jueves, 12 de abril de 2012

LA CRISIS NO HA COMENZADO

La crisis no ha comenzado....Pedro Montes. Economista.

Los momentos sublimes no pueden ser prolongados. Del mismo modo, las situaciones de emergencia no pueden ser permanentes.

Estos tiempos de profunda agitación económica y financiera están siendo aprovechados por el gobierno del PP para cometer fechorías contra la inmensa mayoría de la población -reforma laboral, amnistía fiscal, subidas de precios de bienes y servicios básicos, recortes brutales presupuestarios, amenazas de todo tipo- amparándose en última instancia en la situación de emergencia que estamos viviendo. Pues bien, las razones de esa situación no son las que propaga el gobierno, insistiendo hasta la saciedad de que no hay otra alternativa que la de cerrar el déficit publico y, por tanto, recortar, recortar hasta donde el cuerpo social aguante.

No, no es eso. El problema no surge del déficit público que es necesario financiar con la emisión de deuda pública de un Estado cuya solvencia está bajo sospecha. Ni del déficit exterior de la economía española, que debe ser financiado a través de los mercados internacionales que desconfían también de la solvencia del país. Claro que estos déficits son indicadores desfavorables y estimulan la especulación o ataques financieros contra el país. Pero estas son las aguas removidas de la superficie: el mal de fondo es otro y es inabordable.

La gran cuestión es la deuda acumulada por el sector público por lo graves déficit en que se han incurrido en los últimos años y la deuda acumulada frente al exterior por los graves déficit de la balanza de pagos por cuenta corriente que se han registrado a lo largo del período de vigencia del euro.



El país puede esforzarse mucho en reducir el déficit público, 15, 20, 35 miles de millones de euros, puede seguir practicando una política de recortes sucesivos que, entre otras consecuencias, hundirán mas la economía, dispararán el paro hasta un nivel insostenible, dando a esta palabra su literalidad, pero no por ello el montante de la deuda pública, unos 700.000 millones de euros, disminuirá, y por tanto la el mal de fondo de la situación de emergencia no se disipará. Y los mercados, pillos ellos, no se dejaran engañar, por eso se dice que son insaciables.

Lo mismo se puede decir del déficit exterior. El hundimiento de la actividad y la demanda contribuirán a mantener o disminuir el déficit de la balanza de pagos, pero los pasivos brutos acumulados por la economía española, que son 2,3 billones de euros, no van a desaparecer: son en gran parte compromisos de pago del sector privado que no se sabe como se van a cumplir. Y los mercados, perversos como son, expertos y escrutadores como tienen, están al tanto de las dificultades.

La conclusión es inmediata: se podrán hacer ingentes esfuerzos por recibir el respaldo de los mercados y las instituciones europeas, pero ninguno de esos esfuerzos servirán para sortear la situación de quiebra de la economía española en general y del sector público en particular. La situación de emergencia, en estas condiciones, seguirá, pero no hay, como se decía al principio, situación crítica o situación límite que perdure indefinidamente.

La crisis, pues, no ha comenzado. Queda la explosión de la crisis, que, ciertamente, no se sabe cuando y como sucederá. El gobierno da todos los síntomas de estar impresionado, acobardado y agotado, sin perder, eso sí, su sentido de la orientación a la derecha. Lo sorprendente es la tranquilidad con la que viven los dirigentes de la izquierda la crisis, sin enterarse de nada, quizás pensando que pronto vendrán tiempos mejores.




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