miércoles, 4 de julio de 2012

FÚTBOL: EL NUEVO "PANEM ET CIRCENSES"






Panem et circenses


3 julio, 2012


Posted by larepublica.es


Xabier García / @jxabierg



En la Antigua Roma, un poeta acuñó la expresión panem et circenses para referirse a la política de dar pan gratuito o barato y espectáculos de entretenimiento al pueblo con el fin de mantenerlo alejado de la política, yendo contra la tradición romana, obtener apoyos políticos o simplemente apaciguarlo en momentos de crisis. Con el panem et circenses Juvenal pretendía criticar la decadencia del pueblo romano que progresivamente abandonaba la costumbre de participar en la vida política a cambio de este tándem, lo que supuso paz social incluso en los momentos más álgidos del Imperio. Así pues, podríamos estar hablando, en términos marxistas, del “opio del pueblo” de la época.



Tras el panem et circenses el cristianismo pasó a sustituirlo de manera masiva durante la Edad Media y la Edad Moderna con efectos igual o más bien mayores en la población. La decapitación de Luís XVI y María Antonieta, en este aspecto, dio paso a la muy paulatina merma de la capacidad de este “opio del pueblo”. Sin embargo ni fue acelerada ni igual en todos los países. A pesar de ello, siguió siendo el “opio del pueblo” oficial durante mucho tiempo. Pero ya no satisfacía a las masas obreras igual que otrora lo hiciera con los siervos. Un ejemplo de ello es la extendida politización de la clase trabajadora en el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Pero con el capitalismo ya asentado por completo y esta peligrosa politización expandiéndose se necesitaba un nuevo “opio del pueblo”, un nuevo panem et circenses. Comenzaron por el panem: el conocido como Estado del Bienestar. Con él, la población vivió en una fantasía de comodidad en alianza con el desarrollo económico y tecnológico contribuyendo este último a darles esa apariencia de “nuevos ricos”. En resumen, la clase trabajadora, en su mayoría, “se creyó burguesa”.



No obstante, aún faltaba el circenses (en el que nos centraremos dado que el panem se merecería todo un artículo): parece ser que hoy en día son los eventos deportivos destacando sobre todos el fútbol.



La figura del jugador, admirada cual gladiador aunque como es obvio en menor medida, es un paradigma de éxito y fuente de muchas envidias. ¿Quién no desea ser un prototipo de perfección física, millonario y admirado por todos casi mundialmente? Admirado, esa es la clave. El fútbol ha creado héroes, héroes nacionales a los que nadie discute. Medio país puede rechazar a su presidente del Gobierno pero se pondrá de acuerdo con la otra mitad en que su selección es la mejor del mundo. Este entretenimiento crea unidad. Una unidad muy útil para cualquier régimen. Y no únicamente unidad, sino también “da de qué hablar”, un tema que es inofensivo y no exige grandes esfuerzos, un tema que mantiene ocupada a la población ya que reclama grandes cantidades de tiempo. En pocas palabras, es una “alegría, “fenómeno de masas” y al serlo se le dedica toda la atención mediática posible, olvidando asuntos desagradables que pocos quieren conocer.



Todo esto lo ha conseguido el fútbol, el nuevo circenses. Y es en España donde este circenses se ha podido ver actualmente con mayor claridad. Hoy, un día después de la final de la Eurocopa, el fútbol ha obtenido varias victorias (desde el punto de vista del régimen neoliberal) en la sociedad de España:
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a) Primero, ha servido para introducir recortes y realizar demás acciones sin hacer mucho ruido. Durante la Eurocopa el Estado ha nacionalizado el 100% de la matriz de Bankia, ha decretado el “medicamentazo”, ha anunciado una subida del IVA de los productos básicos y además ha subido el precio de la energía. De esta forma, estas acciones se han acallado o por lo menos no se les ha dado tanta importancia mediática.



b) Por otro lado, el fútbol está actuando como un apaciguador social de manera que toda la población siempre encuentra algún partido que ver y distraerse o mera crónica deportiva. Malgastan horas en este asunto en bocas de todos, ya sea viendo la televisión o comentándolo con los compañeros, imponiéndose sobre cualquier otro tema. Es una alegría ante tantas adversidades. Sin embargo parece ser que esto no se puede aplicar con exactitud a todas las edades.



c) Finalmente, el régimen juancarlista debe estar de enhorabuena. Estas competiciones consiguen propagar el nacionalismo español, monarquía incluida, incitando a abrazar la bandera rojigualda y cayendo algunos en comportamientos fascistoides (véanse saludos con el brazo en alto o banderas franquistas) , algunas veces por desconocimiento. No son escasos los elementos de izquierda o simplemente republicanos que acudieron a celebrar la victoria de la selección rodeados de banderas que en otras circunstancias ellos repudiarían. Pero lo digo bien claro: no les recrimino por ello. Se debe entender que la presión social es intensa y no todos son inmunes al temor de ser apartados por amigos y demás, pudiendo ser condenado al “ostracismo social”.



En resumen, frente a este “opio del pueblo”, este panem et circenses, no hay mucho que hacer, por lo menos en España, es la gran baza del sistema juancarlista. Solo nos queda la organización y la reconstrucción ideológica para encarar cualquier nueva situación o cambio. Grande será el día en el que las tertulias políticas alcancen el mismo nivel que las tertulias deportivas del bar, donde todos quieren opinar e informarse todo lo posible con el fin de hablar con propiedad.



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