martes, 12 de enero de 2010

MASACRES EN LOS GRANDES LAGOS

ENTREVISTA A JOAN CARRERO, PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN S’OLIVAR


“Ha habido una manipulación de la historia”



En 1994, milicias hutus asesinan a cientos de miles tutsis. Años después se perpetúa otra masacre, quizás mayor, en Ruanda y RD del Congo. Joan Carrero es uno de los principales investigadores de este segundo genocidio.

José Lucas. Publicado en Diagonal

Joan Carrero es presidente de la Fundación S’Olivar, y también un activista reconocido de la no violencia. Su interés por la región de los grandes lagos africanos comenzó después del genocidio de 1994 perpetrado por los extremistas hutus.
A finales de 1995 y principio de 1996 viajó a Ruanda y pudo comprobar cómo, además del genocidio conocido, estaba ocurriendo otro contra la población hutu. Sus investigaciones durante estos últimos años le llevaron a presentar una querella en la Audiencia Nacional, con un auto donde se emitían órdenes de captura internacionales contra 40 altos cargos del Frente Patriótico Ruandés (FPR), actualmente en el poder en Ruanda, por delitos de genocidio entre otros. Es decir, se reconocía la existencia de otro genocidio incluso de una mayor magnitud, pero esta vez realizado por el FPR en contra la población hutu ruandesa y contra la población congoleña cuando Ruanda invadía y saqueaba la República Democrática del Congo.

DIAGONAL: ¿Nos puedes explicar cómo salió tu nombre y el de tu organización como financiadora de una guerrilla, el FDLR, en el último panel de investigación de la ONU?
JOAN CARRERO: El precursor del texto de la ONU fue un informe de la organización con sede en Londres, African Rights, y el informe lo realizó Rakiya Omaar en 2008. Rakiya es activista del FPR actualmente en el poder en Ruanda. Los testimonios de ex altos responsables del FPR indican que Rakiya ya trabajaba para el FPR desde antes del genocidio en el cuartel de Mulindi. Esto confirman las últimas denuncias de los 120 abogados defensores del Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR) y expertos, reunidos hace un mes en Holanda bajo la presidencia de Ramsey Clark, antiguo ministro de justicia estadounidense bajo Johnson y Kennedy y artífice de la ley de derechos civiles para los negros. Allí han denunciado que la ONU usa sistemáticamente y sin ningún escrúpulo, los testimonios que le facilita el FPR.
D.: ¿Pero por qué se ha hecho?
J.C.: En un artículo reciente enumeré tres retos a los que se enfrenta el FPR en un futuro cercano: la querella en la Audiencia Nacional española, que está suponiendo un perjuicio para los 40 altos cargos del FPR con órdenes de captura; un segundo reto es el diálogo interruandés que organizamos y que está cohesionando a la sociedad ruandesa frente a la dictadura del FPR; y un tercer reto es la candidatura de una mujer valiente, Victoire Ingabire, para la presidencia en las próximas elecciones en el 2010. Mujer a la que modestamente apoyamos.
Sorprendentemente para nosotros, lo que les preocupa más al FPR es que estamos desestabilizando su dictadura con la organización del diálogo interruandés. Ellos están acostumbrados y son muy eficaces enfrentándose a la violencia; ellos han machacado al Congo y Ruanda, con la ayuda logística de EE UU, pero están muy descolocados frente a una acción no violenta. Ahora ellos se encuentran con dos activistas de la no violencia, Jordi Palou y yo, como promotores de un diálogo absolutamente no violento, en el que cada vez mas componentes de la sociedad ruandesa están hablando, encontrándose, reconciliándose e imaginando una Ruanda no violenta, pacificada en un futuro inmediato y todo esto les está resultando grave.
D.: Tantos millones de muertos en Congo, Ruanda, ¿cuál ha sido la raíz de estos conflictos?
J.C.: Tras la llegada de Bill Clinton, los recursos minerales africanos empiezan a ser tenidos muy en cuenta y se reordena el África Central para un mejor control de estos recursos. EEUU, apoyado por Gran Bretaña, Bélgica y Canadá, deciden que hay que sustituir a los regímenes de Habyarimana (Ruanda) y Mobutu (RD Congo) y lo hacen a través de una casta guerrera muy eficaz: los himas, tutsis, quienes ya habían demostrado su eficacia en la conquista del poder en Uganda. Ni el juez Andreu de la Audiencia Nacional ni nosotros negamos el genocidio contra los tutsis. Lo que nosotros hemos preguntado es por qué se niega que haya millones de hutus asesinados.
D.: ¿No está invadiendo el juez Andreu de la Audiencia Nacional competencias del Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR)?
J.C.: El juez Andreu respeta las competencias temporales del TPIR, lo que pasa es que la Audiencia Nacional investiga en un período más amplio. Ha habido una tremenda manipulación de la historia, empezando por el TPIR, quien ha restringido sus investigaciones al año 1994, el año del genocidio contra los tutsis. Incluso ha tapado asesinatos ocurridos este año como el habido contra los presidentes de Ruanda y Burundi. El FPR ha cometido delitos gravísimos de agresiones internacionales, el asesinato de 200.000 hutus antes del genocidio conocido, el asesinato de dos presidentes y después de su toma del poder en Ruanda han continuado realizando matanzas que nunca se pudieron investigar por la cobertura que facilitó EE UU. Ahí está el informe Gersony, sólo con este informe se podría sustentar la teoría de un segundo genocidio.
D.: ¿Se puede demostrar que existe el informe Gersony?
J.C.: Tenemos testigos tan cualificados como el antiguo ministro de asuntos exteriores ruandés, J. M. Ndagijimana, del primer Gobierno protutsi después del genocidio de 1994. Todo esto fue testificado en la Audiencia Nacional y puede verse. J.M. Ndagijimana, llevando este informe, viajó a Estados Unidos, junto a Pastor Bizimungu, presidente ruandés, y allí debatieron el informe personalmente con Kofi Annan. Hay otro informe de la ONU en el que se critica al informe Gersony y dice que puede llevar a confusión. En realidad produce confusión sobre la doctrina oficial elaborada para explicar los acontecimientos del África Central. En el informe Gersony se demuestra que en sólo tres prefecturas ruandesas hubo decenas de miles de hutus asesinados. Si trasladásemos estas cifras al conjunto del país darían unas cifras impresionantes y estamos hablando sólo de la época posterior a la represión después del genocidio. Si a esto le añadimos el informe Garreton de las masacres a hutus refugiados en el este del Congo, tendríamos un cuadro completo de millones de víctimas hutus ruandesas y congoleños, lo que hace que sea absolutamente indigno e impresentable seguir hablando sólo del genocidio contra la etnia tutsi. Aquí hay muchas más víctimas.

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