miércoles, 16 de septiembre de 2009

Por una salida democrática a la crisis: ¿Qué hacer con el sistema financiero?




Javier Navascués


En medio de la actual crisis resulta difícil de creer que pueda haber una sobreabundancia de capital, especialmente de capital-dinero, precisamente en un momento en el que se nos insiste en que "las empresas y las familias" son incapaces de conseguir el crédito que necesitan. Y sin embargo no hace tanto que el propio Fondo Monetario Internacional hablaba de un "exceso de ahorro" por parte de las empresas a consecuencia, entre otras razones, del "fuerte incremento de las ganancias"(1).

Pero los beneficios crecen porque los salarios bajan y esto genera el problema de encontrar a quién se le venden las mercancías producidas. La solución ha sido el endeudamiento de los consumidores posibilitado por la sobreabundancia relativa de capital. Según el Banco de España, los créditos del sistema financiero a las familias españolas han crecido a un ritmo doble que el conjunto de la economía entre 2000 y 2008. En EEUU se calcula que más de la quinta parte de la renta disponible de las familias debe destinarse al "servicio de la deuda".

De este modo el sector bancario a nivel global se ha encontrado con un paliativo al exceso de capital en disposición de ser prestado. En esto no son todos los países iguales. En EEUU, Reino Unido, Italia, España y Grecia, por ejemplo, el beneficio se consigue mediante el préstamo directo a las familias y pequeñas empresas. En los países que mantienen superávit de ahorro (y comercial) como Alemania, Japón o la propia China, se hace prestándole ese superávit a los bancos (y gobiernos) de los primeros. Pero en ambos casos hay una misma dinámica de fondo: la represión de los salarios.

Esta exhuberancia prestamista es la bomba que ha hinchado la burbuja en los países endeudados. De lo que se trata es de conseguir un beneficio suficiente y esto se alcanza o bien con tipos altos de interés, incompatibles con un exceso de fondos disponibles para el préstamo, o inflando el principal cómo efectivamente se ha hecho.

La otra forma en la que la banca obtiene beneficios es accediendo a los ahorros y las pensiones a través de la comercialización de "productos financieros" creados al amparo de la liberalización, como los fondos de pensiones y los fondos de inversión que en España suponían a finales de 2007 unos 420.000 millones de euros(2). Los activos "tóxicos" surgen precisamente para cobrar comisiones colocándoselos a esa masa indistinta de ganancias de las empresas, ahorros "financiarizados" y rentas obtenidas de los elevados precios del petróleo y otras materias primas. Pues, contrariamente a un cierto idealismo keynesiano que postularía la existencia de un capital financiero "malo" y otro capital industrial y comercial "productivo", como ya Lenin y Hilferding explicaron hace 100 años si bien en una forma diferente a la de aquella época, hay un único circuito turbulento del capital. Los bancos y entidades financieras no "poseen" el capital financiero(3) sino que explotan una posición estratégica dentro de ese circuito.

Aunque para "activos tóxicos" los 318.000 millones largos que las promotoras deben al conjunto de bancos y cajas españolas. Es posible que una parte de la deuda por adquisición de vivienda incurra en morosidad, pero sin duda se acabará pagando casi en su totalidad. La gente consumirá menos, reducirá su nivel de vida pero intentará por todos los medios conservar su vivienda(4). Lo difícil ahora parece sacar 318.000 millones de ese paisaje de edificios sin terminar, grúas paradas y parcelas a medio urbanizar cubiertas de jaramagos. Además, y fruto de la exhuberancia pasada, la banca y las cajas deben al exterior unos 766.000 millones (diciembre de 2008), de los cuales vencen este año unos 75.000 millones. De aquí viene la imposibilidad de que el crédito "fluya a las familias y las empresas" usando la expresión que últimamente más se repite. Las inyecciones del Estado se dedican a tapar esos agujeros.

El FMI acaba de publicar sus recomendaciones de abril para la economía mundial. En primer lugar dice que hay que reestructurar el sistema financiero mediante un "reconocimiento creíble de las pérdidas en los activos dañados". En segundo lugar, pide políticas macroeconómicas para "sostener la demanda e impedir que la debilidad de la economía real perjudique aún más al sector financiero". Lo primero apunta a una mayor concentración en el sector financiero, como ya ha ocurrido en los EEUU donde las operaciones de salvamento han engordado a los grandes bancos mientras que las pérdidas se han transferido en gran medida al sector público. Lo segundo obedece a un razonamiento elemental, si el endeudamiento privado con el que se ha sostenido el crecimiento hasta ahora ha tocado techo y lo ha rebasado, ahora será el Estado el que tenga que endeudarse para que la acumulación no se detenga. De lo que nunca se habla es de una recuperación de los salarios ni de reducir la deuda de las familias, que sería la forma más natural de incentivar la demanda.

Los Bancos Centrales son entidades públicas que gracias a su cacareada autonomía resultan ajenas a cualquier control democrático y funcionan como último sostén del capital financiero privado. En España junto al Banco de España en lo alto de la pirámide, tenemos en la base a las Cajas(5) que, envueltas en un falso debate sobre su "politización", no dejan de ser el canal privilegiado a través del cual se ha orquestado el asalto al ahorro y los salarios como demuestra el hecho de que se ha multiplicado por tres el importe total de los préstamos para adquisición de vivienda entre 2000 y 2008, y por diez el crédito a promotores. Todo ello permitido por un Banco de España cuyas hipócritas advertencias con la "boca chica" no guardan proporción con la tajante suficiencia con la que habla de reformas del mercado laboral y de las pensiones.

Una salida democrática a la crisis conlleva la implantación de un control sobre el sistema financiero que va más allá de las nacionalizaciones de la banca privada y que tiene como condición necesaria que el sector público esté sujeto a la soberanía popular. Debe empezarse por la sujeción del Banco de España y del BCE a la política y la planificación democráticamente decididas. Además, al contrario de lo que apuntan los últimos movimientos, las Cajas deben ser menos autónomas de la sociedad y de sus representantes. Su actividad debe ordenarse de modo que el ahorro popular se canalice en función de las necesidades del desarrollo social.

De nada sirve lamentarse hoy de las "imprudencias" del pasado. El problema a resolver es el de endosar las pérdidas a sus causantes y si han de socializarse que estos paguen el precio en términos de poder, no precisamente reforzándose como se desprendería de una política de privatizaciones o "profesionalización" que además rompería el mapa político del Estado a través de fusiones. Las Cajas deben desandar el camino de la "bancarización" que han seguido en los últimos decenios y convertirse en instrumentos financieros controlados pública y socialmente para el desarrollo territorial equilibrado. Lógico complemento de una banca pública estatal que debe existir para que finalice el patético espectáculo de que los fondos del ICO no llegan a sus destinatarios pues no hay forma de acceder a ellos sino es a través de los bancos y cajas actuales.

A medio plazo habría que apuntar a cuestiones más de fondo como recuperar para el Estado el monopolio de la creación de dinero, caminar hacia una moneda mundial que sustituyera al dólar, y, por supuesto, hacer retroceder los beneficios en favor de los salarios y de las rentas de los campesinos y demás sectores populares especialmente de los países del Sur. Pero dada la importancia del sistema financiero para la economía capitalista actual, el mejor principio es sacar de las manos privadas los ahorros y el derecho a la vivienda y a las pensiones.

Notas:
1. Fondo Monetario Internacional. World Economic Outlook, Abril 2006.
2. Una cifra nada despreciable al lado de los 592.099 millones en depósitos bancarios de los particulares y que según el IESE son menos rentables que los bonos del Estado.
3. Apenas están obligados a mantener reservas por un 8% del total de los créditos.
4. Por otra parte en España, al contrario de EEUU, no se puede "entregar las llaves" al banco para librarte de la deuda.
5. Un papel semejante al desempeñado por las norteamericanas Fannie Mae y Freddie Mac, que son agencias hipotecarias creadas desde el sector público.


Javier Navascués, Secretario Formación del PCE y Director de la Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM)

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