lunes, 16 de julio de 2012

"MANDAN ACREEDORES Y RENTISTAS". ENTREVISTA SOBRE LAS ÚLTIMAS MEDIDAS DEL GOBIERNO

Entrevista a Alberto Montero Soler sobre las últimas medidas gubernamentales


“Mandan acreedores y rentistas. Esos son los que tienen el poder”





Salvador López Arnal

Rebelión









Reconocido académico, Alberto Montero Soler es un excelente economista, cada vez más imprescindible para la ciudadanía que ansía y busca información crítica, y un sólido y consistente intelectual comprometido que transita por caminos nada cómodos ni trillados.



***





Si te parece, podríamos empezar por el nuevo paquete de recortes. Nos haces un breve resumen.



Bueno, el paquete de recortes se centra en varios frentes. Todos ellos regresivos desde un punto de vista social y erróneos desde una perspectiva económica por cuanto van a profundizar inequívocamente la recesión económica en la que nos encontramos.



En primer lugar, yo creo que habría que destacar el paquete de medidas fiscales. Ahí se ha centrado el grueso de la reformas y por ahí se apuntan tendencias de futuro muy preocupantes.



Por un lado, tenemos la subida del IVA normal en tres puntos, del 18% al 21% y del IVA reducido que sube del 8% al 10%, quedando intacto el IVA superreducido en el 4%; con el agravante de que hay bienes y servicios cuyo IVA pasa del reducido al normal desde el momento en que entre en vigor la medida a primeros de septiembre. Esta subida se acompaña con subidas a los impuestos especiales sobre el tabaco y la tributación medioambiental.



Por otro lado, y aunque no se ha concretado, se anuncian nuevas subidas de los impuestos sobre el consumo de energía a pesar de que en los últimos 6 años éstos han aumentado ya en más de un 70%.



Además, se elimina la desgravación por la compra de vivienda habitual, una medida que había sido reintroducida por el gobierno del PP nada más llegar al poder y que tan sólo ha durado seis meses.



En segundo lugar, y con un peso también muy importante, se encuentran los recortes centrados en el mercado de trabajo. Ahí nos encontramos, de entrada y en lo que a la función pública se refiere, con la supresión de la paga extraordinaria de Navidad para los funcionarios, lo que, por término medio, supondrá una reducción salarial del 8%; la equiparación de la situación de incapacidad laboral temporal a la del resto de trabajadores (y, por lo tanto, el Estado dejará de complementar la percepción por baja durante los primeros días hasta el 100% del salario, como ocurría ahora), y la reducción del número de días de asuntos propios de los que estos disfrutaban.



Por otro lado, la cuantía de las prestaciones por desempleo también se ve afectada y a partir del sexto mes los nuevos perceptores se encontrarán con que la base reguladora que se usa para calcularlas se reduce del 60% al 50%.



Igualmente, se ha anunciado que se eliminarán bonificaciones a la contratación de nuevos trabajadores o de trabajadores de colectivos con problemas específicos de inserción laboral.



El punto es importante.



Lo es desde luego. Tampoco se quedan sin recortes el sistema de pensiones y el gobierno también ha anunciado que se revisará el Pacto de Toledo para acelerar la prolongación de la edad de jubilación a los 67 años.



Y, finalmente, también hay que tener en cuenta que se reducen las cotizaciones sociales, que bajarán un punto en 2013 y otro más en 2014 o, lo que es lo mismo, el gobierno también baja el salario diferido de los trabajadores, aquél que contribuye a dotar de fondos a la Seguridad Social para que pueda atender prestaciones por desempleo y pensiones de jubilación.



Y en tercer lugar yo destacarían los recortes en materia democrática, esto es, los que afectan directamente al ejercicio de nuestros derechos y que sustancia la débil democracia de nuestro país. Por ese lado hay que destacar la reducción del número de concejales y el ataque a los ayuntamiento frente al realce de las Diputaciones provinciales, unas instituciones que si por algo destacan es porque los diputados no son elegidos democráticamente y porque se han convertido en un centro de colocación de cuadros y militantes de los partidos políticos.



Por otro lado, también se recortan el número de liberados sindicales por lo que la organización de los trabajadores en los centros de trabajo se verá seriamente afectada.



Se recortan también las subvenciones para partidos políticos (por lo que el peso de la financiación privada y el riesgo de cooptación de éstos a favor de intereses particulares se incrementa); para las organizaciones empresariales y para los sindicatos.



¿Cuál de las medidas te parece más criticable?



Yo creo que la más criticable es la que resulta de la conjunción de la subida del IVA con la bajada en las cotizaciones sociales, ambas ligadas en la lógica del recorte en un sentido muy perverso. Me explico.



Se ha planteado una reducción de las cotizaciones sociales compensada con un incremento del IVA, ¿qué significa esto? Pues básicamente que, de entrada, las cotizaciones sociales, pagadas por trabajadores y empresarios, son tratadas como un impuesto sobre el trabajo, en lugar de como salario diferido del trabajador que le permite acceder a una prestación de desempleo o, llegado el momento, a su pensión de jubilación. Al bajar las cotizaciones sociales, el gobierno lo que está bajando es el componente diferido del salario del trabajador; sin embargo, lo que argumentan es que están reduciendo los impuestos sobre el trabajo con el fin de abaratar la contratación para el empresario. Pero, insisto, eso no es así; lo que se está reduciendo es el salario diferido de los trabajadores.



Tienes razón, se ha insistido poco en este punto, pero es de enorme importancia.



Y, al mismo tiempo, esto se compensa con una subida del IVA, que es un impuesto tremendamente regresivo y que pagamos todos los ciudadanos pero que, proporcionalmente, afecta más a quienes dedican un mayor porcentaje de su renta, si no todo, al consumo. Así, a pesar de que en términos absolutos esas personas pagan menos IVA que quienes tienen rentas más elevadas, sin embargo, como destinan toda su renta al consumo, porque carecen de capacidad de ahorro, el impacto que tiene la medida sobre su economía es mayor.



El resultado final es tremendo. Los trabajadores pierden salario, en su componente diferido, y además ven como su salario directo, tras la subida del IVA, se traduce en una menor renta disponible y en un menor poder adquisitivo como consecuencia del incremento del precio de los bienes y servicios tras la subida del IVA.



Pero la cosa no termina ahí. Como esas cotizaciones sociales alimentan el fondo de la Seguridad Social para el pago de las prestaciones de desempleo y de jubilación, a medida que no sólo hay un menor número de trabajadores ocupados sino que, además, se reduce el monto de esas cotizaciones, se pone en riesgo la solvencia financiera del sistema de pensiones y de las prestaciones por desempleo y se acometen, en nombre de la sostenibilidad del sistema, medidas privatizadoras. ¿Es o no es maquiavélico?



En el sentido usual del término -algo injusto con el propio Maquiavelo- lo es, sin duda. Creo, además, que enlazas muy bien los diferentes nudos de su (contra)reforma antiobrera.



Era, dijeron hace varias semanas, una línea de crédito concedida a la banca sin condicionalidad alguna. ¿Nos mintieron?



Como bellacos; sin ninguna duda. Mientras de Guindos y Rajoy trataban de venderlo como un triunfo, hablando de un préstamo en condiciones muy favorables y sin condicionalidad, la declaración del Eurogrupo sobre esa misma reunión ya hablaba de ello. Es cierto que lo hacía en términos muy suaves, pero cualquiera que esté habituado a leer ese tipo de declaraciones sabe la carga de profundidad que llevan palabras aparentemente suaves.



¿Qué consecuencias crees que pueden tener las medidas de las que hablamos para la economía y la sociedad españolas?



Sobre eso no tengo la menor duda. De entrada, un agravamiento de la recesión como consecuencia de la subida de impuestos. En una economía capitalista como la española, en la que el consumo es su motor fundamental (si bien se encuentra muy debilitado en estos momentos), todo lo que afecte al consumo -y tanto la subida del IVA y otros impuestos como la reducción de los salarios le afectan-, se traduce en una profundización de la recesión.



Y, por otro lado, también hay que tener en cuenta que todo ello repercutirá en un progresivo empobrecimiento de la clase trabajadora de este país que ve cómo se recortan sus salarios, por vía de decretos a los empleados públicos, y por la vía de las fuerzas del mercado -y la presión del ejército de reserva que suponen los cinco millones y pico de desempleados- a los trabajadores del sector privado. Pero que también ve cómo, progresivamente, las estructuras de bienestar que le permitían satisfacer necesidades básicas al margen del mercado, están deteriorándose y forzando a quienes aún pueden permitírselo a adquirir esos servicios en el mercado. Avanzamos, pues, hacia una sociedad mucho más mercantilizada, si cabe.



Hace tiempo que lo digo: esta crisis acabará empobreciendo hasta extremos de hace décadas a las clases medias de este país. De eso tampoco me cabe la menor duda.



Uso más tinta negra para dibujar el escenario. Además de lo anterior: recortes en educación y sanidad, copago farmacéutico, contrarreforma laboral, amnistía fiscal. ¿Hacía donde vamos?



Hacia el abismo, Salvador, hacia el abismo. Para salvar al euro y al proyecto hegemónico alemán se van a sacrificar las condiciones de vida de los ciudadanos de todos los Estados miembros periféricos de la Eurozona. Así que o Europa cambia radicalmente sus políticas y su institucionalidad o Europa nos hunde. Y creo que sobre eso algo aún deberíamos poder debatir y decidir los ciudadanos españoles, en particular, y los europeos en general. El Estado que desee mantenerse en el euro tiene todo el derecho del mundo a seguir ahí, pero no a costa del empobrecimiento de sus vecinos.





¿Quién manda en España en tu opinión? ¿El gobierno, los bancos, el ladrillo y sus afines, la troika europea?



Mandan los acreedores. Lo que está ocurriendo en estos momentos en Europa es una guerra entre deudores y acreedores tanto entre Estados como al interior de cada estado.



Los Estados acreedores del núcleo exigen el pago de las deudas a los Estados deudores de la periferia y, para ello, los fuerzan a llegar hasta el rescate y, con ello, a alterar toda su estructura fiscal y de bienestar con vistas a garantizarse el pago de la deuda, a pesar de que ello suponga desmantelar los Estados de bienestar.



Y dentro de cada Estado, los bancos y el sistema financiero en general se encuentran en guerra contra los deudores, a los que exprimen hasta el extremo para conseguir que paguen sus deudas. Y, si no, véase que sentido tiene las decenas de miles de desahucios que tienen lugar cada año en este país mientras hay varios millones de inmuebles deshabitados.



Los gobiernos de los países periféricos se encuentran, así, comprimidos entre, cuando no cooptados por, la presión de los bancos al interior y la presión de los países acreedores desde el exterior.



Así que mandan acreedores y rentistas. Esos son los que tienen el poder.Y por si alguien tiene dudas, basta con leer lo que dijo el ministro de Guindos al semanario alemán 'Frankfurter Allgemeine Zeitung' al mismo tiempo que se aprobaban los recortes: “Devolveremos el crédito. No habrá pérdidas para los acreedores”. Toda una declaración de principios





Has escrito: “si examinamos el paquete y lo agregamos a los que se vienen aplicando a "pildorazos" desde 2010 por el gobierno de Zapatero, la conclusión no deja lugar a dudas: España ha sido “rescatada” por Europa”. ¿Qué significa que España haya sido rescatada por Europa?



Significa que España ha perdido soberanía como estado para poder aplicar la política económica que estime oportuna, para poder atender las necesidades de sus ciudadanos que éstos consideren prioritarias; que los esfuerzos de este gobierno se orientarán a partir de ahora a gestionar las miserias para evitar un colapso social mientras el dinero sale a espuertas hacia los acreedores, porque así lo manda la reforma constitucional aprobada recientemente impuesta por Alemania.



Con el acuerdo del PSOE y del PP.



Efectivamente. Significa que vivimos en un protectorado en el que nuestros gobernantes carecen de margen para hacer política más allá de lo meramente testimonial; significa que vivimos en un país en el que las decisiones que compete tomar al gobierno serán supervisadas y autorizadas por una instancia europea que controlará el presupuesto. En definitiva, significa que vivimos en un país que carece de autonomía, soberanía e independencia. A eso me refería cuando hablaba de que España va camino de convertirse en un protectorado alemán.



Has escrito también: “No crean otra cosa, no se dejen engañar por juegos de logomaquia: España está intervenida y lo peor es que es normal que así sea porque somos un país en quiebra que no es que se encuentre ya al borde del abismo sino que está en una caída libre que se acelerará un poco más tras las medidas aprobadas ayer”. ¿Por qué somos un país en quiebra y en caída libre?



Somos un país en quiebra porque tenemos un pasivo exigible, unas obligaciones, mucho mayor que nuestro activo. Esa es la definición de quiebra y, en el caso de España, lo que tenemos es una deuda, pública y privada, que supera el 400% del PIB y tenemos una economía en recesión y, por lo tanto, que cada vez genera menos recursos para poder ir atendiendo a los vencimientos y al pago de los intereses de esa deuda. Si a eso se le añade que la financiación que debe captar el estado y las empresas para atender a sus vencimientos o refinanciar la deuda son cada vez más elevados y, por lo tanto, que la carga se va haciendo cada vez más pesada, la conclusión a la que puedes llegar es que España es un país en quiebra o camino de la quiebra, para no ponernos excesivamente dramáticos.





Hablas también del "trilema" complejo al que se enfrenta el país: la primera opción, señalas, “es aquélla de la que nadie quiere hablar salvo, paradójicamente, los finlandeses: la salida del euro”. La segunda, apuntas, “es permanecer en el euro asumiendo su arquitectura actual y el sentido de las reformas que se están produciendo en la misma”. La tercera “sería hacer frente a nuestra realidad, una deuda privada impagable, y tirar de las recomendaciones” nada menos que del FMI. Todo parece indicar, prosigues, “que será la segunda la opción elegida”. ¿Cuáles serán a medio plazo las consecuencias de esta decisión si ése fuera el caso?



Las consecuencias son dramáticas. Si llega a cortarse la financiación para España deberemos ser intervenidos, ya sí en sentido estricto y formal (porque ahora lo estamos de facto), y a cambio de préstamos y créditos para sostener la actividad del estado, se impondrán todo tipo de recortes y un adelgazamiento hasta el raquitismo de la administración, especialmente la vinculada a la prestación de bienestar. Y todo ello para tratar de que los ingresos por la vía de los impuestos no se destinen a cosa distinta de la atención al pago de la deuda y sus intereses.



Si quieres saber cuáles son las consecuencias de forma más tangible, basta con que mires lo que ha ocurrido en Grecia o cómo se deteriora a ritmos acelerados la situación en Portugal. Esos son los espejos en los que debemos mirarnos si queremos saber cuál puede ser nuestro futuro.



Nos enfrentamos, afirmas también, “a una recesión que puede alargarse fácilmente 20 años”. ¿No exageras? ¿Por qué 20 años? ¿De qué tipo de recensión estás hablando?



Estoy hablando de lo que técnicamente se llama una “recesión de balances”, en la terminología del economista japonés Richard Koo.



La diferencia entre una recesión normal y una recesión de balances es que en la segunda, que suele tener lugar tras el estallido de la burbuja de algún activo, una amplia porción del sector privado, en lugar de tratar de maximizar sus beneficios, está intentando minimizar sus deudas.



Así, cuando estalla una burbuja que se ha financiado eminentemente a partir de deuda, el precio de los activos colapsa mientras que las obligaciones permanecen, lo que deja a la mayor parte de los balances del sector privado en quiebra. A las familias y a las empresas sólo les queda entonces, para tratar de recuperar su solvencia financiera, intentar sanear sus balances ya sea incrementando el ahorro o amortizando parte de la deuda. Se produce, entonces, lo que se denomina un fenómeno de “desapalancamiento” generalizado que provoca una contracción de la demanda agregada (como consecuencia de la disminución del consumo ante el incremento del ahorro) y lanza a la economía a este tipo de recesión especial.



Y es una recesión especial porque frente a ella los instrumentos tradicionales de la política económica -y, en especial, la política monetaria- se vuelven absolutamente inoperantes.



Ese es el tipo de recesión que viene experimentando Japón desde hace más de 15 años y ese es el tipo de recesión en el que se encuentra la economía española. De ahí que me aventure a afirmar que si no hay cambios radicales en los objetivos de la política económica y se sigue insistiendo en la austeridad, el horizonte es de una recesión de 20 años.





Te has puesto un poco técnico pero creo que entendemos bien lo que señalas.



Cito un paso de un artículo reciente de Rafael Poch de Feliu: “Ahora que ya nos han intervenido en toda regla quizá comprendamos, como país, el estado y sentir de los griegos de los que hemos estado desmarcándonos de forma tan miserable. Somos víctimas del mismo fraude que ellos: los de abajo pagando por estafas internacionales realizadas por el sector financiero y consentidas por el poder político. Los ahorros y sacrificios son para pagar las deudas de ese sector, que es internacional. Y los imponen los mismos políticos que sancionaron el casino”. ¿Estás de acuerdo con esta consideración?



Completamente de acuerdo. Me parece una descripción precisa de lo que está ocurriendo y de ese gesto miserable que han tenido los gobiernos de todos los países periféricos antes de ser rescatados afirmando que su país (Portugal, Irlanda o España) no era Grecia. Ahora, lamentablemente, todos somos Grecia.



La última, tras agradecerte una vez más tu disponibilidad y tu enorme generosidad: ¿está el euro en crisis o es la Europa construida conforme a los mercado la que nos lleva al abismo? ¿Cabe inventar aún una Europa conforme a los ciudadanos y sus naciones o es una simple quimera que llegaría a destiempo?



El euro está en crisis desde que nació, Salvador. Ya lo he escrito en otros lugares: el euro estaba mal diseñado y llevaba inserto en su código genético los factores y dinámicas que, llegado el momento, cuando se activaran, provocarían este tsunami en el que nos encontramos.



Y, por otra parte, euro y Europa de los mercados son cuestiones indisociables. El euro no se creó para facilitar los intercambios de los ciudadanos en sus viajes de turismo por Europa; se creó para facilitar el intercambio de mercado a gran escala. Son cara y cruz de una misma moneda, valga la broma fácil.



Y esa Europa de los Ciudadanos como caberla inventar, cabe inventarla. Sin embargo, que llegue a materializarse eso ya es otra cosa. Dudo mucho de que en el estado de cosas actual y con Alemania actuando como potencia hegemónica que gestiona el euro y las instituciones europeas según sus intereses vaya a producirse ese vuelco.



Siento una vez más mostrarme tan pesimista, pero no hacerlo me parecería intelectualmente deshonesto.



Alberto Montero Soler (alberto.montero@uma.es) es profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga y presidente de la Fundación CEPS. Puedes leer otros textos suyos en el blog “La Otra Economía”.



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