablemente aplaudiran las bombas que caen sobre Kosovo y Yugoslavia: existe una conexión”.



Como escribiera Paul D'Amato en la Revista Internacional Socialista [8], los Shoels dieron en el clavo de la hipocresía profunda de los políticos capitalistas. Hacen mucho ruido acerca de la inadmisibilidad de la violencia, excepto cuando es la violencia que emplean en la persecución de sus propios intereses. Ahí sí, vale todo, desde bloqueos económicos que asesinan a miles de niños hasta el uso de armas nucleares tácticas.



Tal como lo expresó el revolucionario ruso León Trotsky, “Los gobiernos más ”humanos“, que en tiempos de paz detestan la guerra, declaran durante las guerras que el deber más noble de sus ejércitos es el exterminar a la mayor cantidad posible de personas”. En una vigilia por las víctimas de Sandy Hook, Barack Obama dijo a la multitud: “Seguro que podemos hacer algo mejor que esto”. Seguramente podemos. Pero no a menos que abordemos las causas reales de la violencia.



Entre los homenajes y las vigilias en todo el país y más allá, hubo una en Karachi, Pakistán. Una fotografía muestra a un grupo de niños paquistaníes encendiendo velas para rendir homenaje a las víctimas de Sandy Hook [9], con un cartel que decía: “Matanza escolar en Connecticut - [Nosotros] sentimos [su] dolor como [Ustedes] sienten nuestro dolor“.



En 2011, un informe del Bureau of Investigative Journalism [10] encontró que siete años de ataques estadounidenses con aviones no tripulados en Pakistán habían matado al menos a 168 niños. Ese sentido de humanidad y solidaridad - la compasión entre seres humanos que sufren – nos señala el verdadero camino



NOTAS:



[1] http://www.usatoday.com/story/opinion/2012/12/15/pete-earley-on-shooter-and-mental-illness/1771203/



[2] http://www.care2.com/causes/actually-mentally-ill-people-are-more-likely-to-be-victims-of-violence.html



[3] http://www.businessinsider.com/nancy-lanza-collected-guns-2012-12



[4] http://althouse.blogspot.com/2012/12/adam-lanza-has-been-weird-kid-since-we.html



[5] http://www.gamepolitics.com/2012/12/15/fox-news-tries-tie-tv-facebook-and-gaming-ct-tragedy



[6] http://thinkprogress.org/justice/2012/12/14/1337221/a-timeline-of-mass-shootings-in-the-us-since-columbine



[7] http://www.commondreams.org/views04/0115-13.htm



[8] http://www.isreview.org/issues/24/pacifism_war.shtml



[9] http://media.talkingpointsmemo.com/slideshow/connecticut-newtown-school-shooting/1-287703



[10] http://www.telegraph.co.uk/news/worldnews/asia/pakistan/8695679/168-children-killed-in-drone-strikes-in- Pakistan-since-start-of-campaign.html



[11] http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0







Nicole Colson es una colaboradora del periódico de la izquierda alternativa de EE UU Socialist Worker



Traducción para www.sinpermiso.info: Antonio Zighelboim






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